Luego de que el ministro de Economía, Sergio Massa, cumpliera con la devaluación que exigía el FMI y de que viajara a Washington para avanzar en nuevo acuerdo, el organismo aprobó el desembolso por U$S 7.500 millones para la Argentina.

En una conferencia de prensa Massa sostuvo que este giro “garantiza la estabilidad hasta fines de noviembre. Le permitirá al Palacio de Hacienda y al Banco Central multiplicar por cinco su capacidad de intervención sobre el mercado de los dólares financieros”. Sobre este punto explicó además que “el programa admite la intervención del Banco Central en un programa de bandas para garantizar el normal funcionamiento de los dólares financieros” y detalló que las bandas solo las conocen el FMI y el BCRA.

Significa que utilizará las divisas para financiar la corrida cambiaria, una de las principales vías de sangría de reservas del Central que nos trajo a esta situación. Sin ir más lejos, según análisis privados, el BCRA dilapidó USD 1.000 millones durante el mes de agosto en las compras de bonos para incidir en el dólar MEP.

Esto desnuda que los dólares van a ir a parar a los mismos especuladores a los que el gobierno responsabiliza por la corrida cambiaria, mientras a los bolsillos de la población se los golpea con devaluación e inflación, y se les restringe cada vez más el acceso a dólares y, por lo tanto, también la capacidad para preservar sus ingresos.

El dinero depositado por el FMI ni siquiera va a reforzar las reservas internacionales del Banco Central, sino que con ellos se devolverán los créditos puente que otorgaron China, el fondo soberano de Qatar y la CAF (organismo multilateral financiero sudamericano) en favor de la Argentina para que pudiera cancelar vencimientos con el propio Fondo Monetario en junio y julio pasados. Es la expresión del carácter usurario e impagable de la deuda externa, que nos lleva a nuevas crisis.

Mientras Massa se jacta de haber obtenido “financiamiento” la realidad es que las políticas oficiales, en favor de intereses capitalistas, continúan favoreciendo el saqueo de los recursos nacionales y la fuga de capitales que tienen en jaque a las reservas, lo que vaticina más devaluación e inflación que pagarán quienes viven de su salario.

Es fundamental organizarnos en los lugares de trabajo y de estudio para enfrentar esta ofensiva, en defensa de los salarios y las jubilaciones. Se torna una prioridad romper con el FMI y desconocer la deuda externa para orientar esos recursos en favorecer el desarrollo del país y cubrir las necesidades de la población.

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