Políticas

1/2/1994|411

Menem y Cavallo preparan un fraude aún mayor

Todos los días se agrega un nuevo capítulo en el caso Aerolíneas. Cada paso que  Menem y Cavallo dan para tapar este escandaloso fraude, lo pone más al desnudo. Lo que Cavallo y Menem presentan como un enfrentamiento entre el gobierno argentino e Iberia, no es más que un taparrabos de una operación fraudulenta que debería llevar a este dúo a Devoto.


Fraude


“Como el principal estrangulamiento de Aerolíneas es su pasivo, en un 80% contraído por Iberia, en realidad esa deuda es una verdadera trampa que no hace más que encubrir el objetivo de recuperar parte de los recursos dedicados a la operación de compra del originariamente 85 por ciento del paquete accionario que licitó el Gobierno a fines de 1990” (La Nación, 20/1/94).


Aerolíneas fue  vendida a precios de remate, haciéndose cargo el Estado de sus deudas. Sin embargo, a los pocos meses el balance de Aerolíneas presentaba un pasivo superior a los 1.000 millones.  ¿Cómo pudo endeudarse la compañía en tan poco tiempo, si no había hecho ninguna inversión? Sencillamente, los compradores la adquirieron sin plata, hipotecando los aviones. “Sobre 900 millones de dólares de deuda financiera de AA, Iberia es acreedor del 75%” (Clarín, 18/1/94). Por esa hipoteca, Aerolíneas “tiene que pagar anualmente 120 millones de intereses a Iberia” (Clarín, ídem).


Todo esto es de conocimiento del gobierno, quien el año pasado aprobó el balance de Aerolíneas, legalizando el fraude contable-financiero. Pero como además Iberia no pagó ni siquiera a través de préstamos la deuda con el gobierno por la compra de Aerolíneas,  el gobierno decidió cancelar esa deuda con una mayor participación accionaria del Estado en la empresa, que hoy alcanza al 43% .


Ahora, Iberia decidió ampliar el capital de Aerolíneas en 500 millones, porque “de no contarse a tiempo con ese aumento de capitales, la empresa no tendría capacidad de reacción frente a cualquier dato negativo que irrumpa en el mercado”. “No tendría tampoco un colchón financiero adecuado… (y) tampoco podría encarar la ampliacion de su flota de largo alcance…” (La Nación, 18/1).


La jugada de Iberia al ampliar el capital de Aerolíneas, en realidad, apunta a que su socio —el Estado— ponga su parte proporcional, unos 200 millones de pesos, de manera tal que Aerolíneas tenga “colchón” para pagarle a Iberia los intereses fraudulentos. El aporte de capital de Iberia será solamente contable, porque “capitalizará” los intereses fraudulentos devengados. El diario español “El Mundo” señala que “hacen falta 500 millones de dólares que aportar a AA, pero que Iberia desembolsaría una suma inferior capitalizando otros aportes que ha hecho a la empresa argentina” (La Nación, 25/1).


En lugar de denunciar todo este fraude, el Ministerio de Economía instruyó a los directores del Estado a abstenerse en la votación, lo cual plantea dos alternativas: o el Estado pone el dinero,  o lo hace por vía de terceros. Como en este último caso podría aumentar la participación accionaria extranjera y Aerolíneas podría perder su categoría de aerolínea de  bandera nacional, con todos los beneficios que eso implica,  el gobierno dictó un decreto por el que seguiría siendo “de bandera nacional”. Un fraude lleva a otro… De todos modos, nadie va a poner dinero para financiarle a Iberia el pago de los intereses fraudulentos, por lo que la negociación se trasladó ahora a la “cumbre” que tendrán en los próximos días Menem con Felipe González.


Como el gobierno es un rehén y encubridor de los privatizadores, habrá con seguridad nuevos aportes del Estado en salvataje de Iberia, o bien el menemismo podría cambiar “de bandera” y permitir que las compañías norteamericanas se hagan cargo de Aerolíneas. No en vano, en una carta a Felipe González, Menem le insinúa esa alternativa porque  le dice que “quisiera también manifestarte la importancia de despejar toda duda acerca de la posibilidad de que la administración argentina apoye una solución que sustituya a Iberia por otro operador internacional” (La Nación, 21/12/93). El problema es que Iberia, para abandonar Aerolíneas, exige 600 millones, cuando pagó en bonos el equivalente a 200 millones. Una ganancia del 200% en dólares para una empresa vaciada y quebrada es un milagro de la “iniciativa privada”.  Para que Iberia pueda realizarla, Menem le envió otra carta a Felipe González en la que le propone vender la totalidad de los activos de Aerolíneas, a través de “un banco internacional de primera línea”, con lo cual se saldaría la deuda “respetando los privilegios correspondientes y distribuir el remanente, si lo hubiera”, según reveló el diario madrileño “El País”.  Esto significa que el Estado vendería su 43% pero no recibiría ni un peso por las acciones que vendería, porque el producido de la venta iría enteramente a pagar la deuda ficticia con Iberia.


Como se ve, la “crisis” de Aerolíneas no tiene nada que ver con la crisis mundial de la aeronavegación. La Nación lo dice sin pelos en la lengua : “Digámoslo francamente: si está pasando lo que pasa es porque AA es un buen negocio” (21/12/93). Si lo sabrá Iberia, que compró Aerolíneas sin poner un peso, la vacía a razón de 120 millones anuales, además “Iberia sobrefactura varios servicios que vende a Aerolíneas” y “refinancia el pasivo de corto plazo a Aerolíneas, pero a tasas fuera de mercado” (Clarín, 29/10/93).


Aerolíneas es tan sólo una muestra de las privatizaciones, porque el Estado financia con subsidios la privatización de los subtes y el ferrocarril,  y en las llamadas privatizaciones “rentables” el Estado ha asegurado tarifas altas, dolarizadas, en mercados cautivos. Los petroleros reclaman ahora una rebaja en el porcentaje de las regalías y subsidios para encarar la exploración. En siderurgia, el gobierno elevó los aranceles para que Techint pueda vender más caro el acero y asegurarse el mercado argentino y suculentas ganancias. Cavallo acaba de elevar la cotización de los Bocones para las futuras privatizaciones, lo cual abarata el precio de venta de las acciones o empresas aún en poder del Estado. Hay una fenomenal intervención del Estado para salvar a las privatizaciones del naufragio y socorrer a los pulpos. Además, los grandes pulpos endeudan a las nuevas compañías y siguen sin aportar dinero propio, porque cuando estalle la crisis reclamarán la estatización de las deudas, como lo hizo Cavallo en 1982.


El Partido Obrero propone una solución más barata: anular las privatizaciones, terminar con los subsidios y las tarifas usurarias, desconocer las deudas y poner a todas las empresas bajo control de los trabajadores.