Menem – Bush: Unidos en el fracaso

Seguir
Pocas veces un editorial de “Prensa Obrera” recibió una confirmación tan rotunda como el que, en el número anterior, caracterizaba a la entrevista Menem-Bush como la reunión entre “un muerto y un degollado".
El derrumbe de la Bolsa de Nueva York mostró a las claras la crisis descomunal del capitalismo norteamericano, y por sobre todo el empantanamiento político de su gobierno, con el Congreso incluido. Menem fue a pedirle socorro a quien sólo puede ofrecerle cargar con la parte más dura de la bancarrota.
El derrumbe, a su vez, de la “eufórica” Bolsa argentina, que en fecha tan reciente como agosto-setiembre pasado festejaba la definitiva “estabilidad económica”, sirvió como el termómetro fiel del fracaso de la gira menemista. Menem no vino con ningún crédito del FMI y mucho menos con la posibilidad de reestructurar” la deuda externa. Después de sufrir un duro ataque del presidente del FMI, Menem y Cavallo fueron mandados al rincón, como dos criaturas, por no haber “hecho los deberes”— una expresión de la prensa argentina que delata a la perfección el servilismo intelectual de los escribas de turno.
Los resultados del viaje menemista han colocado en seria crisis al “plan Cavallo”, que ha agotado la mayor parte de sus recursos sin lograr el “perdón” de la banca internacional. Ni los casi 500 millones de dólares de beneficios en un sólo año, que han obtenido la Telefónica y Telecom (en realidad el Citi y el Morgan, respectivamente), si se suman a las anunciadas ganancias de las compañías las desproporcionadas utilidades retenidas en concepto de amortización; ni la farsa de la privatización de Aerolíneas; ni el remate del petróleo; nada ha sido suficiente para una banca cuya crisis fue el detonante del derrumbe bursátil en todo el mundo.
A Cavallo le queda ahora el recurso de obligar a los trabajadores a hacer los aportes jubilatorios a las Cajas privadas, las que usarán el dinero para capitalizar sus ahorros forzados... ¡en la Bolsa! O rematar Gas del Estado y Segba, pero antes deberá resolver la disputa que por este botín se han declarado los capitalistas europeos y norteamericanos, y conseguir que el nuevo servicio sea barato para la burguesía “nacional”. La crisis financiera internacional, mientras tanto, ha “saturado” prematuramente los préstamos solicitados por el gobierno y la patronal argentina, dejándolos sin financiación.
Vayamos a fondo en la lucha, que este plan de hambre no tiene, además, ninguna perspectiva.