MENEM LE TEME A SU PROPIA VICTORIA

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Cuando todo el mundo ya daba por enterrado el proyecto de Alfonsín de reformar la constitución, el hermano de Carlos Menem ha salido a pedir la “escupidera”. El martes por la noche los diarios anunciaban que había solicitado al gobierno la reanudación de las negociaciones constitucionales.
Eduardo Menem dio una razón, sobre la que conviene reflexionar, para reclamar este reavivamiento de las negociaciones muertas. Dijo que la reforma de la constitución era necesaria para asegurar la “gobernabilidad”. De este modo echó una sombra de sospecha sobre la firmeza del régimen actual y sobre la vocación democrática del resto de los partidos para el caso de un triunfo del peronismo. Para comprometer a los opositores a no voltear a un futuro gobierno de Menem, el menemismo está dispuesto ya a hacer concesiones
¿Cuáles? Eduardo Menem señaló el acortamiento del período presidencial a cuatro años, es decir el mismo truco que no sirvió para salvarle la vida a Isabel. Calcula que esto acortaría el tiempo de las expectativas de la oposición para un posible retorno al gobierno. Semejante planteo pone de relieve la completa falta de confianza del menemismo en su capacidad para gobernar, lo que en definitiva quiere decir su falta de confianza para resistir las presiones del imperialismo para que se someta a sus dictados.
Menem pretende que a cambio de la reforma que reclama Alfonsín, el radicalismo se comprometa a no hacer bloque con la Ucedé para robarle el triunfo al peronismo en el Colegio Electoral. La movilización del pueblo para defender su eventual triunfo, es reemplazada por Menem por los compromisos con el oficialismo proimperialista.
El gobernador riojano, y especialmente Cafiero, quieren que en recompensa por estas concesiones el gobierno salga a socorrer los Tesoros provinciales, nuevamente en quiebra. De lo contrario son completamente impotentes para dar una salida a la situación, lo cual solo sería posible a costa de los intocables capitalistas.
Pero todo esto a Alfonsín no le hace ni “mu”. Lo que el agotado presidente quiere imponer es la figura del primer ministro, porque imagina que de este modo podrá volver por la ventana cuando lo echen a patadas al radicalismo en las elecciones del año que viene. A Cafiero también le gusta la idea, para pasar de la condición de suplente vitalicio a que lo condenó la última interna del peronismo, a jugar de titular. Para Menem todo esto es aceptar el “harakiri”.
El gobierno ha lanzado la especie de una inminente crisis militar en los últimos días, con la más que probable finalidad de presionar por un nuevo “entendimiento de la civilidad” que lo comprometa a Menem en el sostenimiento de Caridi frente a los “carapintadas”; en un aumento del presupuesto militar y del equipamiento de las fuerzas arma-das por los Estados Unidos; y por sobre todo para arreglar “extrajudicialmente” los casos de los militares que aún enfrentan procesos. La punta de este ovillo es que se acepte reformar la Constitución con el primer ministro adentro.
Cuando todavía faltan ocho meses para las elecciones y quince para que suba el nuevo presidente, Menem está demostrando su impotencia anticipada; es decir el temor a su propia victoria. Por eso se derechiza cada vez más, lo que en el caso del riojano alcanzaría proporciones de “exageración”.
Esta radiografía del organismo político putrefacto de la burguesía lleva a la conclusión inevitable de que hay que formar un frente que agrupe a los explotados, desarrolle la independencia de la clase obrera con referencia a los partidos patronales y el Estado capitalista, y que la convierta en caudillo del conjunto de los oprimidos para consumar la revolución socialista. En estos términos se plantea la función histórica del frente de izquierda.
Recuadro Tapa PO N° 245
SE ACABO LA “PRIMAVERA”
LOS SALARIOS ESTAN “CALIENTES”
Después de la estampida de “remarcaciones” de agosto y del supuesto congelamiento de precios pactado por el gobierno con la Unión Industrial, la carestía ha seguido “floreciendo" a lo lindo. No en vano comenzó la “primavera”. La inflación de “un dígito” prometida por el gobierno fracasó estrepitosamente, como era de esperar. Para octubre se anuncia una mayor carestía, que se atribuye a la suba de la carne. Por hache o por be, el salario sigue sufriendo la acción implacable del enriquecimiento de los capitalistas.
Existe un síntoma adicional que permite percibir el fracaso del “plan primavera”. Las patronales se están quejando de que el dólar está quedando “retrasado”. Pero ocurre que este “retraso” es lo que ha permitido que la suba de precios no haya sido aún mayor. La presión de los capitalistas por una devaluación mayor puede conducir a un epílogo catastrófico de los esquemas de “estabilización” inventados por el oficialismo. Otro dato que actúa, en favor de una mayor inflación es la afirmación de los estados provinciales de que se han quedado sin fondos. La recaudación de impuestos para las provincias ha caído. Si el gobierno abre la canilla del subsidio al interior se dispara toda la situación. Si no lo hace, los trabajadores estatales de las provincias sufrirán las consecuencias.
En estas condiciones tan graves para la clase obrera, la CGT y los sindicatos, es decir la burocracia sindical, se han metido de lleno en la “tregua” con los represores del pueblo en Plaza de Mayo. Qué Ies importa que el salario haya caído un 22% en el curso de los ¡ocho meses! del 88; ellos siguen cobrando sus coimas y ahora obtienen los fondos de las obras sociales. La burocracia sindical es parte integrante de la enorme corruptela que está infiltrada por todos los poros de este régimen de los explotadores.
La rebelión de las bases del Banco Nación, la amplitud de la huelga de los municipales en Capital y Córdoba, el anuncio de luchas inminente, ponen en evidencia que los trabajadores no piensan poner la otra mejilla. Hay que ir a una lucha de conjunto y decisiva. Los macaneos electorales no sirven para “para la olla” en las barriadas populares. Los fines de semana largos son para el lujo de una minoría. Basta de atropellos. Asambleas, congresos de delegados con mandato, planes de lucha, para ir a la i huelga indefinida por un salario mínimo igual al costo de la canasta fa miliar; es decir de 5.000 australes.