Políticas

21/2/2002|742

¡No contaban con mi astucia!

Publicado en Página/12

El domingo pasado, una columna de Página/12 nos deparó una tamaña sorpresa. Cuando ya todos los medios de comunicación nacionales y trasnacionales habían logrado consagrar a la venta de libros a domicilio como el paradigma de la moral pública, Roberto Cossa nos ofreció una mirada distinta sobre las intenciones y la política de Luis Zamora. Así, quien es una de sus principales espadas, nos revela que Zamora “no pierde oportunidad de castigar a la izquierda clásica” y que no lo hace por razones de principios sino por el más antiguo y oportunista de los motivos: “como una estrategia de captación de los sectores más moderados”. Puesto negro sobre blanco, esto quiere decir que Zamora se empeña en impedir que la izquierda gane para el socialismo a la clase media, porque él pretende hacer carrera como su vocero “moderado” y, por lo tanto, antisocialista. El prestigioso autor de La Nona, consagra a semejante vulgaridad política como “la legitimidad de la astucia”. La misma “astucia”, aclaremos, que llevó a los progresistas del Frepaso al ostracismo político, sin que de nada les sirviera para sus menesteres las constantes apelaciones a la ética.

 

Habiendo descubierto el arte de la picardía criolla, el espadachín de Zamora no se detiene. Cossa nos adelanta, sin ningún escrúpulo, que Zamora “metería la mano en los dineros depositados (en los bancos). Como lo hizo Cavallo”. Ni más ni menos. Los “sectores moderados” deberán cuidar sus bolsillos ante semejante salvador. Cossa justifica, claro, la confiscación de los sectores medios alegando que “Zamora los destinaría (los depósitos) a mejorar la vida de los pobres”. Cossa se inscribe, de este modo, en la corriente de duhaldistas y pseudo-izquierdistas que desprecian la lucha de la clase media y los trabajadores contra la confiscación de sus ahorros, invocando la desesperante situación de los desocupados. Pero no se trata de apoyar “a los pobres” confiscando a la clase media sino expropiando a los banqueros, al capital. No “como lo hizo Cavallo”, sino exactamente al revés. Ahora se entiende mejor por qué Zamora “no pierde oportunidad” para “castigar a la izquierda”.

 

Por último, pero no por ello menos importante, Cossa nos confiesa “que Zamora se ha dado cuenta de que en un futuro cercano puede aspirar a la presidencia de la Nación”. Y que, además, “está en todo su derecho”, una verdadera redundancia a la luz de la Constitución vigente. Lo que lamentablemente Cossa pasa por alto (¿también por astucia?) es que la presidencia es una categoría política burocrática muy vecina al poder personal, mientras que Zamora está publicitando la democracia directa.

 

Cossa y Zamora deberían releer las conclusiones de un historiador que seguramente admiran, Eric Hobsbawn, quien en La Era de la Revolución (1789-1848), dice simplemente que “En la historia, los Danton han sido siempre derrotados por los Robespierre, porque la firmeza triunfa en donde la picaresca fracasa”.

 

¿Es posible que nuestro gran dramaturgo, Roberto Cossa, pretenda ilustrarnos con el chapulín colorado?