Los precios de las naftas y combustibles aumentaron un 27% en el comienzo de 2024. Este incremento se suma al del 30% aplicado por las petroleras luego del ballotage y el del 37% aplicado las últimas semanas de diciembre, luego de la devaluación del 118% ejecutada por el gobierno. Con este nuevo aumento, la nafta súper se ubicará en $750 por litro y la nafta premium en $950 por litro. En total, la era Milei, que supuestamente venía a terminar con la inflación, acumula casi un 100% de aumento en las naftas.

Las petroleras aplican estos aumentos en el afán de empalmar los precios del mercado interno con los precios internacionales del combustible, que se ubican en torno a un dólar el litro, es decir que los consumidores terminarán pagando la nafta a precio de exportación, mientras los pulpos del petróleo gozan de beneficios cambiarios y prebendas impositivas. Esto desmiente la famosa “soberanía energética” atribuida por el kirchnerismo a la falsa estatización de YPF, que jamás modificó este esquema de saqueo al servicio de las petroleras, sino que lo reforzó.

A su vez, la Ley Ómnibus que mandó el Ejecutivo al Congreso establece la liberación de los precios y de las exportaciones de hidrocarburos, lo que implica la desaparición del «barril criollo», el precio diferencial que permitía desanclar el petróleo de los vaivenes internacionales. Las productoras podrán vender crudo a paridad de exportación y las refinadoras comercializarán las naftas y gasoil en el mercado interno a paridad de importación, lo que confiesa que, de aprobarse, esta estampida de precios en las naftas recién comienza. En cuanto a la actualización de salarios y jubilaciones, que se encuentran en un piso histórico, hay un silencio de misa.

Estos aumentos se trasladarán al transporte de todas las mercancías, por lo que impactarán en los precios de toda la cadena productiva acicateando la inflación y reventando de lleno los bolsillos de la población, que ya son víctimas del “rodrigazo” anunciado por Caputo. Este incluye una depreciación del peso del 118% y recortes de subsidios en el transporte y en las tarifas de energía que ya se traducen en boletazos y nuevos tarifazos.

Este es solo un escalón más del plan motosierra de Milei cuyo primer paso ya consolidó un ajuste brutal sobre los ingresos de las familias trabajadoras, y que constituye una transferencia hacia los grupos capitalistas más concentrados, en este caso las petroleras. La única manera de frenarlo es en las calles, por eso es fundamental que los trabajadores tomen en sus manos el paro del 24 de enero convocado por la CGT, para realizar una movilización sin precedentes que quiebre el plan de guerra del gobierno contra la población.

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