Carlos Melconian, el eventual ministro de Economía de Patricia Bullrich, dijo en una entrevista radial que el precio del dólar paralelo “está barato”, para insistir en la necesidad de una nueva devaluación que sin embargo ni él sabe dónde termina: cuando le preguntaron cuál tendría que ser el valor de la divisa dijo que “depende de lo que viene”. Mientras millones de familias ven cómo los precios aumentan y su salario se deprecia en la misma medida, Melconian confiesa que todavía tienen mucho por perder.

Recordemos que su programa de gobierno incluye en las medidas a tomar el primer día de gestión la unificación del tipo de cambio, pero muy por encima de la cotización actual del paralelo. Es lo que exige la clase capitalista para poder girar libremente sus dólares al exterior y a su vez desvalorizar aún más los salarios. Pero con un Banco Central con las reservas en rojo, una deuda pública indexada al dólar y asfixiantes vencimientos de deuda externa con el FMI y otros acreedores, la realidad es que una liberación del tipo de cambio no tiene techo.

Es que la devaluación no resuelve nada, y sí desataría probablemente una hiperinflación. Tendría como contrapartida el encarecimiento de las importaciones, nuevos tarifazos, subas también de los alimentos porque las materias primas tienden a equipararse con los precios internacionales de exportación, e incluso lo mismo pasaría con las naftas.

Así, el tipo de cambio “competitivo” se reduce a un abaratamiento de la mano de obra medida en dólares, cuando ya tenemos el salario en dólares más bajo de América Latina. Esto gracias a las sucesivas depreciaciones de la moneda, como la que Massa pactó con el FMI y ejecutó al día siguiente a las Paso. También, claro, por la entrega de la burocracia sindical que firma sistemáticamente paritarias a la baja.

La idea de que por ello abre una vía de desarrollo porque las exportadoras nacionales y multinacionales van a invertir para explotar los recursos nacionales y generar “dólares genuinos” es falsa. Las divisas que logre recaudar el Estado se irán en seguir pagando la deuda, las empresas van a fugar sus ganancias y además en el caso de las petroleras y las mineras dejan un pasivo ambiental enorme.

Lo que proponen Bullrich y Melconian es un agravamiento de la situación actual, que hunde en la pobreza al 40% de la población. El único objetivo de sus políticas es hacerle pagar a crisis a los laburantes, para tributar a un programa económico que ya fracasó. Solo el Frente de Izquierda propone dar vuelta la tortilla: echar a todos los políticos capitalistas que nos trajeron a esta debacle y que nos prometen profundizarla, para poner en pie un gobierno de las mayorías trabajadoras, las que generan la riqueza del país.

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