Museos y buzones
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El presidente electo acaba de declarar en Aeroparque, el martes 27, que "el marxismo está muerto, es una pieza de museo” como lo demostraría lo que está ocurriendo en China. Pero ¿por qué, entonces, Menem, sin embargo, no se ha pronunciado todavía contra la masacre de trabajadores y estudiantes en China, donde esas “piezas de museo” que son los gerontes burocráticos, fusilan y ametrallan al pueblo en nombre de un "marxismo" de “privatizaciones" y "desregulaciones laborales", que se parecen como dos gotas de agua a la “revolución productiva” menemista?
¿Por qué no se pronunció en su momento contra las masacres en Armenia, perpetradas por otras “piezas de museo", más juveniles y “aggiornadas”, es cierto, pero igualmente responsables de los “asesinatos" de un marxismo revolucionario que, “malgré tout", nadie logra nunca abatir, porque es la expresión conciente de la tendencia instintiva de los explotados a reconstruir la descompuesta sociedad capitalista sobre bases comunistas?
Para Menem el marxismo es una “pieza de museo", sin percibir que se ha rodeado de verdaderos sarcófagos humanos e históricos como los Alsogaray, los Frigerio y los Bunge y Born, los que le han vendido el mayor buzón que pajuerano alguno haya comprado en Buenos Aires, aunque esta vez el pajuerano en cuestión no tenga un pelo de zonzo. Ahora ha venido a reconocer que la promesa de 2.500 millones de dólares que aportarían las cerealeras y los 1,000 millones de dólares de las petroleras, fue un simple “cuento del tío” que le hicieron los "capitanes” de la estafa.
Es natural que el campeón de los “precios internacionales” y de los "salarios nacionales” la emprenda contra el marxismo porque este es un vocero insustituible del proletariado. Pero por esto mismo no pasará mucho tiempo sin que sufra en carne propia los rigores del marxismo, el cual le pronostica de antemano el fracaso total de su tentativa “liberal y popular" de recuperar al moribundo capitalismo.
Si Menem se calla en relación a China es porque el presidente electo actúa como representante de los explotadores y defiende, allí y aquí, a las “piezas de museo” de la contrarrevolución contra los trabajadores y el marxismo revolucionario.