Menem debutó contra los trabajadores de Gas del Estado
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La “interna” peronista, si no ha alterado la situación política general, es indudable que le ha roto los esquemas a más de un grupo político.
En el PI y la Democracia Cristiana —que apoyaban la alianza con Cafiero— se ha producido un principio de división. Auyero planteó la ruptura de su alianza con el PJ y se definió por un frente de “centro Izquierda*’. El Diputado de la DC, Alberto Aramouni, declaró que “de ninguna manera podríamos hacer frente con sectores peronistas que representen el caudillismo o el autoritarismo”, poniendo sus ojos, en cambio, en el “Importante sector del electorado de centro-izquierda que no se encuentra representado por las fórmulas del radicalismo y del peronismo” (Clarín, 24/7).
Mariano Lorences y Miguel Monserrat, que lideran en el PI la fracción contraría a la alianza con Menem, son partidarios de “generar desde ya una real alternativa de izquierda” (El Cronista, 28/7).
Ei Movimiento Todos por la Patria (MTP), se pronunció, por su lado, “por promover la formación de un Frente Grande… antes que encolumnarse electoralmente detrás de Menem o Angeloz”.
El Fiscal Molinas concretaría en estos días su renuncia al PDP para lanzar oficialmente su candidatura por la franja “centro-izquierda, que es un sector totalmente atomizado” (ídem). El hombre que fuera lanzado por el PC y el Fral, se ha transformado en un instrumento de reagrupamiento electoral de sectores burgueses que en las vísperas estaban aliados a Cafiero. La candidatura de Molinas cobra así un carácter genuino, como portavoz directo de una franja de la burguesía y de un ala del clero. El proceso’ político objetivo ha puesto de relieve el sustento de clase único, burgués, de la propuesta “ética” del stalinismo.
Estos acontecimientos desnudan la completa desorientación política en que se ha empantanado la Izquierda democratizante y el carácter abstracto y equívoco de su llamada lucha contra el bipartidismo. Con esta fórmula, que ha querido reemplazar el contenido revolucionario de un frente de izquierda, el PC y el Mas han creado un pivote político para el PI y la Democracia Cristiana.
Aunque no se sabe la repercusión que tuvieron estas “movidas de piezas” sobre las conversaciones PC-Mas (porque son secretas), es indudable que van a agravar la situación tanto del uno como del otro. El Mas ya ha dicho públicamente que la victoria de Menem le ha restado “espacio político”, lo cual demuestra la enorme precariedad de este “espacio”. Ha quedado en la nada el objetivo declarado por el XVI Congreso del PC relativo a la “unidad de los revolucionarios”, desplazado por el frente de centro- izquierda clerical-burgués.
Según la izquierda democratizante el resultado de la interna peronista mide el “gran” atraso político de los trabajadores. Estos hubieran ganado una mejor calificación, por lo. que parece, si hubieran votado por Cafiero. Pero la confusión de los trabajadores es un poroto al lado de la descomunal confusión de esta izquierda. Mientras Menem se largó a disputarle la candidatura presidencial a Cafiero, esta izquierda estuvo paralizada durante meses, discutiendo sigilosamente sus candidaturas para dentro de un año y medio y para colmo con el eje puesto en un funcionario del Estado.
Cuando los docentes protagonizaron una de las huelgas más profundas de la historia del país, desplazando la atención de la interna peronista, esta izquierda se colocó detrás de Garcetti, contribuyendo de una manera decisiva a la impasse y a la confusión políticas de los trabajadores. Esta izquierda desperdició la oportunidad de la histórica huelga docente para poner en pie un frente de lucha de numerosos sindicatos independientes contra la burocracia. En medio de un período convulsivo, esta izquierda reveló el peor costado de sus ilusiones electoralistas. No está, por lo tanto, en condiciones de dar lecciones a los trabajadores.
Extraordinaria movilización
Mientras esta izquierda deshoja la margarita en torno a la confusión de los trabajadores, los trabajadores de Gas del Estado protagonizaron una movilización de características revolucionarias. La burocracia “menemista” de Gas tuvo que llevar a Ubaldini en persona a la asamblea general y aun así fracasó en su intento de levantar la huelga (ver nota). La movilización de Gas sigue la huella abierta en YPF, donde otro menemista, Diego Ibáñez, apoya el Petroplan y el Houston, mientras los trabajadores ponen en fuga a Terragno y a los funcionarios de YPF que van a poner la bandera de remate en los pozos petroleros. La única función que tiene el menemismo es de respaldo a los intereses privatizadores y de “co-gobiemo” con Alfonsín. El menemismo es el protagonista principal de las traidoras “garcetteadas” contra los trabajadores.
