Un relevamiento privado sacó a la luz que en el precio del kilo de pan en la Argentina está entre los más caros del mundo, a pesar de que la elaboración del mismo no contiene insumos que no se produzcan en el país. En este cuadro, el gobierno ajusta y cierra comedores populares y beneficia a los negocios de los exportadores por sobre las necesidades de los trabajadores.
Según el estudio difundido por la consultora Miglino & Asociados, en base a un seguimiento del precio del pan en 900 locales de venta del país, el promedio del precio del kilogramo de pan se ubicó en 2 dólares, colocándolo entre los más caros del mundo.

El titular de la consultora, Javier Miglino, destacó que esta situación resulta un tanto paradójica dado que “el pan es harina, levadura, agua, horno y un poco de maña, está claro que nos están robando”.

Para llegar a la conclusión del precio promedio del pan en la Argentina, la consultora tomó como referencia el tipo de cambio oficial a $800, y los valores publicados en almacenes, panaderías y supermercados del pan tipo baguette de 250 gramos.

Las razones de este sin sentido no puede explicarse por la presencia de insumos internacionales y/o materias primas que escaseen en el mercado, debido que a que Argentina se encuentra entre los mayores proveedores de trigo y sus derivados a nivel internacional.

Se estima que esto es consecuencia directa de la liberalización de las exportaciones y la internacionalización de los precios en beneficio de los exportadores, quienes acceden a divisan extranjeras y remarcan los precios local según sus expectativas de colocación en el extranjero.

Esta situación también deja al descubierto la infamia de las grandes productoras y comercializadoras, quienes vienen presionando por la liberalización de precios para hacer frente a la “suba de costos”, cuando los precios en el mercado interno no tienen nada que ver con los valores reales de producción.

Cabe aclarar que al tratarse de un alimento esencial e infaltable en las mesas de las familias obreras se vuelve muy difícil su reemplazo por otros productos “similares”, y menos aún su total supresión, siendo que en general sirve para acompañar comidas que ya vienen siendo ajustadas por las subas generales en los precios de los alimentos de primera necesidad.

En este contexto, el gobierno nacional y su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, desenvuelven una política criminal contra los comedores populares, cortando el abastecimiento directo de alimentos secos y cerrando miles de comedores populares en todo el país, ante un crecimiento de la demanda de mayores comensales y de las necesidades alimentarias de la población trabajadora.

Por estas razones algunas organizaciones piqueteras se encuentran convocando a una jornada de lucha nacional para este jueves 8, contra el ajuste del gobierno en los alimentos y el cierre de comedores populares.

La política de Javier Milei solo beneficia a los grandes capitalistas, empobreciendo a millones de trabajadores. Los aumentos excesivos en el pan y los alimentos dan cuenta de esto: el pueblo paga con el hambre los negocios de un puñado de exportadores.

Para revertir esto debemos profundizar la lucha de ocupados y desocupados por trabajo genuino y por la recomposición general de los salarios y jubilaciones; a la vez que se requiere la apertura de libros de las empresas de toda la cadena al control obrero, desde los productores hasta las alimenticias y comercializadores, y la nacionalización del comercio exterior, como medidas para garantizar el pan en las mesas argentinas a base de un plan económico de los trabajadores hacia una reconfiguración general de la economía sobre nuevas base sociales.

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