Políticas

6/12/2022

Más de la mitad de los trabajadores tiene empleos de baja calidad y 3 de cada 10 son pobres

Una radiografía de la precarización laboral y el derrumbe salarial en Argentina, publicada por la UCA.

El 13% de los trabajadores registrados son pobres.

Durante el 2022 aumentaron los índices de empleo precario (trabajadores sin aportes a la Seguridad Social) y subempleo inestable (quienes realizan trabajos temporales de baja remuneración, incluidos beneficiarios de programas sociales). Lo anterior, sumado a la topes salariales, da como resultado que 3 de cada 10 trabajadores ocupados en Argentina se encuentren bajo la línea de pobreza. Un fracaso inapelable a manos del gobierno "nacional y popular", que, lejos de mejorar las condiciones de vida de "los de abajo", se encargó de garantizar mayores ritmos de explotación de la mano de obra, en beneficio de las patronales.

Los datos se desprenden del informe sobre las características del mercado de trabajo en la población urbana, correspondiente al tercer trimestre de 2022, elaborado por el Observatorio de la deuda social argentina de la UCA. Allí aparece que, si bien la tasa de desocupación se redujo 3,8% de un año a otro, la de subempleo inestable llegó al 23%, curiosamente, 3,8% más que en 2021 y 13% más que hace doce años atrás. Es decir, la "recuperación" del empleo pospandemia no estuvo regida por la creación de trabajo genuino, sino que está asociada al aumento de personas que salen a hacer changas para poder subsistir frente a la falta de oferta laboral. Una realidad que se agrava en el conurbano bonaerense, donde el subempleo inestable asciende al 26,3%, afecta más a la población femenina (24%), a los jóvenes entre 18 y 34 años (25,8%) y a los adultos mayores (27,4%), cuyas jubilaciones de indigencia no dejan otra alternativa que rebuscárselas para obtener otra vía de ingreso.

Con todo, solo el 40,3% de la población económicamente activa (dispuesta a trabajar) accede a un empleo con plenos derechos laborales, 1,8% menos que en 2021 y 3,5% menos que en 2010. En el caso de la juventud, la cifra desciende a 34,5%, y, en el de las mujeres, al 37,1%. Como contrapartida, el empleo de baja calidad abarca 51% de la PEA; el resto se encuentra desocupado. Sumado al subempleo inestable, existe un 28% con empleo regular pero precario (sin aportes). Situación, que, nuevamente, empeora entre la población de más edad (60 años o más), donde la precarización laboral abarca al 35,6%.

En los empleos de baja calidad, los ingresos de miseria son moneda corriente: la media salarial del subempleo inestable se ubica en los $30.113 y la del empleo precario en $79.616. Este año, los ingresos medios de los trabajadores con plenos derechos laborales fueron 3,8 veces superiores a los de aquellos que trabajan en condiciones de subempleo inestable y 1,4 superiores a los ingresos de quienes se desempeñan en empleos precarios. Las causas de la falta de puestos de trabajo bajo convenio, que empuja a más de la mitad de los trabajadores argentinos a trabajar sin derechos laborales con ingresos paupérrimos, hay que buscarlas en la huelga de inversiones de los capitalistas y del propio Estado, que se niega a desenvolver un plan de viviendas que genere empleo genuino, y, al mismo tiempo, se embarca en un ajuste a la asistencia social destinada a paliar el hambre de los sectores más vulnerables.

Sin embargo, aunque en menor medida, la media salarial del empleo con plenos derechos laborales también quedó por debajo de la línea de pobreza ($113.176), lo que significa que en el sector registrado predominan las paritarias a la baja, acordadas entre las patronales, el gobierno y la burocracia sindical, que hunden los salarios. Así las cosas, entre 2021 y 2022, los ingresos de los trabajadores ocupados cayeron, en términos reales, un 11,3%. La pérdida del poder adquisitivo del salario fue del 11,7% en el sector formal; y del 14,5% en el sector público, evidenciando que el gobierno es el primero en sumergir en la pobreza a los trabajadores cuando le toca oficiar de empleador.

Una vez más, las mujeres y la juventud se llevan la peor parte. La media salarial de las mujeres es de $67.254, contra la de $89.558 de los varones, debido a que estas ocupan los puestos de trabajo más precarios con peores salarios, y, a su vez, destinan menos horas de su día al mercado de trabajo remunerado porque pasan más tiempo que los varones realizando tareas domésticas no remuneradas. Estas últimas alcanzaron al 67% de la población en 2022, mostrando un crecimiento del 5,6% de un año a otro. A su turno, la media salarial de la flanja etaria más joven es de $67.852, mientras que la de las personas de entre 35 y 59 años es de $88.221.

El ataque a las condiciones laborales y al salario, amparado por todos los capitalistas que han estado al frente del poder político, ha producido que el 29,8% de los trabajadores ocupados sean pobres -una cifra récord-, porcentaje que asciende al 36% en el conurbano bonaerense, al 30% entre la población femenina y al 33% en la juventud. La pobreza alcanza al 54,4% del subempleo inestable, al 31% del empleo precario y al 13,9% del empleo pleno; es decir, también son pobres trabajadores que pertenecen al sector registrado y que cuentan con derechos laborales, ya no solo los desocupados y los precarizados.

Pelear desde abajo por un paro nacional y un plan de lucha para revertir esta realidad aparece como una tarea urgente, siguiendo el camino del Sutna y los trabajadores de salud, que rompieron techos salariales gracias a la organización independiente frente a la burocracia sindical, y de la Unidad Piquetera que gana las calles contra el ajuste fondomonetarista en curso y se ha convertido en una referencia para todos los trabajadores fuera de convenio que las centrales obreras hace tiempo han abandonado a su suerte.

https://prensaobrera.com/politicas/como-llegamos-a-los-mas-de-20-millones-de-pobres-en-la-argentina

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