El ministro de Economía y candidato a presidente por Unión por la Patria, Sergio Massa, acaba de anunciar que de convertirse en el próximo presidente del país eliminaría el Impuesto a las Ganancias que pagan los trabajadores. La declaración despertó polémicas no solo porque el “compromiso” viene de parte de quien ya está en posición de implementarlo, sino porque Massa ha sido un garante de la perpetuidad de esta confiscación contra los trabajadores.

Las declaraciones las hizo en el medio oficialista C5N, en el programa Minuto Uno conducido por Gustavo Sylvestre, donde manifestó que “un laburante, por ahora, paga Impuesto a las Ganancias, y digo por ahora porque, si soy presidente, los trabajadores no van a pagar impuesto a las Ganancias”.

Lo de Massa es una impostura completa. Durante años ha querido presentarse como el “garante” de la no afectación del gravamen a los trabajadores, algo que repite en su delimitación con lo ocurrido bajo el gobierno de Mauricio Macri cuando Ganancias llegó a afectar a casi 2.200.000 de trabajadores. Sin embargo, fue uno de los promotores de la última reforma en las actualizaciones que perpetúa el impuesto para más de un millón de trabajadores.

Por esta reforma, el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias se actualiza dos veces al año según la evolución del Ripte, con la mira puesta en que alrededor de un 10% de los trabajadores siempre se encuentren alcanzados por el gravamen.

En sus declaraciones, Massa se interroga “por qué no comparamos cuánto le cobran al laburante de Impuesto a las Ganancias cuando directivos de compañías no pagan por exenciones que tienen desde el punto de vista tributario”, cuando él es uno de los responsables de ambos términos de la ecuación.

Lo más notorio de sus declaraciones, que fue explotado con la misma carga de hipocresía por la oposición patronal que sostuvo Ganancias sobre los salarios durante todo el macrismo, es el hecho de que si Massa ahora quiere terminar con el “Impuesto al Salario” no es necesario que espere a un eventual mandato, cuando podría impulsar un proyecto de reforma bajo el gobierno que integra… protagónicamente. Las críticas dieron lugar a que circule en los medios que estarían elaborando un proyecto a las apuradas.

Kirchneristas y macristas usaron y abusaron del Impuesto a las Ganancias sobre los salarios para financiar la bicicleta financiera y el pago de la deuda externa. Los primeros, incluso, llegaron a justificar el gravámenes en términos de un “reparto de la riqueza social” entre… trabajadores. Cosa que tampoco sucedió, sino que quienes se enriquecieron durante este periodo fueron los banqueros y capitalistas.

Cuando asumió el gobierno de Néstor Kirchner el gravamen alcanzaba a unos 500.000 trabajadores, llegando a más de 2.800.000 en 2013 bajo el gobierno de Cristina. Con Macri llegó a topes de 2.100.000, demostrando que se trata de un patrimonio político compartido por todas las variantes patronales.

El gobierno que se ufana de los sectores populares y trabajadores, además, no atinó durante ninguno de sus mandatos a una reforma tributaria que termine con el sistema regresivo del Impuesto al Valor Agregado, que afecta particularmente a los trabajadores que consumen la casi totalidad de sus salarios e ingresos en bienes de consumo masivo.

El hecho de que cientos de miles de trabajadores paguen Ganancias tampoco se debe al alto poder adquisitivo de sus salarios, sino en gran medida a los efectos de la inflación. Para el gobierno existe la categoría de “trabajadores ricos”, solo para no hablar que cada vez más trabajadores integran las filas de los trabajadores pobres: única forma actual de evadirse del gravamen.

Necesitamos la inmediata derogación del Impuesto a las Ganancias sobre la cuarta categoría que afecta a los trabajadores, junto a una recomposición general de los salarios para que los salarios cubran el valor de la canasta familiar. Partiendo de que el salario mínimo se ubique como piso en la canasta básica que mide el Indec, actualmente en $248.962.

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