Menem: “Hay que abolir la legislación laboral”
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En las últimas tres décadas la burguesía argentina ha ido desmantelando a través de golpes militares, asesinatos y engaños democráticos la legislación laboral y social conquistada por la clase obrera en 1945/51. El régimen previsional fue fundido por las dictaduras militares y ahora rematado por el gobierno democrático, al punto que una parte creciente del sistema se sostiene con impuestos al consumo. Los convenios de trabajo han desaparecido como consecuencia del trabajo incentivado y los premios a la producción. La contratación temporaria y el trabajo eventual han permitido a las patronales eludir el preaviso y las indemnizaciones. Estas últimas, incluso, han quedado desnaturalizadas al haber sido ligadas al misérrimo salario mínimo.
Pero todo esto parece aún insuficiente al capitalismo por lo que se plantea un nuevo y audaz ataque al movimiento obrero. En esto no hay diferencias entre Menem, Angeloz y Alfonsín.
Precisamente del riñón del menemismo acaba de anunciarse un programa de reformas a la legislación laboral que sirve para ilustrar lo que éste entiende por “revolución productiva". El programa lleva la firma de Eduardo Curia, uno de los principales economistas y probable ministro de Carlos Menem, pero su texto fue aprobado en un plenario del grupo de “los 15”. Armando Cavalieri reveló que "es una tarea -dijo- que nos ha encomendado el compañero Menem y es obvio que esto será llevado a la CGT para su discusión” (Clarín, 4/2). Como no podía ser de otro modo, esta propuesta produjo “una alta aceptación entre los miembros del empresariado” (La Nación, 4/2).
Ni indemnización ni preaviso
Lo que tos hombres de Menem proponen es lisa y llanamente, sustituir la “estabilidad laboral” por la “contratación temporaria”, llevando así hasta el final la tendencia capitalista de los últimos años. El régimen laboral argentino -sostiene el menemismo- “peca” por darle al trabajador “estabilidad” en “contratos de duración indefinida”, lo que no permitiría “adaptar el régimen laboral a las novedosas circunstancias económicas que van surgiendo". Para que haya “movilidad laboral” (léase: despidos masivos) -agregan- sería necesario la “contratación temporaria” pues permitiría eximir a los empresarios del pago de la “indemnización y el preaviso”. Se propone también “desregular” el sistema de categorías en las empresas para “atenuar el costo laboral”, lo que significaría una descalificación del trabajo.
El documento justicialista insiste en reclamar el reemplazo de las categorías de trabajo por la "polivalencia funcional". En palabras simples, que un operario calificado o un oficial realicen cualquier tipo de tarea. También se plantea “contemplar” la realidad de cada empresa “en aspectos ligados a la función de producción, al ritmo tecnológico o a las condiciones de mercado...” La propuesta menemista de crear “zonas francas” en ciertas zonas del país se basa precisamente en el otorgamiento de un conjunto de franquicias, siendo la más importante la no vigencia de las leyes laborales. La propuesta de “desregulación laboral" llevaría a este sistema a todo el país.
Esta propuesta entronca con los planes de racionalización y privatización que impulsan los grandes monopolios. La privatización de las empresas estatales plantea despidos masivos que deberán ser costeados con los fondos públicos, que no se ate a las exigencias de la actual ley de despidos o a la estabilidad del empleo público.
La propuesta propone, además, anular o reducir la contribución patronal al sistema previsional y de subsidios familiares, etc. “El Estado -dice- podría contribuir exonerando parcialmente (a los empresarios) el pago de contribuciones sociales...”, lo cual sería compensado con nuevos impuestos al consumo.
Todo eso no se contradice con el “salariazo” a tres años vista propuesto por Menem, pues una eventual recuperación parcial de los salarios deberá salir de la propia clase obrera mediante la pérdida de sus conquistas sociales y laborales, y el aumento de la superexplotación.
El menemismo se apresta a gobernar sobre la base de este acuerdo de fondo con el gran capital. No es casual que Alsogaray haya saludado la “revolución productiva” de Menem, y que la Ucedé coincida con las ideas renovadoras de Curia y “los 15”.
Ubaldini atacó la propuesta de Curia y “los 15” y la comparó con la metodología antiobrera aplicada durante la dictadura militar, pero la burocracia en su conjunto hace rato que ha aceptado todos los atropellos de la burguesía contra las conquistas sociales, laborales y previsionales.