Políticas

14/9/2015

Momentos decisivos


Para el martes a la noche, según la Junta Electoral, estaría concluido el escrutinio definitivo. Hasta ahora se había contabilizado la ciudad capital y allí el ganador neto era el Acuerdo del Bicentenario. Cuando se pasó a escrutar las mesas del interior, casi de inmediato el ganador pasó a ser Manzur. A continuación, una avalancha de hechos: Cano y Amaya decidieron retirar los apoderados del escrutinio; en paralelo, se confirmaba la decisión (apelada por el oficialismo) de que al concluir el escrutinio no se consagraran a los ganadores hasta que la Justicia recibiera las distintas denuncias de fraude. Lo último, transformado en un gran escándalo, fue que se perdieron filmaciones de las urnas y empleados del Correo denunciaron que las urnas llegaban abiertas. La empresa contratada por la Gendarmería para el control de las urnas por medio de cámaras digitales alegó un problema de tensión eléctrica, situación desmentida por Edet (la empresa de electricidad de Tucumán).


 


En este contexto, Cano y Amaya han exacerbado sus denuncias de que en los comicios operó una asociación ilícita para el fraude, involucrando y pidiendo que sean detenidos dos funcionarios de la Junta Electoral, varios integrantes de la Gendarmería, funcionarios del Correo, y llegaron a involucrar al presidente de la Corte Suprema de Justicia provincial.


 


Toda esta radicalización judicial de la oposición patronal, sin embargo, no se ha traducido en un cambio en la orientación de desmovilizar a las masas.


 


Frente a la ola de denuncias, Alperovich ha salido a jugar fuerte defendiendo a la Junta Electoral. Paralelamente, copó las redes defendiendo el resultado fraudulento. En La Gaceta, una solicitada con casi un centenar de firmas de cantantes, músicos, escritores y otros representantes de la cultura local denuncia a la oposición y defiende a Manzur gobernador como expresión de la voluntad popular.


 


El oficialismo comenzó a levantar cabeza y a envalentonarse, a pesar de la lluvia de denuncias que da cuenta del grado extremo al que llegó el fraude. En la misma medida, la oposición del Bicentenario aparece rindiéndose en su propia impotencia e incapacidad de defender sus propios votos frente a un fraude, fuera de la pirotecnia verbal o judicial. Así, unos tras otros, los partidos y grupos del Acuerdo del Bicentenario y el mismo Acuerdo se disgregan. Los que resultaron electos no quieren hacer olas. El apoderado del PRO, enfrentando las denuncias de Cano y Amaya, salió sin titubear a ponerle la firma a un pronunciamiento de fiscales del oficialismo, defendiendo la inocencia de los secretarios de la Junta Electoral, lo cual provocó una crisis en las filas del macrismo local. Libres del Sur ha salido a denunciar la mala estrategia electoral de Cano, cuando hasta hace pocos días lo presentaba como una suerte de Che Guevara. Otros sectores, desairando a Cano y Amaya, decidieron permanecer en el escrutinio definitivo.


 


De conjunto, se impuso la política de Macri, Massa y Stolbizer, los aliados nacionales de Cano. Estos habían sostenido, dos semanas atrás, que la crisis tenía que resolverse en el ámbito de la Justicia Electoral tucumana.


 


El martes 8 se produjo una nueva autoconvocatoria que reunió a una importante cantidad de personas. El descontento popular es creciente y recorre a todas las clases sociales. La plaza Independencia está cerrada por tractores desde hace una semana por distintas organizaciones patronales del campo tucumano. En los ingenios, la tensión por los atrasos y otros atropellos están provocando distintas reacciones de lucha que son dejadas aisladas por la burocracia.


 


En todo este escenario, la izquierda -con excepción del PO- está borrada. Parajón -el candidato de un frente integrado también por el PCR y el MST- reconoció, de hecho, los resultados, mostrando que su intervención electoral operó como una suerte de acople del oficialismo, para dividir a la izquierda en el escenario electoral.


 


Para el martes 15, varios sectores están promoviendo una autoconvocatoria a la plaza. Hacia allí confluirá el Partido Obrero, planteando que la única salida democrática a la crisis abierta con el fraude es la nulidad y la convocatoria a nuevas elecciones.