Políticas

26/9/1995|466

Ni el ‘Yabrán’ / González ni la ‘Cavallo’ / Meijíde

Las elecciones a senador por la Capital no despiertan el interés del pueblo.


¿Y por qué habrían de despertarlo si no son el escenario de una lucha de principios y de programas, sino un bastardo enfrentamiento de camarillas?


¿Por qué habrían de suscitar interés si se trata de una disputa por el control de los negociados del municipio más rico del país, como la faraónica ‘Ciudad Judicial’, el ‘Proyecto Retiro’ y la ‘Aeroísla’?


Ni Erman González, ni Reynaldo Vanossi, ni Graciela Fernández Meijide, se atreven a proponer una salida a la desocupación, a los bajos salarios, al hundimiento de las provincias y de la Capital, al hundimiento del sistema de salud y de la educación.


¡Y con razón!


Erman apoya a Menem-Cavallo.


El Frepaso no se cansa de decir que no tiene alternativas al liquidado ‘plan Cavallo’. El ‘Chacho’ Alvarez se sigue arrepintiendo de no haberlo votado y, recientemente, corrió presuroso, junto a Fernández Meijide, a oficiar de vocero de Cavallo.


Al angelocista Vanossi le recomendaron el silencio para su salud.


El pueblo no es cómplice


El gobierno y sus ‘opositores’ quieren pintar el desinterés del pueblo como una complicidad callada con sus ‘curros’ y hasta como una justificación de su incapacidad: si ‘arriba’ no hay salida, dicen, ‘abajo’ tampoco.


¡Pero el pueblo no se desinteresa de la lucha ni de la política!


¿Se desinteresan de los ‘asuntos públicos’ los rionegrinos, los cordobeses, los neuquinos, los salteños o los tucumanos?


¿Se desinteresan los médicos, las enfermeras, los jubilados, los docentes, los obreros que ocuparon la plaza Congreso el 6 de setiembre?


El pueblo percibe instintivamente que el voto, que se ha convertido incluso en un fraude, no puede quebrar el enmarañamiento de mafias, de intereses, de conspiraciones y de entreguismos, que forman la esencia del poder político capitalista.


El Partido Obrero participa en las próximas elecciones denunciando a todas la camarillas capitalistas, señalando sus complicidades recíprocas y destacando que la corruptela es un delito inevitable en un sistema cuyo delito principal es el hambreamiento del pueblo y la entrega del país.


El Partido Obrero participa en las elecciones denunciando la ilusión de que el poder derive de las urnas, cuando sus palancas se encuentran en las manos de los banqueros, los explotadores, los grandes obispos y los aparatos represivos.