Mariano y Santiago
Un nuevo crimen de Estado conmueve al país
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Al cumplirse el 7° aniversario del asesinato de Mariano Ferreyra, Argentina vuelve a estar consternada por un nuevo crimen de Estado contra el pueblo. Ayer como hoy, se trata del mismo trípode que reúne a funcionarios gubernamentales, las fuerzas de seguridad y destacados empresarios. El asesinato de Mariano Ferreyra, ocurrido el 20 de octubre de 2010 en el barrio de Barracas, tuvo como responsables a los burócratas sindicales, a funcionarios del gobierno kirchnerista, a los empresarios que gestionaban las concesiones ferroviarias y a las fuerzas de seguridad. En el caso de Santiago Maldonado, la trama alcanza a funcionarios como Patricia Bullrich y Pablo Nocetti, a las fuerzas de seguridad y a empresarios como Benetton, así como las mineras y petroleras que buscan apropiarse de los recursos naturales de la Patagonia.
Se podrá decir que a diferencia de lo ocurrido con Mariano Ferreyra, en el crimen de Santiago Maldonado no está presente la burocracia sindical. Pero si no lo estuvo en la ejecución de la represión contra la comunidad mapuche, sí ha jugado un papel clave en darle una tregua al gobierno macrista. En los dos meses y medio que Santiago Maldonado estuvo desaparecido, la burocracia sindical no hizo ningún pronunciamiento al respecto. Lejos de ello, se dedicó a reforzar el pacto con el macrismo, para llevar adelante una reforma laboral que es reclamada por el conjunto de la clase capitalista.
La campaña del gobierno contra la ‘mafia sindical’ es sólo un chantaje para arreglar con ésta la entrega de las conquistas históricas de los trabajadores. La burocracia sindical que asesinó a Mariano Ferreyra se ha convertido en un pilar fundamental de la gobernabilidad macrista. La reforma laboral que unos y otros quieren aplicar conducirá en una primera fase a la entrega de los convenios colectivos de trabajo. Si Mariano Ferreyra fue asesinado por enfrentar la tercerización laboral que afectaba a un sector de los trabajadores ferroviarios, ahora asistimos al intento de transformar al conjunto de la clase obrera en una masa tercerizada.
Salvo José Pedraza, que cumple prisión domiciliaria por el asesinato de nuestro compañero, la burocracia patoteril de los Gerardo Martínez, Barrionuevo y compañía sigue siendo el sostén de un régimen basado en la explotación de la clase obrera. La defensa del llamado ‘modelo sindical’ que le otorga prerrogativas enormes a la burocracia para controlar los sindicatos, pasando por encima de la voluntad de los trabajadores, va desde Macri a Cristina Kirchner, pasando por Massa y Randazzo. Este acuerdo principista de los políticos capitalistas prueba, una vez más, que el régimen tiene como sostén fundamental el control de los sindicatos por esta podrida y corrompida burocracia.
El kirchnerismo vive este nuevo aniversario del asesinato de Mariano Ferreyra en un estado avanzado de descomposición. La lucha enorme que se desarrolló reclamando justicia logró llevar a Pedraza y a su segundo tras las rejas, junto a varios patoteros y comisarios y efectivos de la Policía Federal. Sin embargo, el gobierno y la Justicia se las arreglaron para hacer zafar a los funcionarios políticos y a los empresarios que manejaban las concesiones ferroviarias. El juicio que se le sigue a De Vido por la masacre de Once pone tardíamente las cosas en su lugar. Este juicio, producto de otra gran lucha popular, probará que la mafia ferroviaria que asesinó a Mariano Ferreyra tenía su vértice en los más altos funcionarios del gobierno anterior. Nuestra lucha contra los De Vido, Jaime y Schiavi no sólo no es nueva, sino que está cruzada por una barrera de sangre.
Los crímenes de Estado, como el de Mariano Ferreyra o el cometido con la desaparición de Santiago Maldonado, deben ser denunciados como tales, para mostrarles a los trabajadores hasta dónde está dispuesta a llegar la clase capitalista y sus políticos para defender sus privilegios. Por eso, ambos crímenes tuvieron otro dato que los identifica. Nos referimos a la campaña de desprestigio realizada por los gobiernos y su prensa adicta contra las propias víctimas y sus compañeros. Cuando fue asesinado Mariano Ferreyra, Cristina Kirchner de inmediato denunció a los estudiantes de la Fuba por “violentos”; ahora Macri y sus lacayos denuncian a los mapuches como terroristas. Aníbal Fernández encubría a la policía y calificaba su accionar como “perfecto”, aunque ya estaba claro que había liberado la zona para que la patota asesina actuase sin interferencia. Una actitud similar a la que Patricia Bullrich realiza para encubrir a la Gendarmería. En el caso de Mariano Ferreyra se llegó al extremo de detener a los dirigentes ferroviarios de la agrupación del Partido Obrero en el Roca, pero después debieron recular por la fuerte movilización de repudio que generó esa decisión.
Con estos crímenes de Estado la clase capitalista busca doblegar la resistencia de los trabajadores y de los oprimidos. Pero las luchas libradas por obtener justicia se transforman en un factor de impulso a la organización y a la conciencia de generaciones enteras. Así ocurrió con Mariano Ferreyra y así ocurre hoy con Santiago Maldonado. Esta es la verdadera grieta que debe conducir necesariamente al gobierno de los trabajadores.
A siete años de su asesinato, volvemos a decir: ¡Mariano Ferreyra, presente!