Los petardos del monseñor

La industria pirotécnica cada vez pone mayor empeño en el desarrollo de sus productos. En el último fin de año, mi cuñado me sorprendió con un artículo de origen chino que al encenderlo disparó una serie interminable de tiros, rematados cada uno de ellos, luego del estallido, con diferentes fuegos de artificio.

…Y si de petardos hablamos, hay uno un tanto descontrolado: el presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica y arzobispo de La Plata, Héctor Rubén Aguer, quien parece no poder escapar de cierto estado festivo.

Hace pocos meses amaneció con una extemporánea tesis de neomarxismo que se la adjudicó a la escuela de Frankfurt, y a través de ese artilugio arremetió contra los docentes del Estado, diciendo que utilizábamos a los alumnos de rehenes con motivo de nuestra lucha gremial. Tan exagerados fueron esos exabruptos que merecieron una lógica indiferencia como respuesta. Si bien hubo voces de desaprobación, las palabras del monseñor no tuvieron mayor eco.

Algunas señales nos indican que estamos atravesando un tiempo de ofensiva conservadora (cuando no fascistoide). Recordemos: el domingo (26/7), en la Rural, hubieron elogios para los Martínez de Hoz y puños en alto de recalcitrante patriotismo; el miércoles (29/7), monseñor Aguer salió a la palestra contra la educación sexual en las escuelas. El arzobispo de La Plata, considerado, según Wikipedia (muy consultada por nuestros alumnos), “como uno de los intelectuales más prominentes de la iglesia”, intenta captar la atención con gran estruendo. En verdad logra su cometido, pero no sé a qué precio.

Héctor R. Aguer embiste con altivez y suma agresividad un tema delicado y de alta repercusión social, como es la educación sexual en las escuelas. Además, lo hace con un número indiscriminado de falacias y empleando un lenguaje excesivamente provocativo, que lejos de encontrar adherentes a su postura, bastante cuestionada hoy por hoy, los expulsa. Dicha metodología conlleva un deterioro a la imagen, crédito y prestigio de una iglesia que, al respecto, no le sobra nada.

En la actualidad, como arena entre las manos, la sexualidad desborda la terquedad eclesiástica. Ni la mayor obstinación puede esconder ya lo que todos los trabajadores de la educación vemos en las escuelas: el sexo es cada vez más precoz, con las consecuencias que esto trae: embarazo adolescente que se multiplica geométricamente; y el desconocimiento y/o descuido para disminuir el riesgo a contraer VIH.

Mientras esto sucede, la Iglesia pone obstáculos a la educación sexual en las escuelas. Pregunto, si no tratamos la sexualidad en las escuelas ¿dónde pretenden tratarla? Si la Iglesia impide que los profesores y profesoras preparados científicamente hablen de la sexualidad ¿entonces quiénes van hacerlo? ¿Acaso creerá la Iglesia que todos los padres están en condiciones de hablar responsablemente sobre sexualidad?

Probablemente, el material para formadores en educación sexual y prevención del VIH/sida, emitido por el Ministerio de Educación, contenga numerosas cuestiones para modificar y complementar. De hecho han manifestado que no es definitivo. Pero acá lo significativo es el hecho de terminar con un siglo de hipocresía e instalar formalmente el tema de la sexualidad en las escuelas. Un viejo anhelo de los docentes.

Profesor Miguel Angel Abramzón