Políticas

18/12/2003|830

Moyano y la Banelco

Las “confesiones” de Pontaquarto convirtieron a Hugo Moyano en el “héroe” del día. Pero durante la discusión de la ley, relataba Prensa Obrera (13/2/00): “Moyano no dijo una palabra del período de prueba de hasta un año ni atacó los convenios por empresa”. Sólo reivindicaba que la firma de los convenios fuera atributo de las burocracias nacionales.


El 24 de febrero se trataba la ley en Diputados; la CGT unificada convocó a un paro general. En las horas previas, los “gordos” llegaron a un acuerdo con el gobierno y se abrieron del paro; Moyano lo confirmó. La CGT volvía a dividirse.


El paro del 24 de febrero, por su masividad, mostró un estado de ánimo combativo en la clase obrera. Prensa Obrera caracterizó entonces que el paro había abierto una nueva etapa política en el movimiento obrero.


Pero Moyano abrió un “compás de espera” cuya justificación era que la mayoría peronista del Senado no dejaría pasar la ley. “Moyano se toma un tiempo que no tiene” denunciábamos en Prensa Obrera (9/3/00).


En los dos paros generales que convocó la CGT de Moyano el 5 de mayo y el 9 de junio, no estuvo presente la reivindicación del retiro de la ley antilaboral del Congreso. “La CGT de Moyano y la CTA han archivado la lucha contra la ‘reforma laboral’. Han comenzado a hablar de una nueva lucha por otras nuevas reivindicaciones (…) es un mal augurio (Prensa Obrera, 11/5/00).


En la concentración frente al Congreso que convocó la CGT de Moyano el día en que la ley fue tratada en el Senado, no hubo paro general, mucho menos un plan de lucha. Moyano se retiró diciendo que “el peronismo ha dejado de representar a los trabajadores”.


Luego de la aprobación de la ley laboral (y de unos cuantos tarifazos y ajustazos en el medio), la CGT Moyano reclamó “concertar” la política económica con el gobierno. Moyano debió esperar que llegara Duhalde: el eje de la “nueva política económica” que propiciaba el camionero era… la devaluación de la moneda.