Políticas

31/8/2006|961

Ni Blumberg ni Kirchner

Por la disolución de los aparatos represivos

Blumberg no ha convocado a una marcha para defender la seguridad de los ciudadanos sino para reclamar un Estado policial.


No hay que confundir una cosa con la otra.


Porque el principal peligro contra la tranquilidad cotidiana está representado por el ‘gatillo fácil’ y la complicidad de la policía y de los servicios de espionaje y represión con la delincuencia común, como ocurre, por ejemplo, con el narcotráfico.


Incluso el juicio oral en curso por el asesinato del hijo de Blumberg ha puesto de manifiesto la responsabilidad del aparato judicial y policial en el trágico desenlace de aquel secuestro.


Los secuestros y muertes de mujeres jóvenes en Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero (por dar algunos ejemplos) tienen la marca, todos, de la intervención policial.


Los gobiernos de las provincias y de la nación se dedican a encubrir a los aparatos de la inseguridad nacional y a asegurar su impunidad.


Es lo que ha ocurrido con la responsabilidad de Ibarra y todo su gobierno en la masacre de Cromañón.


Los kirchneristas no tienen autoridad política ni moral para hablar de derechos humanos.


El representante de Kirchner en el Consejo de Seguridad de la ONU hizo la vista gorda, junto con los de Bush, Blair y Chirac, a los crímenes de guerra cometidos contra Líbano, y luego votó la ocupación militar de ese país por parte de ejércitos imperialistas.


Para establecer una seguridad y tranquilidad ciudadana es necesario acabar con el Estado policial — de ningún modo reclamar su fortalecimiento.


La marcha convocada por Blumberg forma parte también de un operativo político de los Macri e incluso los Lavagna, que quieren centrar la agenda electoral en lo que llaman “la defensa de las instituciones”.


Están convencidos que si imponen esta agenda le sacan ventaja a Kirchner en la competencia electoral.


Las ‘contramarchas’ que programan los kirchneristas no tienen el propósito de defender las libertades democráticas contra un atropello policial, pues saben muy bien que el gobierno actual no ha cambiado en nada el cuadro de represión de quienes lo precedieron.


Ni tampoco evita las expulsiones de campesinos de sus tierras, los desalojos de los inquilinos o habitantes precarios, ni mucho menos, si cabe, los despidos de obreros y todos los despojos que comete a diario el capitalismo.


¿O no son los jubilados los que están pagando con su hambre la deuda externa?


Las ‘contramarchas’ de los kirchneristas pretenden defender la agenda electoral del gobierno, que gira en una pretendida recuperación económica de trabajos precarios y en negro y salarios inferiores a la canasta de la pobreza.


A esta torpe maniobra se ha sumado en las últimas horas Pérez Esquivel, solicitado por el gobierno, ante la dificultad para usar en este menester a los D’Elía, Carlotto o Bonasso, que cobran del presupuesto nacional.


Ni Blumberg ni Kirchner.


No nos dejemos imponer la agenda de dos bloques igualmente capitalistas y patronales.


Por la independencia del movimiento popular, para poder defender nuestras libertades, tanto contra los unos como contra los otros.