Los síntomas del estado de rebelión
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Entre las noticias de las páginas policiales del pasado 14/11, se puede leer: “Varios comerciantes de la zona céntrica de Cipolletti… (sufrieron) robos, vidrios rotos y carteles con daños…” por parte de “… muchachones de no más de 18 años…” quienes realizaron un “circuito” céntrico en locales cuya “… mayoría está a pocos metros de la plaza y también de la comisaría…”.
Un estallido de violencia de estas características, sólo puede explicarse por el estado de necesidad y de rebelión que se vive en las barriadas. A falta de una organización que los canalice contra el poder, los “muchachones” descargaron su bronca contra el ‘el centro’, emblema de todo lo que los agrede: sedes de gobierno, patronales negreras, ricos, etc.
Tres días más tarde, el mismo diario, en su crónica del ataque a la casa del gobernador electo Verani, describe: “La composición de los agresores estuvo lejos de ser la misma que en los anteriores disturbios. No faltaron los jóvenes de indefinible origen (sic), pero la mayor parte fueron integrantes de esa clase media que se siente afectada por el ajuste”.
Y agrega que “inéditamente”, los reclamos por los 15 detenidos “… continuó con cánticos ante la misma comisaría hasta altas horas de la noche, en reclamo por los presos y con el objetivo expreso de que no fueran maltratados” (Diario Río Negro).
Trabajadores estatales movilizados desde hace meses. Tomas, huelgas, cortes de rutas, quemas, etc., hasta en los más alejados y pequeños pueblos de la provincia. Paulatina suma a las movilizaciones de trabajadores no estatales. Papel protagónico de los jóvenes de las barriadas… y ahora la ‘clase media’ que intenta quemarle la casa al gobernador electo.
Esta rebelión popular reclama a gritos su centralización y dirección. Los plenarios intergremiales, los encuentros de activistas y trabajadores y de los barrios, y la asamblea popular, están a la orden del día en Río Negro.