Políticas
11/8/2025
Variaciones en Rojo
Milei, el fascismo, las palabras y las cosas
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Milei en Fundación Faro.
Espero que no hayan extrañado este newsletter el fin de semana pasado. Si lo hicieron, me siento feliz: quiere decir que les gusta. No obstante, hay una mala noticia, debo notificar, porque la sinceridad es un valor troncal de esta entrega. Durante un tiempo vamos a salir dos veces por mes. Hay que ir acomodándose.
Somos de izquierda. Hablamos hoy mucho de la derecha. Vamos que vamos.
#1 Milei, el fascismo, las palabras y las cosas
Debo admitir al lector que el primer apartado no está libre de pecado: se basa en un hecho que me produjo, a la vez, indignación y gracia. No es común que el enojo y la risa caminen juntos: fue el caso, perdón, no siempre uno lo maneja.
El evento de la Fundación Faro, el think tank de la ultraderecha argentina, dejó tela para cortar. Tomado seriamente, debería sugerir un debate y un combate político agudo. Los intentos por propagar las ideas por lo menos cercanas al fascismo a través de 24 embajadores, en lo que el propio gobierno llama “batalla cultural”, amerita una atención. A veces es difícil tomarlo con rigurosidad, pero si uno ve la inserción mundial de estos grupos, conviene no sonreír tanto. Como el material era tan amplio opté por un método democrático: seleccionar recortes que ellos mismos subrayaron, para evitar sacadas de contexto. Vamos con las mejores frases.
Javier Milei: "Imaginense la de la igualdad en un equipo de básquet. Claramente los que son más altos tienen alguna ventaja, Entonces, ¿qué harían?, ¿le cortarían las piernas hasta que queden todos iguales de altura que Mike?"
El Presidente de la Nación, más allá de comparar de manera no muy precisa la vida en la sociedad capitalista con un partido de básquet, omite una dinámica. La sociedad no se maneja ni por un hecho fortuito de la realidad, ni por una característica física, sino por una relación social de explotación. Esto es, entre otras cosas, un robo en donde una minoría extractora de plusvalía usufructúa el trabajo de una mayoría que sostiene a esa élite explotadora. No es una “ventaja”, sino un afano. El laburante, con su trabajo, se paga el sueldo y abona a la ganancia de su explotador. El socialismo plantea, como perspectiva, la sociedad sin clases, el fin de la explotación, no la igualdad física. Es como si un equipo de pocos jugadores tuviera pelota, equipo y cancha, y el resto mirara desde afuera, sin valor ni vestimenta. Aun así la metáfora es imprecisa.
Miguel Boggiano: “No podemos romper el vínculo entre el esfuerzo y el premio, no hay premio sin esfuerzo. Esta es la batalla cultural. Y la izquierda pretende tomar de aquellos que se esfuerzan y trabajan para darles a los que no".
Quizás Miguel Boggiano, integrante del consejo de asesores de Milei e histórico militante de la ultraderecha Argentina, no tenga en claro los detalles del empleo en el país. Un informe de mayo de este año del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas de Claudio Lozano, con información de la Encuesta Permanente de Hogares, expresa que 2,5 millones de personas trabajan 16,8 horas diarias, que 5 millones que están por encima de las 45 horas semanales y que el pluriempleo es récord, con un 12,4%. Todo con un salario mínimo (solo por citar un dato) que está en un tercio que el último año del gobierno de Alberto Fernández.
Un reciente estudio de la consultora Synopsis indica que la mayoría de los grandes gremios perdieron contra la inflación en el primer semestre de 2025. Anda a explicarle a esa gente que no se esfuerza. Mientras tanto, ¿cuánto transpira la Sociedad Rural, a la que le bajan las retenciones, o los agentes del capital financiero, que embolsan los números del carry trade? ¿Cuánto esfuerzo hace Mekorot para tener el control que tiene del agua en la Argentina? Lejos de esto, hay un pasaje de transferencias de unos a otros: el ajuste no es neutro. Dice Sofía Hart, en Prensa Obrera de esta semana, a partir de un informe del Mirador de la Actualidad y el Trabajo en la Economía (Mate): “El estudio revela que, como resultado del techo a las paritarias fijado por el gobierno y acatado por las burocracias sindicales, desde noviembre 2023 el salario real del sector privado registrado cayó 8%, mientras que el del sector público se desplomó 22%. Así las cosas, en la era Milei, el denominado "costo salarial" se redujo en $61,8 billones; consagrando una inmensa transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los capitalistas”.
Diego Recalde: "El militante de izquierda, en líneas generales, se asume como incapaz de generar riqueza, es decir como incapaz. Solamente ve que la puede tener si la saquea (...) Yo no hablo de ajuste. Hablo de gesta patriótica, porque estamos cortando las cadenas de este Estado opresor y esclavista que vino a someter al sector privado para que un millón de ´estatetales´ la pase bien con nuestro esfuerzo”.
