Políticas

11/4/1995|443

Nadie espera a mayo

Los capitalistas saben que el 14 de mayo ganará uno de sus representantes. Sin embar­go, no están esperando a mayo.


Los grandes banqueros no esperan a mayo para exigir que se les entreguen los despojos de unos 140 bancos y obtener así un más completo monopolio financiero.


Los “capitanes de la industria” tampoco esperan a mayo para descargar la crisis sobre los trabajadores, bajo la forma de despidos, suspensiones, reducción de salarios y nuevas leyes que destruyen la legislación laboral.


El FMI, el gobierno y el Congreso tampoco esperaron a mayo para descargar un impues­to sobre los consumidores, que por sí solo agrava la crisis industrial y la desocupación. ¡Los especuladores no han esperado a mayo para llevarse del país unos 6.000 millones de dólares, con la ayuda del Banco Central!


O quizá fueron 10.000 millones, porque las estadisticas del gobierno disimulan la ampli­tud de esa fuga.


Los trabajadores no tienen nada que esperar de mayo.


Menem es el títere de Cheek; Bordón no le va la zaga, pues ya dijo que aplicaría el plan firmado con el FMI. Massaccesi acaba de nombrar como eventual jefe de gabinete a quien inauguró las privatizaciones en Argentina, Rodolfo Terragno. Bordón-Alvarez, además, han jurado ya su escrupuloso respeto al indulto y la obediencia debida.


Los trabajadores no tenemos nada que esperar, pero tampoco podemos esperar. Nos están tirando sobre la cabeza todo el derrum­be del “plan Cavallo”, con yapa.


Pero no somos nosotros los responsables de la crisis, ni mucho menos quienes nos benefi­ciamos con ella en los años anteriores. Que paguen los banqueros, los capitanes de la industria, la oligarquía agropecuaria, y los acreedores internacionales. Que paguen ellos.


Impuestazo, a ellos —que se graven en un 70% las ganancias capitalistas.


Despidos, a ellos —que se estatice la banca bajo control de los trabajadores y se confisque a los que sacaron plata del país.


Bajar los ingresos, de ellos —desco­nociendo la deuda externa usuraria y ya mil veces cancelada.


Que ellos paguen un salario míni­mo igual al costo de la canasta fami­liar—1.100 pesos. Educación y salud gratuitas. Jubilación del 82% móvil; cajas del estado bajo control de obre­ros y jubilados.


Que ellos absorban a los desocu­pados, reduciendo la jornada labo­ral a seis horas, sin afectar los salarios ni los beneficios sociales.


Flexibilidad laboral, a ellos — control obrero de la producción, restablecimiento integral de la legislación laboral y convocato­ria de paritarias elegida libremente por los trabajadores.


Cárcel, a ellos. No al indulto. Organización contra la policía del gatillo fácil. Juicio y Cas­tigo a los culpables.