El gobierno nacional, por medio de la gestión de YPF, acaba de aumentar los combustibles entre el 3 y el 5%, anticipándose al vencimiento del congelamiento de precios hasta el 31 de octubre. Una medida que sigue trasladando la crisis a los bolsillos de los trabajadores y que amenaza con un nuevo impacto inflacionario contra la población.

El aumento fue confirmado por en la Confederación del Comercio de los Hidrocarburos de la República Argentina (Cecha) y, tal como ocurriera con la devaluación sorpresiva posterior a las elecciones Paso, se impone al día siguiente de las elecciones presidenciales, una semana antes del plazo acordado por el gobierno y las patronales para revisar los precios de los combustibles.

De esta forma, el gobierno autoriza una remarcación general en las empresas de combustibles que echa más nafta al fuego de una economía asediada por la inflación, con una cadena de valor altamente dependiente del precio de los combustibles (logística, producción, energía, etc.).

El ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa había llegado a un acuerdo de congelamiento de precios con las patronales del sector luego de las elecciones Paso de agosto, con un aumento del 12,5% como punto de partida.

El apresuramiento en la liberación de precios da cuenta de que pasado el 31 de octubre podrían producirse nuevas actualizaciones.

La petrolera de “bandera nacional” controla más del 50% del mercado de combustibles, replicando los aumentos del resto de las empresas, como Pan American Energy (Axion), Raizen (Shell), entre otras, y habilitando los que vendrán.

Shell y Axion ya habían violentado dicho acuerdo, con aumento de entre el 3 y 2,5% semanas atrás, sin que ello acarreara ninguna consecuencia práctica.

La demanda de las petroleras se ubica en el orden de que los combustibles se ajusten al ritmo de la devaluación oficial y los precios del mercado exterior, independientemente de los costos de producción, cuya información es mantienen en el más profundo de los “secretos industriales”. El gobierno, además, amplió el cupo de exportación de las petroleras, habilitando la presión de estas a internacionalizar los precios locale con mayores aumentos.

La demanda de combustible se vio “estimulada” la semana preelectoral debido a la “campaña de miedo” impulsada por el gobierno contra las candidaturas de Bullrich y Milei, y la amenaza de una disparada de precios dependiendo del resultado electoral del pasado domingo.

Que el gobierno nacional incumpla sus propios acuerdos de precios y sus “compromisos antiinflacionarios” con la población es una muestra de la endeblez de la política económica nacional y un reconocimiento de que la misma depende, inexorablemente, de las medidas pactadas con el FMI, la devaluación entre ellas.

Massa vuelve a ratificar el rumbo antiobrero y antipopular de sus políticas y de su eventual gobierno, esta vez a horas de ganar las elecciones generales. Una muestra más de que no podemos depositar ninguna confianza en los candidatos del ajuste y el FMI.

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