Políticas

10/7/2008|1045

EL CONFLICTO RURAL

Mercosur: Des-unidos más que nunca

La XXXV Cumbre del Mercosur que concluyó la semana pasada en Tucumán volvió a poner sobre la mesa las profundas divergencias que carcomen a las burguesías de los cuatro países socios y los tres adherentes.

Aunque todos los presidentes posaron para la foto, los parlamentos de Brasil y Paraguay todavía no aprobaron el ingreso de Venezuela como miembro pleno, cuando ya pasaron dos años del pedido formal. Tampoco avanzó la incorporación de Bolivia, y Chile sigue más atado al acuerdo de libre comercio con EEUU o Japón que al Mercosur.

Tampoco se habló del Fondo de Compensación a los países más chicos (Paraguay y Uruguay), que se había discutido en cumbres anteriores.

Sin resolver los problemas previos, la reunión sumó otros, porque puso de manifiesto nuevas divergencias cuando se abordó la cuestión del código aduanero común.
Prácticamente hubo un frente común de Brasil y Uruguay contra el gobierno argentino por el tema de las retenciones. Tanto Lula como Tabaré plantearon que deben estar condicionadas a la aprobación de todo el bloque.

Las exportaciones argentinas tienen retenciones diferenciadas. Por ejemplo, para el trigo es del 28% y para la harina del 18%. Esto plantea varios choques intercapitalistas. A la burguesía argentina triguera, este diferencial les reduce el precio interno de venta en beneficio de los molinos y, en mayor escala, de los industriales, como Arcor y otros. Estos compran harina a un precio más bajo y exportan galletitas a precios internacionales, sin retenciones.

La burguesía industrial argentina y los molineros defienden a muerte esas retenciones porque les aseguran una rentabilidad extra (“no por el valor agregado”, como dice la prensa).

Dentro del Mercosur, los molinos brasileños siempre se opusieron a las retenciones argentinas porque esa diferencia de 10 puntos favorece el procesamiento del trigo argentino en los molinos argentinos o que el cereal se termine exportando en la forma de galletitas y otras variedades.

El ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, graficó esta puja de intereses capitalistas. “Un fabricante de galletitas en Uruguay tiene que pagar la harina a precios internacionales, mientras que en la Argentina está favorecido por un precio interno deprimido por las retenciones”, aseguró Sanguinetti.

Las posiciones de Lula y Tabaré entroncaron con los reclamos de la patronal agraria de Argentina.

En tanto, en la Organización Mundial del Comercio, Argentina estrechó lazos con India para oponerse a… Brasil. Lula consideró, en cambio, que era una “buena base de discusión” la propuesta europea de que sectores “sensibles” de la agricultura queden fuera del programa de reducciones arancelarias (diario Valor, 12/6). A los mandantes del ex metalúrgico le interesa, por sobre todo, que Europa y Estados Unidos no le traben la exportación de bio-combustibles.

Como se puede ver, la competencia entre capitalistas es incompatible con la unidad latinoamericana.