Políticas

18/8/2005|913

MST-OLP: ¡Ni Cristina, ni Chiche: ¡Evita!

Con el ejemplo de Cafiero, la dirección del MST ha salido a la busqueda de su correlato en Almirante Brown. Como es lógico, el nuevo descubrimiento también está recubierto de facultades combativas, hasta ahora ocultas al común de los trabajadores del distrito.


El hombre del MST es Waldemar Palavecino. Waldemar fue secretario de Juventud del gobierno pejotista de Hebe Maruco, ladera del duhaldista Jorge Villaverde. En las elecciones municipales de 2003 se presentó como candidato a intendente con una lista “vecinalista” y obtuvo un lastimoso 0,7%. Sus votantes, a nivel nacional, votaron por Kirchner, por Menem o por Saá; otro de los limites de su “vecinalismo”.


El MST, igual que el PC, se lanza a los brazos de un oportunista político. Rechazaron un Frente con el PO con amplias posibilidades; entre ambas fuerzas (IU y PO) sumamos, en 2003, más de 15.000 votos.


Una carta de Waldemar y el MST (Alternativa Socialista N° 408) representa una auténtica capitulación al peronismo y al nacionalismo burgués. No representa un llamado a los trabajadores a la ruptura con el peronismo y un vuelco hacia la izquierda, sino que, por el contrario, refuerza la confianza de los trabajadores en un “peronismo honesto”. Existen dos peronismos: el descompuesto y agotado de K, Duhalde y Villaverde, por un lado; y por el otro, el de la “honestidad justicialista” de Waldemar y el MST.


La carta invita a pelear por una “Argentina justa, libre y soberana”, es decir, por las banderas de la burguesía nacional. No se hace una sola mención a las consignas históricas de la izquierda en los últimos 25 años (¿será para evitar el sectarismo?). La parte “creativa” de este desastre, el MST la plasmó en las pintadas que realizó en la estación Adrogué: “Ni Chiche, ni Cristina: ¡Evita!”.


El MST interpreta como una salida de fondo las “coperativas de trabajo” que fueron el caballito de batalla de Waldemar durante los últimos comicios. Esas cooperativas consistían en microemprendimientos financiados por los mismos socios —en la mayoria desocupados— y constituían la génesis de nuevas “empresas” llamadas a terminar con la desocupación. Waldemar es un defensor de la “cultura del trabajo” y de la explotación y autoexplotación del desocupado.


La capacidad de la dirección del MST para crear de la nada “luchadores combativos y antiimperialistas” es directamente proporcional a la capacidad del Estado para cooptar, corromper y arrastrar a la izquierda hacia el campo patronal. El MST está pariendo una nueva lista justicialista en Almirante Brown.