“Menem es la última chance que tenemos”
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En el reciente plenario de la Ucedé, Alsogaray explicó las razones de su participación en el gobierno de Menem. Lo que dijo no tiene desperdicio con relación a la caracterización del momento histórico del país que hace la burguesía.
“Hay quienes opinan que la Ucedé debe mantenerse en reserva, expectante, para actuar si el Intento actual fracasa, dijo Alsogaray ¿Han pensado quienes así razonan, prosiguió, qué es lo que viene después de ese fracaso? ¿Pueden especular realmente que en ese caso la Ucedé sería llamada a resolver el problema?
Singular observación la de Alsogaray. No vacila en condenar las perspectivas de su propio partido y aceptar que nunca tuvo posibilidades políticas, a pesar de toda la demagogia que se lanzó en su momento sobre la supuesta “ucedeización” del país. Detrás de un reconocimiento semejante está presente la convicción de que no hay perspectivas para una democracia parlamentaria, en la cual jueguen su rol natural los partidos políticos. Solamente tiene vigencia un partido que tenga ascendencia sobre las grandes masas y que pueda manipularlas (es decir, atomizarlas), a través de la regimentación despótica de sus organizaciones por parte del Estado. Alsogaray ha descubierto al peronismo, algo que ya había dicho Menem. Fuera del peronismo no existe nada para contener a las masas, de manera que el fracaso del actual gobierno (¡por otra parte inevitable!) plantea la posibilidad de un partido de masas independiente de la burguesía.
“No hay retorno de este fracaso” no vaciló en decir Alsogaray, “ya que es la última chance que tenemos”. Efectivamente, Menem es el último recurso del capital contra la lucha de las masas y contra la posibilidad de la revolución socialista. Alsogaray reconoce así que no transitamos un período “pacífico” y orgánico del capitalismo sino un periodo de desintegración naturalmente convulsivo. Confiesa así algo que la propaganda ucedeísta se empeñó en forma permanente de distorsionar: confiesa que el capitalismo atraviesa una fase de agonía, exactamente lo contrario de lo que anuncian sus ideólogos.
“Después de esto no seremos los dirigentes políticos los que vamos a intervenir, sino que serán otras las fuerzas desatadas las qué van a intervenir”, concluyó a su manera Alsogaray. A diferencia de la “izquierda” la burguesía no se hace ilusiones; ni sobre las posibilidades de su régimen político ni sobre la posibilidad de que las masas se adapten pasivamente al hundimiento capitalista siguiendo inconmovibles al peronismo en su fracaso. Alsogaray plantea claramente la posibilidad de la revolución y aun de una guerra civil, lo cual se convierte en una certeza debido a la seguridad del fracaso de la tentativa de gobierno actual.
La gran burguesía se ha reagrupado entonces en torno al peronismo, porque éste es el último recurso preventivo contra la revolución proletaria. En esto consiste la apuesta histórica: contrarrevolución o socialismo, no hay lugar para las fantasías “democráticas” ni para sus “espacios”.