Políticas

9/6/1993|393

Menem por la “tangente”

Carlos Menem sigue en la Casa Rosada y no en Devoto por la absoluta y total complicidad del Poder Judicial. No es esto, sin embargo, lo fundamental. Lo importante es que la descomposición de los Altos Tribunales amenaza con colocar a Menem en el lugar que le corresponde.


Cuando María Servini de Cubría cometió la torpeza de denunciar al ex-ministro Arslanian por ofrecerle hace dos años una suculenta comisión si abandonaba su puesto, en la Casa Rosada se agarraron de la cabeza. La Servini de Cubría se hacía acreedora a un nuevo pedido de juicio político por encubrir y silenciar una extorsión con el consiguiente peligro de ser apartada de su cargo. Y en ese juzgado duermen varios expedientes que llevan directamente al Presidente a Villa Devoto.


Está la causa de los guardapolvos que involucra al Secretario de la Presidencia, Eduardo Bauzá. Está el “Yomagate”, de la ex-secretaria de Audiencias de la Presidencia. También la causa de la privatización del Banco de Italia que, si bien involucra a los radicales, comprende también las presuntas operaciones de lavado de narcodólares de la Banca Nazionale del Lavoro, vinculada al BCCI de Gaith Faraon —un hombre y un negocio del riñón menemista.


Por eso la reacción inicial de la Casa Rosada fue “bloquear cualquier intento —ya sea de la oposición o de sectores díscolos del peronismo—  de someter a la polémica jueza a juicio político” (El Cronista, 1/6). Sin embargo, en un giro de 180 grados, y ante las evidencias de que seguir defendiendo a la Servini conducía al menemismo al abismo, Menem dio la orden de admitir que la jueza fuera juzgada pero sólo por el incidente con Arslanian. El “Yomagate” no podía ser reabierto bajo ninguna circunstancia, fue la orden.  El bloque de diputados del PJ votó entonces el juicio político pero sin que abarcara el expediente del narcotráfico. (Para el justicialismo de la Cámara Baja, el Yomagate terminó) (La Nación, 4/6).


Menem respiró aliviado, pero  volvió a perder el sueño cuando tuvo conocimiento de que el juez Martín Irurzun podía pedir el procesamiento del embajador en Brasil, Alieto Guadagni, por haber recibido una buena cometa de la “tangente”  italiana en la adjudicación de las obras del Río Matanzas. Aunque Alieto Guadagni fue ministro de Cafiero, un opositor al menemismo, Menem sabe que Guadagni es hoy un hombre del canciller Di Tella y además, en la “patriada” del Río Matanzas estuvo acompañado de Eduardo Bauzá. El temor a que el secretario de la Presidencia sea procesado llevó al menemismo a impulsar en el bloque de diputados del PJ el juicio político al juez Martín Irurzun, con los ojos clavados en que si Irurzun es apartado de la “tangente”  la causa podría caer en el juzgado de …Servini de Cubría o de Nerio Bonifatti.


Los expedientes judiciales penden de un hilo sobre la cabeza de Menem y las dificultades cada vez mayores para evitar que caigan sobre su cabeza son un síntoma de la crisis de gobierno.


Esta descomposición se ha acelerado por la campaña  de Menem  en favor de su reelección, la cual es resistida por un importante  sector del gran capital, incluidos los privatizadores. Una amplia franja considera que se abrió el período posmenemista, lo que significa que Menem debe pasar al museo de la historia.


Este sector que incluye a los pulpos exportadores ha comenzado a tejer sus alianzas políticas con Bordón, Cafiero, Duhalde, De la Rúa y Angeloz, con vistas a formar un gobierno de “unidad nacional”  que los subsidie. Para salirle al cruce a Duhalde, Menem llamó a votar por Rousselot en la interna del PJ, lo cual terminó por hundir las chances de Rousselot de alcanzar la minoría. “Ahora, claro, no sé si podrá salir la cláusula de la reelección”, le dijo Duhalde a  la revista Noticias  (6/6).No por casualidad la UCR sacó esta semana una declaración abogando por “un tipo de cambio real que facilite las exportaciones”, o sea, la devaluación. A partir de este cambio de caballo,  la reelección pasó a perder “consenso”  entre los explotadores, con lo cual el veto de los pulpos exacerbó aún más las ansias reeleccionistas de Menem. Lo fundamental es que a medida que esta puja y crisis se agrava, los expedientes judiciales vuelven a relucir recordándole a Menem que ciertos límites no se pueden cruzar, so pena de terminar como Collor de Mello o Carlos Andrés Pérez.


La reelección ha dividido al gabinete. Béliz habría tejido una alianza con Cavallo con el lema de “desensillar hasta que aclare”, mientras Bauzá y Corach quieren la reelección a muerte. Esto explica que el Ministerio del Interior no hable de la reelección y Menem tenga que salir a la palestra.  La cuestión de la reelección podría llevar a una crisis de gabinete.


Washington decide


No por casualidad, en vísperas del viaje de Menem a EEUU, los diarios publicaron noticias de la Casa Blanca que revelarían el desagrado norteamericano porque el Cóndor no habría sido definitivamente desactivado. Según La Nación, Menem debería darle explicaciones a Clinton sobre la demora en sancionar la ley de patentes que exigen los laboratorios norteamericanos, el “asunto Cóndor”,  las “imperfecciones”  y demora en la reforma previsional, entre otros tópicos. En lugar de que le tiendan la alfombra roja de la reelección, Menem tendría que dar explicaciones para que Clinton no lo mande “al descenso”.


Claro está que el remate de YPF entretiene a los especuladores, pulpos y bancos por las comisiones de más de 100 millones y por quedarse con los suculentos activos de la petrolera estatal, por un cuarto o quinto de su valor. A través de este nuevo impulso especulativo, Menem pretende ganar el “corazón”  de la gran banca,   pero ésta le responderá con el “bolsillo”.  Desde ya, el gran capital nativo y extranjero descuenta la devaluación del peso y algunos ya hablan del “fin de la convertibilidad”, como el asesor financiero Marcelo Lascano ( Clarín, 6/6), o el alerta de Alvaro Alsogaray de que la inflación de mayo es incompatible con la continuidad del plan Cavallo.


Menem va a Washington a recibir el veto imperialista. El gran capital  quiere prevenir un Collorgate o un “caracazo”,  y preservar la continuidad de esta política entreguista a través de los Bordón, De la Rúa, Duhalde. …Pero el imperialismo yanqui está en crisis y los roces y lucha de camarillas en la burguesía son tan intensos que el gobierno puede deslizarse por la “tangente”.