Políticas

27/4/2023

Massa también nos endeuda en yuanes

Anunció que se van a pagar las importaciones a China en la moneda de ese país.

Sergio Massa y el embajador de China, Zou Xiaoli.

En el marco de una acuciante crisis de reservas, que ha puesto en jaque al gobierno a la hora de contener la corrida cambiaria, Sergio Massa anunció un acuerdo que permitirá importar insumos chinos en yuanes, en reemplazo del dólar, mediante la activación del swap. Una nueva deuda que se suma a la ya contraída por las empresas importadoras. El gobierno continúa incrementando la bomba de endeudamiento que nos trajeron a esta crisis, y que ahora va a profundizarla.

Esto implica que se va a ir acumulando una deuda, con su respectiva tasa de interés que se va a sumar a la deuda corporativa por importaciones con la que carga el gobierno, situación que se vio atizada por la restricción al mercado de cambios oficial para las importadoras que impulsó el oficialismo para contener la sangría de reservas, obligando a las empresas a contraer préstamos en dólares para pagarle a los proveedores.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a pesar de contar con dólares propios para importar, estas empresas también incurren en autopréstamos porque prefieren continuar accediendo al tipo de cambio preferencial que ofrece el BCRA para girarlos a sus casas matrices (en forma de “devolución” del préstamo), a costa de seguir desplumando las reservas y también son las mismas que sobrefacturan importaciones para aprovechar la brecha cambiaria, principal vía de la fuga de capitales. Son los ardides propios de un comercio exterior dominado por pulpos internacionales.

El gobierno, lejos de avanzar en la aperturas de los libros y la nacionalización del comercio exterior para arrancarlo de manos privadas, nos condena a un nuevo saqueo. Este swap es un mecanismo por el cual los bancos centrales de Argentina y China intercambian monedas como reservas. Cuando el BCRA usa esos yuanes, como en este caso para importaciones, después hay que devolverlos pagando una alta tasa de interés. O sea que lo que está haciendo Massa es endeudarnos también con el Banco Popular de China.

Como toda deuda externa, el swap también es un mecanismo que refuerza la injerencia, en este caso, del gigante asiático. Un caso testigo es lo que sucedió con las represas hidroeléctricas de Santa Cruz, cuya construcción frenó Macri al asumir y, cuando se empezó a discutir la ampliación del swap con China estuvo condicionado a retomar esas obras. Beijing le recordó a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con la represa), con lo que, de levantarse el proyecto, el dinero debía ser devuelto. Esas obras además pagan una tasa de interés muy alto, del 7% anual.

Esto da cuenta de que la deuda contraída con China, lejos de resolver los problemas, constituye otra herramienta de sometimiento. Pero los intereses del gigante asiático chocan con los de Estados Unidos, en un cuadro de recalentamiento de la guerra comercial. Varios funcionarios de Biden vinieron al país poner eje en la necesidad de excluir a China en recursos clave como el litio, la hidrovía y el 5G. El gobierno deja a Argentina como rehén en esta disputa.

Mientras acumula más deuda por importaciones, el BCRA dilapida reservas para financiar la corrida y el gobierno trata de obtener dólares tomando más deuda con los organismos de crédito, lo que va agravando la situación. Sin ir más lejos, Massa anunció un nuevo desembolso del BID por 75 millones de dólares y este jueves se reunirá con directivos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) para concretar otro nuevo giro de dinero al país. Demostrado está que esto no va a surtir ningún efecto, al contrario, tendremos más presiones devaluatorias y más corridas que las que tenemos ahora.

Al mismo tiempo, el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, encabezará este jueves la comitiva del equipo económico que viajará a Washington. El objetivo es renegociar con mayor profundidad el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo que, en principio, demuestra nuevamente el carácter incumplible del programa, pero además, para que el organismo conceda algunas prebendas, promete un redoble del ajuste que pesará sobre las espaldas de los trabajadores.

Hay que echar a los políticos capitalistas que nos trajeron a esta debacle, desconocer la deuda externa y reorientar los recursos nacionales en beneficio de las mayorías, algo que solo puede hacer la clase social que genera esos recursos, la clase trabajadora.

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