Vale la concesión de que la riqueza ni la genera ni la deja de generar un militante, sino un trabajador. Así funciona el mundo, le guste a quien le guste: cada vez que hay un paro, cualquier gobierno calcula y hace difundir a través de su aparato comunicacional que se perdieron tantos millones de pesos. Es la demostración más tajante, desde una perspectiva patronal, de que la primera afirmación es correcta. Sin trabajo, no hay riqueza. Sin patrón, puede haberla tranquilamente. Sobre el sometimiento, la casta, entendida como tal, es el resultado de un sistema y está a sus órdenes. El Estado responde a una clase, pregunten sino a quién le manda la policía un gobierno cuando hay una huelga: jamás vi que las fuerzas federales pidan que se salden las conciliaciones obligatorias pagando mejores salarios o reincorporando gente. La burguesía siempre se caracterizó (entre otras cosas) por ser la clase dominante que domina su Estado de forma indirecta. Yendo al anecdotario, más allá de las examinaciones y análisis, resuena un tema curioso: los principales ministros de Milei viven de la política y del Estado hace rato. Por citar tres, a quienes nadie puede endilgarles perjuicios al sector privado: Patricia Bullrich, de los últimos treinta y dos años, tuvo algún puesto en veinte; Federico Sturzenegger, hizo lo propio en diecisiete de los últimos treinta; Luis “Toto” Caputo, en cinco de los últimos diez.
Axel Kaiser: "Cuando ustedes se enfrentan a un kuka, enfrentan a un socialista o a un comunista, ¿Se han dado cuenta de que es imposible hacerlo razonar?". Da lo mismo cuánta evidencia vos muestres. No ceden en su posición. Son fanáticos porque son seguidores del padre de los parásitos mentales en la idea de que ellos conocen la verdad absoluta y tú estás bajo un engaño, entonces no tienen nada que conversar contigo. ¿Cuál es la alternativa? La violencia. Por eso son más violentos que nosotros, que creemos en el diálogo y en la democracia deliberativa.
Esta sí es para la risa. Citamos una investigación solo para no perder rigor periodístico, pero ni hace falta: un estudio del portal chequeado.com encontró 1051 insultos, agravios o descalificaciones públicas del presidente entre diciembre 2023 y febrero 2025 (2,4 por día). “Zurdos de mierda”, se hizo slogan. Igualmente, eso son solo palabras, estamos hablando de un gobierno que manda a pegarle a los jubilados todos los miércoles.
Javier Milei: "Si no se llegara a fin de mes la calle estaría llena de cadáveres"
Se va a morir de literalidad el presidente. Un informe (Centro de Estudios para la Recuperación Argentina) de esta semana indica que las ventas con tarjeta de crédito en supermercados (una forma muy concreta de financiar este mes con el siguiente) crecieron al 46%, es decir, casi la mitad. Un estudio de la consultora Zuban Córdoba, en base a un sondeo de 1400 personas, llegó a la conclusión de que 63,7% de las personas considera que no llega a fin de mes y el 89,3% que necesita mejores sueldos. Sobra mes a fin de sueldo.
Luis Caputo : "La izquierda le inculcó parásitos mentales a la gente"
La última frase requiere una examinación un poco más aguda: es una frase abiertamente fascista, como lo son una infinidad de expresiones de la terminología mileista. Un análisis político trae consigo una discusión interesante. ¿Es fascismo lo que hay en el mundo y en los lugares? En caso de que no, ¿cuál es la relación entre esta conceptualización discursiva permanente y la lógica fascista?
Sobre esta temática, alrededor de este concepto, apareció lo que considero un interesante debate. Uno de los impulsos del mismo se dio a partir de intervenciones de José Natanson, director de Le Monde Diplomatique (Cono Sur) y Mariano Schuster, periodista, editor de la revista Nueva Sociedad. Son tres notas (dos del primer autor, uno del segundo, las pegamos al final) en el Le Monde Diplomatique.
Natanson plantea, palabras más, palabras menos, que la palabra fascismo no es adecuada, no solo porque no define de manera precisa al régimen de Milei ni ninguno de los similares, sino porque su intervención política no permite ampliar la base de una oposición al gobierno libertario. Schuster, por su parte, entiende que más que considerar las definiciones finas conviene centrar el foco de la utilización de la palabra a partir de la convivencia entre la “precisión histórica y resemantización política”, en “las prácticas discursivas y políticas del siglo XXI”. Ver si sirve para canalizar una oposición. O si no.
