Los yanquis preparan la “salida” de duhalde
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Así como hay movimientos sísmicos que sólo son registrados por los aparatos de medición, también existen los golpes de Estado sigilosos. En ambos casos se trata de fenómenos precursores de explosiones infinitamente mayores.
En efecto, luego de que el Congreso anuló la posibilidad de un plan Bonex al servicio de los banqueros, los gobernadores peronistas resolvieron reestablecerlo mediante la imposición a Duhalde de un programa de 14 puntos, que todos los mentideros políticos le atribuyen a James Walsh, el embajador norteamericano. No solamente Duhalde perdió de este modo la escasa autonomía que le quedaba como jefe del Ejecutivo, sino que también fue golpeada la base parlamentaria del actual régimen político. En una versión actualizada de la “anarquía de 1820”, el poder político se encuentra repartido en tres instancias, ninguna de las cuales goza del menor apoyo popular. A los legisladores les costó un Perú franquear la puerta del Congreso, cercada por el pueblo, cuando se discutió el Bonex, mientras que los gobernadores enfrentan rebeliones populares o crisis finales en sus feudos, como lo atestiguan San Juan, Entre Ríos, Tucumán, Catamarca, Chaco y hasta la Santa Cruz del fascistoide Kirchner o la Ciudad de Ibarra.
La técnica del golpe de Estado
En la Liga de Gobernadores que armaron los yanquis, ni siquiera faltó el bonaerense Solá, más apegado a los latifundistas de la provincia que a los pulpos industriales y productores endeudados. Solá, Romero, Reutemann y De la Sota están unidos en la oposición a las retenciones a la exportación, que es de donde Duhalde y su grupo bonaerense pretenden sacar la plata para subsidiar a los Techint, Clarín, Telecom., Pérez Companc, Macri, etc. Es decir que incluso el feudo de Duhalde se ha quebrado bajo el impacto de la bancarrota capitalista. La revista Noticias (27/4), pone en boca del virrey norteamericano lo siguiente: “Sin plata, porque no habrá plata por mucho tiempo, el aparato duhaldista se va a quebrar en cuarenta mil pedazos. El conurbano va a estallar, es sólo una cuestión de tiempo. Estamos hablando de una franja inviable social y económicamente. Va a haber violencia, convulsión y muertes. Gente frente a los supermercados y vigiladores con metralleta. Eso es lo que se viene y durará mucho tiempo. Esa crisis se lleva puesto al peronismo bonaerense, porque no va a poder dar ninguna respuesta a sus punteros ni a su clientela habitual”.
Se trata del lenguaje del golpe de Estado, lo que facilitará enormemente el trabajo del juez que en el futuro pretenda indagar si ha habido alguna conspiración en estas semanas. Walsh, sin embargo, aparece al mismo tiempo fogoneando la anticipación de las elecciones y la fórmula Reutemann-De la Sota (Noticias). Pero la contradicción es aparente, pues sólo significa que el acortamiento del mandato de Duhalde requeriría un golpe de Estado, algo que por otra parte ya ocurrió cuando cayó Rodríguez Saa. Mientras los gobiernos suben y caen, continúa el trabajo sucio de desvalorización de la fuerza de trabajo, tal como lo previmos en estas páginas, como una de las funciones económicas de la crisis política, aún antes del derrocamiento de De la Rua. El 45% de la población se encuentra bajo el nivel de la pobreza. El último de los 14 puntos de la embajada yanqui, plantea precisamente convertir a los planes de empleo en servicios al sector productivo, lo que significa llevar el piso salarial a 150 pesos o 50 dólares. En este atropello criminal consiste el genio empresarial de la clase capitalista.
La licuación de Duhalde
El colapso de Duhalde se encuentra bien retratado en su dificultad para formar gabinete. Lo mismo se aprecia en la dilación que siguen sufriendo las leyes de quiebras y de subversión económica. Incluso el plan Bonex se encuentra de nuevo empantanado, pues los banqueros insisten en que el Estado debe hacerse cargo de todo el rescate. No quieren poner como garantías sus carteras de créditos, porque las reservan para emitir títulos propios que sirvan a la financiación. Específicamente, pretenden que las AFJPs utilicen sus ingresos por aportes compulsivos para prestar a los banqueros con la garantía de los préstamos. Es por esto que los banqueros se oponen fieramente a que el CER se ajuste por salarios, ya que necesitan la indexación por inflación para mantener el valor de su cartera de créditos.
En el curso de toda esta crisis volvió a fracasar la tentativa del duhaldista Polo Social para imponer su programa de rescate de los capitalistas quebrados mediante una mayor devaluación del peso y la aplicación de retenciones móviles. El vocero de esta tendencia, Carbonetto, se entrevistó varias veces con Duhalde, pero con el único resultado de precipitar todavía más el contragolpe de la embajada yanqui. El fracaso de Carbonetto provocó el alejamiento del gobierno de la CGT de Moyano: “Cada vez que surge un posible candidato para el equipo económico, dijo Moyano, se destaca a aquellos que tienen contactos o llegadas con el FMI” (Página/12, 27/4). No son los intereses obreros, como se ve, sino los de los pulpos industriales que representa Carbonetto, lo que provoca el distanciamiento de la CGT disidente. Lo prueba también que su máximo reclamo obrero es que se convoque al Consejo del Salario para elevar el mínimo a 300 miserables pesos!
Planteo de poder de la clase obrera
El golpe y el adelantamiento electoral pueden ser alternativas excluyentes pero también complementarias. La variante del golpe vendrá preparada por la hiperinflación, que es el mayor instrumento de desorganización del pueblo con que cuenta el capitalismo. Esto demuestra qué ingenua es la posición de quienes plantean que Duhalde convoque a elecciones como salida a la crisis desde el campo popular. Está planteada una cuestión de poder, lo cual exige la preparación sistemática de los explotados con un planteo político. El movimiento piquetero es la expresión más acabada de esta preparación política, en la medida en que lucha por expresar y organizar a la clase obrera, es decir a las fábricas y sindicatos, y en la medida en que se esfuerza por dar una dirección obrera al movimiento de Asambleas Populares. En la perspectiva de recuperación de los sindicatos de la burocracia impotente y fracasada, y de la organización independiente en los lugares de trabajo, reclamamos a la CGT de Moyano y a la CTA la huelga general por un aumento general de salarios de acuerdo al costo de vida y un salario mínimo que, ajustado por la inflación, debe ser de 900 pesos (subsidio al desocupado de 700 pesos). Desde este punto de vista, se plantea la necesidad de un Congreso de bases de todo el movimiento obrero.
El planteo de poder significa que está planteada la reorganización social y política de Argentina sobre nuevas bases, o sea la necesidad de enfrentar la confiscación del pueblo con la confiscación del gran capital, en primer lugar la banca. La reivindicación de la Asamblea Constituyente significa, en primer lugar, la expulsión del gobierno de turno, y, en segundo lugar, que queda superada y derogada la Constitución vigente, es decir significa un poder político ilimitado sobre la base de la soberanía popular. La Asamblea Constituyente, como reivindicación de lucha, por un lado, y como experiencia política que ayude a las masas a plantearse nuevos horizontes, por el otro, debe servir como puente entre los gobiernos definitivamente caducos de la burguesía y el gobierno de la clase obrera.