Políticas
13/5/2021
Hidrocarburos
Mientras las petroleras informan mayores ganancias, la burocracia firma una paritaria ruinosa
Superexplotación laboral, naftazos, y aumentos salariales desfasados de la inflación.
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Las petroleras han informado grandes ganancias en el primer trimestre del año. Desde YPF, la que posee mayor cantidad de producción, hasta las más pequeñas como Vista Oil, que dirige Miguel Gallucio (exCEO de YPF con CFK). El motivo: superexplotación laboral y naftazos por encima de la inflación. Esto se sostiene gracias a los acuerdos ruinosos firmados por la burocracia sindical petrolera, como la paritaria 2021-2022 que acaban de cerrar.
Las compañías destacaron que lograron una fuerte rebaja de sus costos operativos, que se combinó con alzas del precio de los combustibles en el caso de YPF y con la exportación del crudo con la cotización del barril en alza en el caso de Vista Oil. Esto tras un 2020 casi sin inversiones nuevas, pero produciendo lo mismo con dotaciones inferiores a las habituales.
YPF informa que en este primer trimestre su Ebitda (ganancias antes de descontar impuestos) se cuadruplicó respecto al mismo período un año atrás. Es decir que los resultados operativos se multiplicaron por cuatro antes de contar los pagos de intereses de su deuda, impuestos y la amortización de capital. No se debe a una mayor inversión sino a una mayor productividad impuesta a los trabajadores, como reconoce la propia empresa al sostener que sus costos operativos (salarios, cantidad de operarios, equipos) han bajado un 21% interanual.
Prácticamente nada de ese “ahorro” fue a inversiones. La petrolera de mayoría accionaria estatal lo utilizó para reducir su deuda en 324 millones de dólares, es decir que aprovechó la flexibilización laboral, la reducción salarial y los despidos y suspensiones durante la pandemia para cumplir con la banca y los fondos de inversión acreedores, que a su vez impusieron una renegociación usuraria de la deuda.
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Otra paritaria ruinosa
El sindicato petrolero de Neuquén, Río Negro y La Pampa, conducido por Guillermo Pereyra, y otros sindicatos del resto del país, acaban de firmar con las cámaras patronales la paritaria 2021-2022 y el cierre pendiente del 2020-2021 vencido hace dos meses. Los que presentan como “un muy buen acuerdo para los trabajadores” es en realidad una paritaria a la baja que precisamente sostiene esta baja de “costos operativos”.
En todos los casos, los porcentajes de aumento son sumas no remunerativas. La paritaria 2019 fue cerrada en octubre del 2020 (siete meses después de vencer) con un 16,2% no remunerativo sobre los salarios de marzo 2019. Una desavalorización salarial descomunal. Y se acordó un 15% (10% en marzo y 5% en abril de este año) para la paritaria 2020-2021.
En el acuerdo firmado ahora se asigna un 30% más para cerrar la paritaria 2020-2021 con un 45%, no remunerativo, que será pagado en tres cuotas (15% en junio, 7,5% en agosto y 7,5% en octubre). En la medida que cubre períodos de carestía varios meses después de ocurrida ésta, otra vez termina por detrás de la inflación. Las patronales pagan salarios devaluados en un período durante el cual los tarifazos en combustibles son muy superiores a cualquier acuerdo salarial (YPF aumentó cerca de un 60% sus precios en surtidos desde agosto).
Hace años que las direcciones sindicales petroleras conceden seis o siete meses de ventaja a la inflación a la hora de cerrar paritarias salariales. Lo mismo ocurre con la paritaria 2021-2022, firmada ahora en un 35% no remunerativo que se pagará en tres cuotas: la primera del 15% recién será en enero del año entrante, luego un 10% en marzo y otro tanto en mayo de 2022.
Es una verdadera demolición del salario. Desde inicios de 2019 hasta mayo de 2022 (39 meses) los petroleros tuvieron “aumentos” tardíos (del 16,2% + 15% + 30% + 35% = 96,2%), mientras que entre marzo 2019 y marzo 2021 el índice IPC de Neuquén lleva ya un 122% de incremento. Es decir que al día de hoy los obreros del petróleo ya perdieron respecto a la inflación alrededor del 25% del valor adquisitivo de hace dos años atrás. Aún deberán perder la evolución de la inflación hasta mayo del 2022, en medio de una aceleración de las subas generalizadas de precios.
Las ganancias que reportan las petroleras son resultado de las entregadas de las burocracias sindicales y el nivel de superexplotación laboral en los yacimientos. El ajuste y la reforma laboral que exige el FMI y los buitres internacionales hace rato que se está aplicando contra los obreros petroleros. Más que nunca urge la organización de los trabajadores sobre bases clasistas para expulsar a la burocracia sindical; y la lucha por una alternativa política independiente, que dentro de un plan de desarrollo nacional elaborado y dirigido por la clase obrera incluya la inversión productiva partiendo de abrir los libros de las empresas y nacionalizar la industria de los hidrocarburos.
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