Políticas

21/7/2011|1186

Los Noble-Herrera -después de la Ciudad y antes de Santa Fe

Finalmente, la gran batalla política alrededor del vínculo biológico de los hijos de la dueña del monopolio Clarín con desaparecidos de la dictadura militar quedó en la nada -por ahora. Cada bando, el gobierno y Clarín, canta su realidad. La verdad ha quedado como rehén de esta lucha de intereses por el control de los medios y por inclinar el resultado de las elecciones 2011. Las causas por las que el resultado de las pruebas de ADN de Felipe y Marcela Noble quedó en punto muerto, levantan numerosos interrogantes.

Del lado de Clarín aseguran que “no son hijos de desaparecidos”, sin poner de relieve que en el Banco Nacional de Datos Genéticos apenas si hay muestras de 200 familias con algún integrante desaparecido, de las que un 30% están incompletas. De hecho, “la prueba concluyente”, como dice el pulpo mediático, se hizo al contrastar las muestras de ADN con medio centenar de trazas de familiares de desaparecidos del período 1975-1976. Como descuenta que tampoco habrá resultados positivos en las otras 150 muestras del período 1977-1978, Clarín canta victoria.

Pero no es concluyente. Del total de trazas contrastadas hasta ahora, quedaron dudas con las de tres familiares de desaparecidos, por tratarse de muestras incompletas. Las muestras de Felipe y Marcela quedarán en el Banco, a la espera de nuevas pruebas que se podrían dar a futuro. Las trazas biológicas obtenidas de apenas 200 desaparecidos contrasta con, al menos, el medio millar de casos conocidos de infantes y niños secuestrados durante la dictadura. Mientras no se avance con toda decisión política en la investigación de los crímenes de la dictadura (una tarea que a todas luces no forma parte de la agenda de este gobierno), persistirán agujeros enormes en la historia del genocidio. Siempre estará abierta la posibilidad de que los hijos de Noble sean apropiados.

Ahora bien: ambos contendientes llegaron a este punto en una lucha que no tiene por fin esclarecer la apropiación de niños, sino la de los medios de comunicación. No es un enfrentamiento de principios sino de intereses – susceptible por lo tanto de componendas. Por caso, llama la atención que el mismo editorialista que dice que se trata de “la más resonante derrota política (del gobierno) en su guerra librada contra el grupo Clarín” (La Nación, 17/7), no se pregunte por qué el gobierno no hizo nada para evitarla cuando “esa expectativa, casi convicción (de que los hijos de Noble eran hijos de desaparecidos), se desinfló en el gobierno cuando los mismos hermanos Noble pidieron hace un mes hacerse la prueba de ADN” (ídem). “La causa por la identidad de los hijos adoptivos de la dueña de Clarín entró en una etapa decisiva y definitiva luego de un pedido de los jóvenes para entregar voluntariamente muestras de sangre y saliva”, confirmó Tiempo Argentino (16/7). “Se sospechó entonces que (los Noble) habían verificado por su cuenta que la prueba daría negativa” (La Nación, ídem). “Olfateaban (en el gobierno) algo extraño”, agrega Perfil (17/7).

¿El gobierno decidió ir derecho hacia la derrota política en medio de la capitulación en las elecciones porteñas, de Santa Fe y Córdoba -todas ellas adversas?

No obstante la previsibilidad de los resultados, los mismos diarios hablan de que la noticia “caló hondo” (La Nación, ídem) en un gobierno que “eligió el silencio” (Perfil, 17/7). Aún previsible, impactó la “decepción” (La Nación, ídem).

Perfil desliza que “tal era la convicción del gobierno en su cruzada que era lógico suponer que contaba con informaciones de los servicios de inteligencia que garantizaban que Marcela y Felipe Noble fueran hijos de desaparecidos” (17/7). Es decir, estaríamos en presencia de una guerra de intereses que involucra a los aparatos de inteligencia en el interior del Estado, en procura del triunfo político de sus mandantes.

Por caso, mientras en Abuelas dicen que el método empleado en el ADN de los hijos de Noble impide saber los nombres de esas familias (Página/12, 17/7), en La Nación (ídem) se indica que esas mismas muestras, por lo fragmentarias, nunca fueron empleadas en la determinación de la identidad de los 104 nietos ya recuperados.

Todo esto está muy lejos de la lucha por la verdad. Clarín señala que el asunto de la filiación de Felipe y Marcela Noble lo tiene sometido a presión política desde la época del menemismo (16/7). Y admite que recién en 2003 la Justicia eximió a la señora de Noble de las acusaciones por la adopción trucha, realizada en 1976. Clarín nunca buscó aclarar las cosas en forma inmediata. Por el contrario, ocultó y maniobró de muchas maneras, para evitar que se conozca la verdad, con lo que siempre dejaba abierto ese flanco.

Esto apunta a las consecuencias políticas de esta verdad compartida entre Clarín y el gobierno. En medio de los gritos para que se cierre la causa de la filiación de los hijos de Noble, aparecen voces que, adjudicándose el rol periodístico de reflejar todas las opiniones, le hacen decir al gobierno: “El aspecto positivo, según contrapesaron en la Casa Rosada, reside en que ahora las pruebas de ADN están y que servirán en el futuro si existen nuevas dudas. (…) La Casa Rosada espera cicatrizar heridas. (…) ‘Podremos lograr una pacificación’ (según un funcionario)” (La Nación, 17/7). Podría abrirse un compás de tregua, en el momento en que el gobierno busca un armisticio con otro pulpo, Techint, con el cual ya habría llegado a un acuerdo sobre los directores estatales y los dividendos a distribuir. En ese cuadro, las ‘épicas’ sobre Papel Prensa y la ley de Medios penderían de un hilo y podrían pasar a mejor vida. Para eso, el gobierno debería conseguir una neutralidad política del pulpo de medios en la campaña electoral.

El ADN y el ‘affaire Schoklender-Madres’ ha hecho que algunos apuesten a “reformular las entidades humanitarias” (Perfil, 17/7), con la pretensión de eliminar su historia de organismos que nacieron en la lucha contra el terror de Estado, y obviando que fueron convertidas en apéndices de un gobierno que defiende los intereses de conjunto del Estado. En el mismo sentido se ubica La Nación, cuando señala que el gobierno fue llevado a esta suerte de callejón sin salida “por la presión de Abuelas” (ídem). Es cierto que Abuelas abrazó esta causa mucho antes de los K -lo que revela el oportunismo del interés de estos. Pero solamente cuando el kirchnerismo cooptó a Abuelas, le dio aire político a una investigación contra Clarín, de quien había dejado de ser socio por estrictas razones de negocios.