Políticas

22/7/2010|1138

Neuquén padece la falta de gas. ¿Un contrasentido?

Hace apenas unas semanas, en el Congreso de Producción del Bicentenario, Rubén Etcheverry, el presidente de Gas y Petróleo de Neuquén SA, se jactaba que “más de la mitad de la matriz primaria energética argentina es el gas. A su vez, más de esa mitad proviene de la Cuenca Neuquina” (Revista Petrotecnia, junio).

Sin embargo, hoy, en pleno invierno con temperaturas de diez grados bajo cero, gran parte de la población de Neuquén carece de gas para calefaccionarse o cocinar. Este verdadero atentado contra la vida y la salud de pueblos enteros se origina en una sola causa: la huelga de inversiones que realizan las empresas productoras.

El chantaje empresario buscó mayores precios para su producción y, por consiguiente, aumento de las tarifas del gas.

Peor aún la pasan aquellas familias y localidades neuquinas que no tienen redes de gas y se abastecen por garrafas o GLP. Hasta en Cutral Có y Plaza Huincul (la llamada “comarca petrolera”) se sufre el problema.

Las garrafas sociales tienen un cupo que se determina antes del invierno. Actualmente, ese cupo se ha superado, de modo quien quiera una garrafa deberá pagarla a precio superior, si es que la consigue. “Lo que ocurrió este mes pasado es que llega el día 15 y el 18 ya se terminó el cupo”.

Por su parte, el funcionario Sergio Schroh, presidente de Hidrocarburos del Neuquén SA, anunció que la empresa comprará GLP en garrafas a Repsol en Bahía Blanca. Se produce así el insólito hecho de que el gas natural que se produce en Neuquén viaja 600 kilómetros por un gasoducto, para luego hacer el camino inverso como GLP, pagado a un precio mayor.

Para los neuquinos es como morir de sed a la orilla de un caudaloso río. Sin embargo, lo que es un contrasentido para quienes lo padecemos, no lo es para las empresas que presionan por mayores tarifas y por vender desde el exterior el gas que no extraen en nuestro país. Tantas sociedades anónimas del Estado creadas por Sapag para “administrar el recurso” y los millonarios fondos de fideicomisos que administran, se muestran impotentes para asegurar algo tan elemental como la provisión de gas en invierno.

La expropiación sin pago de las petroleras y la estatización bajo control obrero de los hidrocarburos están a la orden del día. No es una consigna, es una necesidad para asegurar la vida, la salud, la producción y el regreso al trabajo de los miles de obreros petroleros suspendidos y despedidos.