Ambas cosas revisten importancia: la definición del fascismo para caracterizar a los regímenes políticos de la actualidad (las llamadas “nuevas derechas”) y el nivel de eficacia que trae consigo esa nomenclatura como significante para una pelea política. Alguna vez el lingüista marxista Valentin Voloshinov patentó la frase “el signo es la arena de la lucha de clases”. Ningún vocablo se entiende sin un contexto y, agregamos nosotros, sin una polémica. Las diferencias entre el régimen fascista de Hitler o Mussollini y estas experiencias (Milei, Trump, Bolsonaro, Orban, Vox, Bukele, etc) son claras, pero más bien vale ver por qué lo son y qué queremos decir con lo que queremos decir. Muchas palabras difíciles juntas.
Que hay diferencias entre estas experiencias con respecto a los años 30 es algo objetivo. El historiador Enzo Traverso, hace unos años, enarboló el concepto “posfascismo”, colocando cuestiones comunes con el pasado pero diferenciándolo en determinados elementos: el anticomunismo, fuerte en aquel momento y no tan fuerte hoy, no por vocación pero sí porque el comunismo no refleja una amenaza tan grande a nivel mundial; el antisemitismo, cambiado en la actualidad por la islamofobia; el antiutopismo actual, que coloca el anhelo en el pasado y no tanto en el futuro (Make America Great Again, de Trump; volver a la década del 10, de Milei, etc.) y otras diferencias.
Traverso plantea, además, que hay una distinción en la relación de las elites con cada uno de estos movimientos. “Durante los años 30, el miedo al comunismo empujó a las élites europeas a aceptar a Hitler, Mussolini y Franco. Como han señalado diversos historiadores, dichos dictadores ciertamente se beneficiaron de sendos errores de cálculo cometidos por los hombres de Estado y los partidos conservadores tradicionales, pero no hay duda de que sin la Revolución Rusa y la Gran Depresión, en medio del colapso de la República de Weimar, las élites económicas, militares y políticas no habrían permitido a Hitler tomar el poder. Hoy, en Europa, los intereses de las élites económicas están mucho mejor representados por la UE que por la derecha radical”. Sin tomar como propio el planteo (algo que podríamos analizar en detalle otro día), pienso que la pista pasa por acá.
“El fascismo tiene lugar cuando la burguesía ya no tolera medidas a medias y busca una salida a su propia crisis librándose definitivamente de cualquier presión o resistencia de las organizaciones obreras”. La frase es del libro Por qué fracasó la democracia, de Gabriel Solano, tomando como propia la perspectiva marxista sobre el asunto. Cualquier sistema social tiene que ser analizado, desde nuestra perspectiva, a partir de un análisis de clase: no hay regímenes fascistas porque hoy la burguesía o sus fracciones predominantes no consideran que amerita que esos regímenes tomen forma. Por supuesto que hay similitudes: pasan por canalizar “por derecha” la crisis de lo que habitualmente se considera la democracia liberal, en tanto los partidos tradicionales fracasaron en dar una salida a los problemas generados en un escenario de decadencia capitalista. Las perspectivas “anti-woke”, que apuntan a aplastar conquistas populares, luchas y buscar tomar como chivos expiatorios de los problemas existentes, deben verse en esa perspectiva. Por eso Milei acusa al feminismo o a la lucha ambiental de los inconvenientes sociales.
La pregunta sobre si conviene o no acusar de fascistas a estos regímenes amerita otro tipo de atención. Una palabra puede ser progresiva o regresiva según su lugar en una lucha política. La movilización del 1F contra Milei, caracterizada como “antifascista”, marca que, tomado por las masas, el significante pertinente puede tener una perspectiva aglutinadora de una lucha. Eso permite ordenar una pelea. Se vuelve un canalizador.
No obstante, algo distinto ocurre si esto es tomado desde la dirigencia política tradicional. La llamada “casta”. La misma palabra que puede vehiculizar una lucha puede ser una extorsión. Cuando el peronismo habla de “antifascismo” le exige a las organizaciones políticas ir como furgón de cola de su armado. Usa a Milei como excusa. No importa que el PJ haya aportado votos a las leyes de Milei, que gobierne (como ocurre) hace casi cuatro décadas la provincia de Buenos Aires (34 de los últimos 38 años), que venga de una debacle total a la clase trabajadora con el gobierno de Alberto Fernández. La misma palabra al servicio contrario. Además, curioso y hasta simpático si no fuera grave, no utilizan la misma acepción para la lucha cotidiana contra Milei: si son tan antifascistas, ¿por qué no van o se sacan una foto cada muerte de obispo con los jubilados los miércoles? Dime qué haces, qué dejas de hacer, y te diré qué intereses defiendes.
