En Neuquén, tras una lucha tenaz, expulsamos el peaje instalado por el menemismo sobre el puente que une Cipolletti con Neuquén. Tras años libres de los odiosos peajes, el gobernador actual acaba de enviar a la Legislatura el proyecto 16.650 que reintroduce los peajes en la provincia, ya no sobre una ruta, sino sobre las rutas (en plural) que decida el Poder Ejecutivo.

No se trata del simple regreso de un punto de cobro de peaje, sino que pueden ser varios, y lo serán. Como todo proyecto antipopular, trata de ser matizado. Por ejemplo, se anuncia que se excluye del pago de los peajes a “los automóviles livianos radicados en Neuquén”. Pero se oculta que el proyecto en su artículo 6º establece una excepción a la excepción, es decir, habilita que tales vehículos livianos radicados en Neuquén, se les pueda cobrar hasta el 99% de la tasa de peaje, según lo determine la reglamentación de la ley que haga el Poder Ejecutivo. Por supuesto los vehículos considerados “livianos” radicados fuera de la provincia pagarán el peaje completo, algo que impactará directamente sobre el turismo y el tránsito diario para quienes, viviendo en la vecina provincia de Río Negro, trabajan en Neuquén. También será un impacto para quienes se trasladen en vehículos “no livianos” desde el interior de la provincia.

En los Fundamentos el proyecto menciona la deuda en obras inconclusas que le dejó el gobernador anterior (Omar Gutierrez). Sin embargo el actual gobernador, lo premió con un cargo en el directorio de YPF S.A. donde cobra una especie de retiro dorado en dólares.

Otra vez el zorro en el gallinero

Otra de las particularidades menemistas-mileístas del proyecto del gobernador “de la gente” es que estos corredores con peaje podrán ser “explotados por el propio Estado o por un concesionario privado” por un período de 15 años. Después que la lucha popular con movilizaciones anuló el cobro de peaje en la zona, vuelven las empresas que lucran con la actividad del bandi(pea)je sobre las rutas neuquinas.

El proyecto crea además un Fondo Vial para mantenimiento y conservación de rutas, así como para adquirir equipamiento vial para Vialidad Provincial y establece un supuesto mecanismo de control de dicho Fondo Vial, que se administrará con el carácter de cuenta especial. Será la Contaduría General de la Provincia quien fije las normas contables y procedimientos a tal fin. Los informes de lo actuado, estados financieros y toda documentación se presentarán a la Contaduría General de la Provincia, cuando esta lo solicite ¡quien fija las reglas es el órgano de control!

Hablemos de números

El mantenimiento y conservación de rutas tiene un alto costo. Construir un kilómetro de ruta fue cuantificado recientemente por el propio gobernador en un millón y medio de dólares. O sea que si una parte del Fondo Vial recaudado por un concesionario privado se debe destinar a la “construcción y mantenimiento de la traza vial a su cargo”, y además dejar “una utilidad razonable” para el concesionario, el costo del peaje será altísimo. La porción del Fondo, solo para construir un tramo de 20 kilómetros, debe recaudar el equivalente a 30 millones de dólares, sin considerar la “utilidad razonable” del concesionario.

Hagamos un rústico ejercicio: en autopistas de la Capital Federal el precio del peaje para vehículos de dos ejes (que se supone serían los “vehículo livianos” del proyecto), oscila entre los $1.000 y los $3.300. A este último precio, para recaudar un monto que cubra apenas la construcción de 20 kilómetros de ruta (en un plazo de 18 meses), se necesitaría el tránsito de casi 10 millones de vehículos livianos (505.000 por mes), una cantidad que en las rutas neuquinas es impensable.

Lo cual demuestra que la construcción o el mantenimiento de rutas es una grosera excusa para reimplantar los peajes y privatizar la circulación, que es lo único que quedará en pie si este proyecto se vota. Por eso, el mismo proyecto prevé que el Fondo Vial se podrá integrar con “asignaciones y/o subsidios” del Estado provincial, nacional o municipal. Incluso con “aportes resultantes de convenios y/o acuerdos con organismos nacionales e internacionales”. Las muletas que el “Estado-demonio” le asegura al capital para sostener sus rentas.

Con Vaca Muerta y su producción en manos de un puñado de petroleras, la deuda provincial en manos de otro puñado de buitres financieros y bancos, ahora las rutas neuquinas quedarán en manos de un puñado de concesionarios parásitos capitalistas. Enfrentemos este ajustazo a la población por parte de Milei y Figueroa.

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