La lucha intermonopolista desatada en tomo a la privatización de ENTel y Aerolíneas está agravada por la gran resistencia que está produciendo la clase obrera. Seguimos viviendo un periodo de gran convulsión política. En estas circunstancias, con ‘ una inflación galopante y un salario en picada, se plantea una lucha enérgica para ayudar a la vanguardia obrera a encontrar el camino de la huelga general. Es menester preparar a esa vanguardia obrera para enfrentar las “garcetteadas”, que se generalizan, porque son un recurso último contra la huelga general.
Ahora el gobierno anuncia un “miniplan” para emparchar una situación que está fuera de todo control, desbordada por los fabulosos Intereses que paga a la banca (1.000 millones de dólares mensuales), por intereses de los títulos públicos, por los subsidios de la capitalización de la deuda, etc. Este “miniplan” abrirá un nuevo curso en la resistencia de los trabajadores.
Reforma reaccionaria
Es de vieja data el propósito alfonsinista de promover una reforma constitucional que establezca elecciones legislativas cada cuatro artos; que autorice la sanción de los proyectos de leyes del Ejecutivo por decurso de tiempo, sin et voto del Paria- mentó; que otorgue una banca en el Senado a los ex presidentes; y que suprima el colegio electoral por un sistema de doble vuelta electoral.
La reforma consagra pues una dictadura del Ejecutivo en el marco constitucional.
Alfonsín y Cafiero no pudieron imponer este planteo estratégico en su momento, debido al continuo debilitamiento político de éstos. Pero ahora ha sido resucitado por la crisis política que se prevé en torno al Colegio Electoral de 1989. Existe la posibilidad de una fractura del poder si este Colegio Electoral no consigue elegir a una fórmula mayoritaria. Puede ocurrir que el justicialismo obtenga una votación plebiscitaria y aun así no consagre mayoría por la distorsión del Colegio Electoral, el cual no se elige en distrito único nacional.
En estas condiciones, el oficialismo ha largado la idea de superar esta crisis mediante la “doble vuelta” (ballotage). El peronismo se opone a la “doble vuelta”, pero ha abierto las puertas para la reforma reaccionaria de la Constitución.
En cualquier variante, el próximo gobierno será más débil que el de Alfonsín, que subió con una elección plebiscitaria. No debe descartarse, sin embargo, que todas estas negociaciones ‘‘constitucionales” produzcan un acuerdo PJ-UCR y la formación de un gabinete peronista-radical. Menem y Alfonsín consagrarían así el “tercer movimiento histórico”, vieja aspiración de ambos formulada en 1983.
¿Se fortaleció el régimen?
Algunos sectores de izquierda sostienen que, como consecuencia de la victoria de Menem se habría fortalecido el régimen político, sin que se sepa qué entienden por esto último. Habría que inferir que si hubiera ganado Cafiero, el régimen se habría debilitado (!).
Pero en las condiciones de crisis profunda del capitalismo el régimen sólo se puede fortalecer si se produce una derrota política de los trabajadores, cosa que no ha ocurrido de ninguna manera. Esto sí ocurrió, por ejemplo, en Bolivia donde la clase obrera fue derrotada luego de la huelga general contra Siles, se desmantelaron los centros mineros y la derecha emergió incluso como una fuerza ele- coral (el propio Banzer tuvo una gran votación en centros proletarios).
Es propio del impresionismo alterar las caracterizaciones de conjunto por cuestiones coyunturales.
El PARTIDO OBRERO opina que la crisis del régimen se sigue profundizando corno resultado de sus contradicciones insalvables y de la beligerancia de la clase trabajadora. El menemismo es un fenómeno que tiene patas cortas, como las de Cafiero el 6 de septiembre. El régimen sobrevive por la completa confusión y por el seguidismo de la izquierda democratizante.
La tarea de la izquierda debe ser preparar ya mismo los ejes de una política revolucionaria.
El Partido Obrero plantea la preparación política de los trabajadores por medio de un Congreso de Trabajadores y de la Izquierda que ponga en pie un Frente Revolucionario.