Políticas

2/11/2017|1480

Mendoza: nuestro balance electoral


Dos grandes conclusiones saltan a la vista luego de las elecciones generales de Mendoza: por un lado la importante victoria de Cambiemos y el derrumbe, ahora electoral, del peronismo.


 


La lista del gobernador Alfredo Cornejo logró contener al electorado de la lista opositora en las PASO y sumar algunos puntos más, llegando a los porcentajes con


los cuales se consagró gobernador. Pasó del 39% al 45%.


 


El electorado avaló con su voto una política de ajuste y ataque a las conquistas laborales y sociales. La población  aceptó “hacer un esfuerzo” en pos de promesas de mejoras económicas.


 


Esto no puede ser entendido de otra forma en Mendoza, que fue prueba piloto de las políticas macristas. Cornejo ha ido lejos en ataques a las libertades democráticas y a las condiciones de vida de la población trabajadora, mientras  multiplicaba los beneficios al capital.


 


Por otro lado el resultado del 22 constituye un nuevo capítulo en el proceso de disgregación y retroceso del peronismo. La lista unificada retrocede al 25% de los votos, 8 puntos porcentuales menos que en las PASO y 16 puntos menos en relación a 2015. Aunque la pérdida de votos es generalizada, es superior en los sectores donde el kirchnerismo había ganado.  En su gran mayoría, esos electores optaron por la ONG Protectora,  que iba con el sello del PI.


 


En las PASO, la lista camporista desplegó una campaña marcada por la demagogia de tono opositor y de confrontación con el peronismo tradicional, el cual jugó un rol abiertamente colaboracionista con la política de ajuste.  En las generales la lista unificada fue acaudillada por el presidente del PJ, Emir Félix que cuenta entre sus antecedentes con haber trasformado San Rafael en un protectorado de sectas católicas derechistas y haber rechazado el matrimonio igualitario. Félix fue director de YPF cuando se entregó Vaca Muerta a Chevrón y durante cuatro años de diputado nacional sólo pronunció 608 palabras.  Al concurrir con éste a las PASO, la Cámpora se subordinó al pejotismo más rancio, dejando huérfanas las aspiraciones de su base social respecto de luchar contra el gobierno ajustador.


El PO en el FIT fue señalando sistemáticamente estos límites mediante una delimitación programática en relación a la derecha gobernante.


 


¿Sorpresa?


 


La deserción de los votos camporistas y kirchneristas después de las PASO no se canalizó hacia el FIT sino principalmente a la ONG “Protectora”.   Con el sello del PI, esta ONG logró pegar un salto del 7,4% en las PASO al 17% de los votos en la general. Así, conquistó un diputado nacional, una bancada de 3 senadores y 3 diputados, y  una decena de concejales. 


 


José Ramón, el caudillo de “Protectora” es lo que Durán Barba define como el candidato ideal, histriónico y sin referencia política pasada, un político anti política.


Su campaña fue una variante light de Cambiemos. Desarrolló un ataque sistemático al FIT en defensa del “libre mercado” y cosechó la simpatía de un sector de las clases acomodadas, que contaron con una oposición en el mismo campo social que el gobierno provincial.


 


Las contradicciones de su campaña apuntaron a contener a tendencias contradictorias en el seno de la lista, compuesta por kirchneristas, centroizquierdistas, radicales díscolos, demócratas y otros.  Su “nuevo bloque parlamentario” carece de un programa y una estrategia política definidos.


 


La izquierda


 


El resultado electoral marcó la justeza de listas unificadas para enfrentar las fuerzas de la patronal, también para defender posiciones conquistadas, que en su mayoría ingresaron por un margen estrechísimo.


Este acierto fue clave para defender una elección de más de dos dígitos, lo cual constituye una fortaleza relativa si se tiene en cuenta el bloqueo mediático y las campañas de desprestigio contra la izquierda.


 


El resultado electoral es similar a 2015 y 3 puntos inferior al de 2013, pero la composición de los votantes del FIT se modificó notablemente. Perdimos una porción del electorado de la pequeña burguesía y pegamos un salto en las barriadas obreras, con registros de hasta el 30%  en  escuelas de Ciudad, Guaymallén o el sur de Luján,  donde el FIT queda primero. El voto del FIT se concentró en los sectores más postergados de la clase obrera y la juventud.


La campaña en estos lugares fue vigorosa y contó con decenas de recorridas, que en muchos casos terminaron con improvisadas asambleas en plazas, casas o corralones municipales. Ello marca una evolución política de los explotados,  que referencian la salida a sus demandas en el FIT.


 


Al interior del FIT, sin embargo, la campaña evidenció  dos orientaciones divergentes.  Por el lado del PTS, una campaña de adaptación al régimen democrático burgués, con planteos de “redistribución de la riqueza” como bandera. 


 


Por el otro, el PO desarrolló los planteos de carácter transicional y estableció una preparación programática para una lucha contra la clase capitalista y su Estado. La elección debe dejarle al Frente de Izquierda fuertes conclusiones políticas: la explosión electoral de 2013 mostró los límites de un desarrollo político que, si no profundiza sus raíces en el movimiento de la clase obrera y los explotados, puede ser fácilmente desafiado por los advenedizos de la pequeño burguesía o el centroizquierda.


 


El próximo período estará signado por contradicciones explosivas que derivan del endeudamiento gigantesco de la provincia, por un lado, y, por el otro, los ataques que prepara Cornejo contra los trabajadores, para garantizar el pago de esa hipoteca. La votación alcanzada puede ser un punto de apoyo para desarrollar una vasta acción de organización y reagrupamiento en los sindicatos y todas las organizaciones de masas, para combinar a la lucha contra el ajuste con el desarrollo de una alternativa política. Esa será la política del Partido Obrero.