Políticas

26/7/2022

Milei quiere un ajuste “fuerte”, pero le teme a la reacción popular

Pregona que solo así se puede evitar la quiebra del país.

Captura de la entrevista en A24.

El diputado liberal Javier Milei se refirió en televisión al salto que pegó la crisis nacional, y aseveró que “estamos al borde de una explosión colosal”, ya que los indicadores sociales de la economía “son peores que los del 2001”. También dijo que el desequilibrio monetario “es el doble que el que teníamos en la previa del Rodrigazo”, por lo que, siempre refiriéndose a la crisis social, “esto va a terminar a las trompadas”. Postuló que “la única manera de salir de esto es un fuerte programa de ‘estabilización’, con una fuerte reducción del gasto público”. En criollo, más ajuste.

Milei dijo también que en el gobierno “nadie tiene credibilidad” para este cometido, aunque convidó una precisión en la que dejó entrever que tiene muy claro cómo ese programa de ajuste terminaría por ahogar a los trabajadores y las mayorías populares. Al referirse sobre Alberto Fernández como un “cadáver político”, dijo que podría hacer valer esa condición para llevar un “gesto patriótico” y hacer “todos los ajustes necesarios para dejar una economía limpia”. Quien lo lleve adelante pagará el altísimo costo.

El argumento es, precisamente, el mismo que se dijo en 2001. Que para evitar la quiebra a la que caminaba el país había que avanzar en la ofensiva ajustadora. Pobre de Milei si verdaderamente piensa que una política de shock para aplicar el programa fondomonetarista evitará el estallido al que se refiere como las “trompadas” en lugar de acelerarlo. Puede preguntarle a su adulado López Murphy, que vino con un plan de guerra bajo el brazo como ministro de Economía de La Alianza en 2001, y solo dos semanas después se lo llevó puesto el proceso de lucha abierto que precedió a la rebelión popular de diciembre. Lejos de esquivarlo, la profundización del ajuste le pavimenta el camino. Pero su miedo a eso que define como “las trompadas” es el gran temor no solo de Milei, sino también de los Macri, los Bullrich, los Alberto Fernández, los Cristina y, si se quiere, hasta los Grabois: que los trabajadores intervengan en la crisis como intervinieron en el Argentinazo, con una oleada de piquetes, movilizaciones y huelgas tanto previas como posteriores a la rebelión popular, mandando a volar a un gobierno hambreador y poniendo contra las cuerdas al régimen político de pejotistas, radicales, frepasistas, aliancistas y demás yerbas que acudieron al rescate de los capitalistas responsables de la crisis.

Milei no puede ocultar, además, que es parte del problema. La crisis del 2001 fue el resultado final de la Convertibilidad menemista y aquel “1 a 1” sostenido a fuerza de privatizaciones que tanto le elogió a Cavallo, a quien definió como el “mejor ministro de Economía de la historia”, y que fue también en los años que gobernó De la Rúa el artífice del Megacanje, el Corralito y todo el operativo de salvataje del capital a costa del saqueo y el hambre de los trabajadores. Aquellos que Milei reivindica como el “camino a seguir” son los que nos condujeron a ese abismo.

De hecho, yendo más lejos, él mismo nombró con loas a Celestino Rodrigo, el ejecutor de un ataque sin precedentes contra los trabajadores en el ‘75 en medio de la crisis al que denominó “sinceramiento frente a la inflación”. En su recorrido histórico también se refirió a la hiperinflación de Alfonsín en el ‘89, señalando que hoy los pasivos remunerados del Banco Central y la fuga de capitales con respecto a la base monetaria son similares a los niveles de su antesala; amén de su invocación del fantasma del 2001. Todos estos ejemplos que cita de la historia de nuestro país revelan por contrapartida que el capitalismo no tiene salida a una crisis suscitada por su decadencia histórica, y que la Argentina no tiene salida bajo estos términos a las contradicciones que vienen estallando recurrentemente desde hace décadas.

Todas las estadísticas actuales marcan topes en la historia: récord de deuda pública, récord de pasivos remunerados del Banco Central, récord de trabajadores ocupados bajo la pobreza, récord histórico de fuga de capitales repartido entre el 2018 y el 2019 y por ahí sigue el podio de cifras que retratan la bancarrota nacional. El pueblo trabajador está llamado a defender sus conquistas y sus condiciones de vida, y tiene para ello una vanguardia luchadora que le alumbra el camino, como el enorme movimiento piquetero que este jueves vuelve a ganar las calles, la lucha del neumático con el Sutna a la cabeza, la lucha de la docencia en La Rioja o Mendoza y otro reguero de conflictos que se expande por el país. Que no se olvide Milei ni ninguno de los ajustadores que las “trompadas” en el 2001 se gestaron con cada una de las luchas que le precedieron. Por nuestra parte, nos dedicaremos enteramente a organizar la respuesta obrera por la que estamos impulsando el reclamo del paro nacional y de un plan de lucha.