Políticas

10/6/1999|630

Ni la ley ni el decreto ofrecen una solución

El principal recurso exportable, la merluza hubssi, ha sido extraído durante la última década a niveles del orden del millón de toneladas —cuando el nivel de pesca sustentable ronda las 350 mil toneladas anuales, para la zona de pesca argentina (el caladero).


Los estudios del Inidep (Investigación Pesquera) vienen confirmando que la especie se encuentra al borde del colapso —es decir, en peligro de iniciar una curva irreversible hasta la extinción.


Esta situación ha determinado la denuncia del Acuerdo Pesquero con la CEE, la implementación de la prohibición de extracciones en las zonas de cría (vedas), la suspensión de la pesca uno o dos meses al año (paro biológico). Recientemente, el Consejo Federal Pesquero recomendó el cierre del caladero por seis meses. Los trabajadores del sector tienen una confirmación práctica de esta situación terminal; son obligados a procesar juveniles de 30 cm, los pescadores vuelven con las bodegas por la mitad y, finalmente, el trabajo disponible viene cayendo en picada.


Leyes, decretos y Consejo Federal Pesquero


La creación del Consejo Federal Pesquero apenas un año atrás no responde a la racionalización de la industria, desbaratada justamente por la voracidad capitalista que tiene un carácter irracional.


El CFP es un campo de batalla entre las distintas cámaras empresarias. En una lucha despiadada por los despojos y por las prebendas estatales que aseguren su supervivencia para poder participar de un futuro ciclo depredatorio.


La ley de emergencia pesquera y el decreto presidencial pugnan entre sí por favorecer esta puja al sector fresquero una y a los buques factorías el otro. Sin embargo son coincidentes en ratificar la delicada situación del recurso.


La subordinación de uno u otro sector patronal por parte de las corrientes políticas y de los sindicatos no conduce a ningún lado, peor aún conduce a todos los obreros a la desocupación y la miseria.


¿Fuera los factorías?


Por su modalidad intensiva y su carácter contaminante, según estudios científicos y experiencias, en los caladeros sometidos a la sobrepesca de los buques factorías (España, Africa y Canadá) se terminó reemplazándolos por flotas de pequeño porte.


Esto explica su arribo masivo a nuestras costas por medio de la asociación con las empresas nacionales y su compra a bajo precio por las empresas marplatenses. En esto consistió el convenio con la CEE, ahora concluido.


El nuevo convenio con la Comunidad consiste en una línea de créditos para reconvertir la flota a pequeño tamaño.


Por eso, la consigna ¡Fuera los factorías! a esta altura sólo sirve para colocar a los trabajadores detrás de un sector antinacional y depredador.


La clase obrera va a intervenir a fondo


Por la naturaleza de la crisis, las imponentes movilizaciones locales y nacionales, hasta ahora dirigidas por la patronal, tienden a ser superadas por la clase obrera. Las consignas que promueve el Partido Obrero: reestablecimiento de la garantía horaria y el seguro al parado; la constitución de una intersindical de base y la preparación de la Asamblea Popular portuaria; se van abriendo camino al compás de la creciente disgregación de las burocracias sindicales tironeadas por las cámaras patronales en pugna.


Es que frente a semejante debate económico y científico, lo que queda en el aire es el problema más elemental que tiene el ser humano: ¿cómo paramos la olla? Y sin embargo el subsidio a los trabajadores afectados por la crisis es la clave para comenzar a racionalizar la pesca que sólo se podría imponer mediante el control obrero de la producción. Un paso en este sentido es un cuerpo de inspectores sindicales responsables ante la asamblea de delegados.


Si los factorías son la principal amenaza del recurso, los cinco mil (5.000) compañeros que trabajan en ellos debieran ser los primeros en ser subsidiados. Si lo que se impone es el cierre del caladero y la reconversión de la flota, hay que subsidiar a los compañeros marineros y de tierra.


Si lo que se teme es el “efecto recesivo-multiplicador” de la crisis, hay que subsidiar a los obreros para no mandar a la quiebra a los pequeños comerciantes.


Un garantizado y el subsidio de 500 pesos son la clave para que los trabajadores no nos enfrentemos entre nosotros, dirigidos por distintos depredadores y, a través de la huelga general activa, impongamos una salida obrera a la crisis.