Políticas

24/7/2008|1047

MST

La imbecilidad al límite

Sin que se le mueva un pelo, el MST afirma que la votación del Senado constituye “una derrota categórica para los pooles de siembra y los pulpos exportadores” (Alternativa Socialista, 17/7). Es una idiotez que no la avala ni Buzzi, el de la Federación Agraria: “Los pooles, dijo, tienen más que festejar que nosotros” (Clarín, 21/7).

El voto del Senado y la posterior anulación de la “resolución 125” transfirieron, de un solo golpe, unos 3.000 millones de dólares a los bolsillos de los pools y los grandes productores. No podía ser de otro modo pues estos pulpos  concentran el 65/70% de la producción y habían acopiado 28 de las 36 millones de toneladas de soja acaparadas por el conjunto de la patronal a la espera de una rebaja de las retenciones; la patronal media representa otro 30%, los menores el 2%. Los grandes pulpos obtuvieron mucho más de lo que esperaban, porque los proyectos de los opositores mantenían la movilidad de las retenciones a partir del 35% o, en algunos casos, incluso menos, si se trataba de explotaciones de hasta 250 hectáreas. Además, los pequeños productores perdieron las compensaciones establecidas en la ley oficial y en algunos de los proyectos de los opositores (que no fueron tratados).

¿Y los trabajadores rurales?

El MST dice que su “objetivo” es que “sectores medios del campo sean parte de un proyecto común junto a los trabajadores y los sectores populares de la ciudad” (Alternativa Socialista, 17/7). El proyecto de los “sectores medios” (explotaciones arriba de mil hectáreas) es la explotación del trabajo asalariado.  Por eso emplean masivamente el trabajo en negro, imponen condiciones brutales de explotación a sus trabajadores y recurren, incluso, al trabajo infantil. El ‘proyecto común’ que reivindica este despojo político de la izquierda democratizante es el capitalismo, para decirlo con suavidad.

El MST borra del mapa (y del texto) a más de un millón de obreros rurales; quiere unir a los capitalistas del ‘campo’ con los obreros de la ‘ciudad’. Debe creer que esto sería más fácil que una unión en el mismo espacio, porque no hay contigüidad. Lo mismo sostenían los ‘torys’ (conservadores) ingleses en el siglo XIX, que denunciaban la explotación en las ciudades para debilitar a sus rivales de la burguesía industrial. En las “diez propuestas a favor de los chacareros y los trabajadores” no hay una sola reivindicación en favor de los trabajadores rurales, como la derogación de la ley del peón rural, vigente desde la dictadura. No se trata de un simple olvido.

“Fuera de la realidad”

El MST dice que el PO “está fuera de la realidad” porque en la disputa entre los dos bandos capitalistas rechazó alinearse con unos o con otros. El MST es el último en la cola que viene a igualar el realismo con el alineamiento con algún bando o banda capitalista. La realidad es diferente: los planteos que alegan la defensa de este o aquel pequeño productor para mejor ocultar los intereses de los grandes, dejan de lado la cuestión histórica de Argentina, que es el latifundio capitalista como columna vertebral del régimen social en este país. Esta peculiaridad nacional sobrevivió a la catástrofe de los años ’30 y a la ruptura del vínculo con Gran Bretaña, e incluso al decenio del primer peronismo.

No es casual que haya vuelto a circular el dicho de “que el campo salva al país”, aunque antes lo haya señalado Perón cuando se produjo el alza de los alimentos entre 1973 y 1977. Sin embargo, cuando estalla una crisis que moviliza, en diferente grado, a todas las clases sociales vinculadas con el agro, en lugar de plantear la expropiación del conglomerado terrateniente-capital financiero, se nos aparecen unos ‘trotskistas’ acompañados por unos ‘maoístas’ para plantear la revolución de las alícuotas a los chacareros, a sabiendas de que trabajan para los grandes acumuladores de capital. Dejar pasar una crisis agraria para plantear las tareas de la revolución agraria, y encima tachar a este avestrucismo de “realista”, es el colmo de la imbecilidad izquierdista.

Mejor que mil palabras fue la exhibición en Indymedia de la tapa ‘victoriosa’ del periódico del MST bajo la rúbrica de Barcelona, el lugar donde caen bajo la picota todos los imbéciles.