Políticas

15/3/1989|260

Menem en la embajada de Braden

Chau al “salariazo"

"Por expreso pedido de Carlos Menem”, según lo declararon ellos mismos sin ser desmentidos, los burócratas sindicales nucleados en el menemista grupo de los 15 se reunieron la semana pasada con el agregado laboral de la embajada norteamericana y luego con lo más “selecto", es decir nefasto, del empresariado argentino.

En la embajada los hombres de Menem aseguraron al funcionario norteamericano que la llamada “revolución productiva” está concebida para posibilitar “el pago de la deuda externa” y que en Argentina no había que temer la posibilidad de un “venezolazo", porque aquí "existen dirigentes capaces de regular el conflicto social” (La Nación, 9/3). Con estos planteamientos Rodríguez, Triaca y Cavallieri no hicieron más que revelar hasta qué punto Menem piensa seguir los pasos de Carlos Andrés Perez, y hasta qué punto están decididos ellos mismos a jugar el papel de policía sindical y de policía sin aditamentos para enfrentar a un movimiento popular dispuesto a luchar contra la entrega.

Impresionado por estos planteos de sometimiento político al amo yanqui, el funcionario de la embajada se apresuró a asegurarle a los “sindicalistas” que dispondría de todo lo necesario para facilitar los contactos necesarios en el país del norte.

El descaro de las declaraciones de los burócratas de los 15 pone en evidencia la desesperación con que el menemismo está procurando el apoyo o al menos la neutralidad “benevolente" del imperialismo norteamericano. Los 15 han mostrado la completa dependencia del “movimiento nacional" con relación al imperialismo.

Luego de la incursión en la embajada, "los 15" armaron un almuerzo con las entidades del gran capital, entre las que se destacaban la Asociación de Bancos, la Sociedad Rural y la Unión Industrial. La trascendencia de la reunión quedó simbolizada por la asistencia de los presidentes de los grupos empresarios, algo que solo pudo ocurrir porque la reunión contaba con el aval comprobado de Menem.

Aquí los “sindicalistas" dijeron algo muy especial cuando aseguraron que “en un posible gobierno peronista no se empezará por los salarios, sino por la inversión" (La Nación, 10/3).

De un manotazo, los hombres de Menem enterraron el “salariazo” antes de que éste pudiera cobrar vida. El candidato de las desmentidas no rectificó en ningún momento este planteo de tos hombres de su círculo más íntimo. De todos modos, la idea de que la inversión capitalista pueda sacar al país adelante es algo propio de otarios o de avivados, cuando se comprueba la extraordinaria fuga de capitales que ha caracterizado a los últimos quince años, lo que significa la desinversión del esfuerzo realizado por los trabajadores. En el exterior hay alrededor de 46.000 millones de dólares fugados del país y los 15 menemistas pretenden que la patronal nacional lidere una “revolución productiva". Sólo en el mes de febrero escaparon del país unos mil millones de dólares, lo cual ha destruido literalmente la moneda nacional.

La prioridad que se da a la inversión es una promesa nefasta para los trabajadores y para los contribuyentes, pues significa que el Estado brindará subsidios e incentivos a tos capitalistas, que saldrán del bolsillo del pueblo, y por sobre todo que procurará brindarles toda la libertad de explotación en las fábricas.

Es natural que después de semejante almuerzo los “empresarios” apoyen el “pacto social" propuesto por Menem con carácter de ley.

Entretanto, los dirigentes sindicales que se declaran adversarios del grupo de los 15, resolvieron expresar sus diferencias con éstos estableciendo que las negociaciones con la embajada norteamericana y con los empresarios debe pasar por el organismo unificador de la burocracia sindical. Nadie rechazó los planteos de los 15 porque todos saben que son tos de Menem. Y tampoco nadie hizo lo más fundamental aún: poner en marcha un plan de lucha contra este gobierno y contra estos empresarios, que están desatando una colosal carestía y hambreando al pueblo.