Mendoza: el FIT frente a un nuevo desafío


El Frente de Izquierda presentó lista unificada con Noelia Barbeito y Soledad Sosa a la cabeza de diputados nacionales, en las cuatro secciones electorales y en 16 de los 18 municipios. El desafío es revalidar y ampliar la representación obtenida en 2013 de diputados nacionales, provinciales (tres, uno por sección), senador por la primera sección (uno) y concejales (doce).


 


Cambia Mendoza, el oficialismo, cerró una lista acordada por Cornejo y Macri, en detrimento de los aliados “progresistas” (PS y Libres del Sur), y el peronismo formalizó su dispersión.


 


Avanzada del ajuste


 


La campaña electoral se desarrolla en un cuadro general de descontento y aparente apatía, mientras se desenvuelve una rebelión antiburocrática que ha significado nada menos que la recuperación del Sute (docentes). En Mendoza, la política de ajuste y techos salariales ha ido más lejos que en la Nación. Esto alienta a algunos radicales a fanfarronear con que “Macri lo dice y Cornejo lo hace”. La deuda de la provincia se triplicó desde diciembre de 2015 y uno de cada tres mendocinos es pobre: entre los niños ese porcentaje alcanza el 47% (Indec). Cornejo ganó la gobernación recogiendo el malestar por el deterioro creciente de las condiciones de vida de los trabajadores, la juventud y los sectores populares. Esas condiciones de vida han empeorado mediante los techos salariales del 17%, los despidos, los tarifazos, las modificaciones del Código Procesal Penal, agravando la mano dura, el “ítem aula”, el endeudamiento, la avanzada privatista en troles y el zoo, las exenciones impositivas a los capitalistas.


 


Todo esto fue posible gracias a la complicidad de la oposición trucha del peronismo, que acompañó en el Parlamento -con su voto o dando quórum- las iniciativas legislativas del oficialismo.


 


La fortaleza del oficialismo es su debilidad


 


El gobernador cerró un acuerdo con Macri y armó la lista a su antojo. Su fortaleza política se basa en el apoyo del conjunto de las patronales, incluso las que no se han beneficiado con las medidas económicas. Estas ven en el Ejecutivo provincial la determinación de ir por los convenios colectivos de trabajo, facilitar los despidos y, a la vez, otorgar subsidios o mejoras impositivas a las empresas.


 


Frente a las masas populares, el oficialismo agita el fantasma de la corrupción K y la vuelta al despilfarro económico del gobierno anterior como única herramienta para mantener ese voto, a la vez que condiciona al peronismo con carpetazos.


 


La lista oficialista está dominada por Cornejo y Macri, tanto en diputados nacionales como en la provincia, donde el PRO ubicó cuatro candidatos a diputados obtenibles contra ninguno de las “fuerzas progresistas”, como el PS o Libres del Sur. Un fuerte baño de realidad, pero sobre todo una estocada mortal a quienes pretendían escalar posiciones en el Estado mendocino, planteando una alternativa “con Cornejo sin Macri”.


 


El gobierno quiere reforzarse para ir a fondo con su política antipopular y aplastar a la oposición patronal (e incluso su oposición interna, desplazando o proscribiendo sus listas).


 


Pero el ajuste tiene su respuesta. Las consecuencias ya se comienzan a evidenciar en la recuperación del sindicato docente. El mismo proceso se desarrolla en la base de los gremios más importantes.


 


La dispersión del peronismo


 


El peronismo pretende camuflarse, borrando al Frente para la Victoria. Van a elecciones con cuatro listas. “Somos Mendoza” es el frente que armó el PJ que lleva tres listas internas y una por fuera apoyada por un sector de la burocracia sindical.


 


La demagogia caracteriza a las distintas vertientes, que intentan disimular su complicidad en el avance del ajuste en la provincia y la nación. Esta dispersión plantea un gran desafío para los socialistas, que consiste en explotar la desorientación del aparato de punteros en los barrios y la debilidad de la burocracia sindical, para recuperar los sindicatos y poner en pie una poderosa organización barrial para conquistar el conjunto de reclamos postergados.


 


El PO y el FIT aceptan el desafío


 


El escenario político electoral plantea la posibilidad concreta de un nuevo ascenso electoral para revalidar las posiciones e incluso ampliarlas, pero por sobre todo para transformar ese enorme respaldo electoral en un gran desarrollo de las fuerzas organizadas con la perspectiva de una salida obrera y socialista a la crisis.


 


Apostamos a transformar el descontento y la apatía en una gran delimitación subjetiva de las masas respecto de las fuerzas políticas patronales. Para esto queremos colocar en el centro de la discusión electoral el salario, el rechazo a los despidos, la defensa de la educación y la salud públicas y gratuitas.


 


Nos esforzaremos por demoler el programa de los partidos capitalistas, colocando la necesidad de que los trabajadores y sectores populares tomemos el control de la economía, la producción, los bienes comunes en función de una salida a favor del trabajo y no del capital, como pretenden los candidatos ajustadores.