Lo dijo Gabriel Solano, en el libro ya citado: “En la historia de los siglos XX y XXI es muy común que la aparición de fuerzas de fascistización lleve a la izquierda a defender el régimen social actual e incluso a los partidos ´democráticos´ de la burguesía (...). Semejante hecho es una torpeza política que favorece la canalización por parte de la fuerza de Milei del descontento de la población ante el fracaso del nacionalismo burgués en el poder”.
#2 Cuento palestino
Vamos con un relato ficcional, en homenaje a la marcha de hoy y a la lucha del pueblo palestino.
Guido Orefice en Medio Oriente
En la casa de Ahmad no había cuadros ni retratos. Solamente cemento agrietado, gastado. Ahmad no tenía muy claro dónde estaba su casa. Era esa y no era a la vez. Difícil verlo: todo estaba siempre oscuro. El sol se encontraba solo afuera.
Su padre lo había desafiado: le dijo que por cada ruido fuerte que escuchara del exterior, el que sonreía más rápido ganaba. Ahmad aceptó. Nunca fue de importancia lo que estuvieran haciendo en el momento: había que mirarse y reírse rápido. El que construía la figura sonriente en el rostro con mayor velocidad ganaba un punto. Llevaron la cuenta durante un año.
La película favorita del padre siempre fue La Vida es Bella. “A mí me hace feliz”, salía a decirle a todo aquel que le indicara que el film era triste. Lo que le generaba gratitud, explicaba, era que Guido Orefice (personaje desempeñado por el actor italiano Roberto Benigni) siempre se las ingeniaba para estar contento a pesar de las peores circunstancias: una persecución constante sobre sus hombros por ser judío, un campo de concentración en el que se lo separó de su esposa y se lo obligó a vivir con su hijo en condiciones paupérrimas. Orefice siempre se reía. “Es fácil ser feliz cuando todo está bien, la felicidad verdadera es cuando las cosas están mal”, solía comentar el padre de Ahmad.
La inspiración para el juego la sacó del personaje: sonreír, en las buenas y en las malas. Era un ping pong de una competencia tenaz, al punto de llegar a un parejo 253 a 252, en favor del padre. Los bullicios, mientras dormían, no se contaban.
Esta vez, el ruido se escuchó demasiado cerca. El hombre no tuvo opción que dejar de prestarle atención al juego. “Empaté, papá”, le advirtió su hijo, mientras salía a la calle Al Dahshan, donde vivían, en la zona de Jabalia de Franja de Gaza.
Ahmad, del lado de adentro, escuchó un ruido más. “Ahora voy ganando”, le gritó a su padre, que estaba en la vereda y a quien jamás volvió a ver.
#3 La universidad, en el fondo del mar
El presupuesto universitario es el segundo más bajo de este siglo: 0,5% del PBI, solo un poco por encima del 2005 (0,49%).
El presupuesto educativo nacional total es el más pobre de los últimos 25 años (0,7% del PBI) y el segundo más disminuido de la democracia (0,6% en 1992).
La caída presupuestaria, en dos años, es del 47%.
El área de Ciencia y Técnica tuvo un decrecimiento de la partida del 45,4%.
La cifra de docentes que abandonaron sus cargos en estos dos años es de 10.000.
Los salarios cayeron no menos de un 45% y están 1,7% detrás del 2002.
Los hospitales universitarios no tuvieron aumento alguno.
Las Becas Progresar se deterioraron un 50% hasta diciembre de 2024.
Este lunes debería empezar el segundo cuatrimestre en la universidad pública. No ocurrirá con normalidad, y está bien que así sea, por un parazo de los docentes que no se bancan esta situación. Los científicos, que la rompieron con el streaming desde el fondo del mar, hicieron un acampe en el Polo Científico y se preparan para seguir la pelea. Viva su lucha.
#4 Otras yerbas
Las notas citadas sobre el fascismo las coloco acá, acá, acá y acá.
Cito la nota a la que hice referencia sobre Gabriel Solano en Por qué fracasó la democracia, pero recomendaría a todo el mundo que lea el libro completo.
La nota de Sofia Hart en Prensa Obrera, pueden leerla acá.
Sobre Palestina, hay muchas elaboraciones significativas. Quiero recomendar, entre todas ellas, la intervención de Vanina Biasi, en apertura de la IV Conferencia Global por el Derecho al Retorno del Pueblo Palestino, en Irak. Procesada por la casta judicial, amiga del sionismo y de los dueños del poder al que tanto ella molesta.
Los datos para la pastillita de la universidad los saqué de este artículo. Y, si hablamos de universidad, esta nota de Martina Sarubbi aporta de forma significativa.
Mis compañeros de la Unión de Juventudes por el Socialismo lanzaron su Congreso Nacional. El Manifiesto no tiene desperdicio.
