Con apoyo oficial, el grupo Macri, travestido en ‘constructor de caminos’, recaudador feudal de peajes y de gabelas por estacionamientos, cepos y otras yerbas, está cocinando para su “Autopista del Sol”  (a cargo de la remodelación de la Panamericana), la suba anticipada (antes de comenzar a cobrarlo) del peaje a 1,30 pesos.

“El ministro Cavallo —confesó uno de los ejecutivos de “Autopistas…”— visitó las obras a fin de año. Entonces, nos propuso que adelantáramos las obras, que las hiciéramos en dos años, en lugar de los cuatro que estaban estipulados. Además, nos pidió (¡) que hiciéramos la AU3 de entrada a la Capital (una avenida multicarril que va de General Paz a la avenida Congreso), una obra hidráulica para evitar inundaciones en Boulogne y el ensanche de la avenida Rolón, en San Isidro” (Clarín, 28/2/96). Hipócritamente, Cavallo y el empleado de Macri justificaron los ‘adelantos’ y las ‘nuevas obras’ en la necesidad de no dejar desocupados a sus 4.000 operarios.

Al margen de estas nuevas chucherías que Cavallo le tiraría a la ‘Casa Macri’, rentables gracias a la explotación esclavista a la que estos prohombres preocupados por la desocupación someten a ‘sus’ obreros —jornadas de doce horas, salarios miserables, trabajo día y noche, etc.—, el ‘reajuste’ del peaje reportará al negrero Macri una recaudación diaria de, por lo menos, 300.000 dólares. Es decir, una ganancia neta de, por lo bajo, 100 millones de dólares anuales.

Cuando se terminen ‘las obras’, por supuesto, esa cifra crecería considerablemente, por el despido de los operarios que hoy le quitan el sueño a Macri.

El ‘héroe’ Cavallo, como sus pares del bando menemista, arrastra en su caída a todos los trabajadores argentinos, que pagarán con hambre, desocupación, esclavismo y degradación los múltiples ‘rescates’ que exigirá el derrumbe menemo-cavallista.

Más que nunca, se trata de ellos o de nosotros.

Más que nunca, la clase obrera tiene que imponer una lucha de conjunto que corte de cuajo tanto atropello.