Políticas

11/5/1988|225

Carlos Saúl Menem

¿No es más aliado de la "sinagoga radical'?

La candidatura de Menem agita cada vez más las aguas del justicialismo. Según-encuestas encargadas por el propio Menem, la popularidad del candidato riojano estaría en ascenso, en forma casi paralela a la caída de las acciones de su rival, Antonio Cafiero. En el equipo cafierista está cundiendo la confusión y algunos dicen que hasta el pánico.

¿Muchos trabajadores que ven con repugnancia el acuerdo entre Alfonsín y Cafiero, se inclinarían por la candidatura de Menem?

Quiénes apoyan a Menem

Menem ha recibido el apoyo entusiasta de Saadi, Herminio Iglesias, sectores de las “62”, del Comando de Organización, de Guardia de Hierro, de los Montoneros y de figurones de la primera hora de la “renovación”. Se trata de una alianza de viejos burócratas, enemigos de los trabajadores, grupos fascistizantes, fanáticos antisemitas y ex-izquierdistas, que hoy son partidarios de la amnistía y de la “reconciliación” con los militares de la dictadura.

Un bloque de esta naturaleza no puede abrir ninguna perspectiva de emancipación nacional; mucho menos una perspectiva a los trabajadores.

Un bloque de esta naturaleza es una confusa muestra de rechazo al régimen democratizante encarnado por la entente. Alfonsín-Cafiero, pero de de ningún modo constituye una salida.

Es evidente para cualquiera que el régimen democratizante le ha asegurado al capital plena libertad para luchar por sus intereses y por sobre todo para forzar al Estado a reducir los salarios de los trabajadores. Qué trabajador, qué desocupado, qué villero, puede decir que él haya podido imponer sus opiniones o su voluntad al Estado. Pero Menem, y la coalición que se ha formado detrás de él, no ha luchado en estos años por la libertad de acción de los trabajadores sino por la libertad para saquear, del imperialismo, de los patrones y de Alfonsín.

Pruebas al mango: ¿qué hizo Menem en estos cuatro años?

Alfonsinista de primera hora

¿Es tan floja la memoria, que no se recuerda que Menem fue el más alfonsinista de los peronistas, y que realizó un trabajo de pionero en este campo?

Durante todo 1984 Menem planteó, al igual que Firmenich, la unión del alfonsinismo y del peronismo para formar el “tercer movimiento histórico” impulsado por la “sinagoga radical”. Durante más de dos años, “los mariscales de la derrota” de “las 62” (¡como los llamaba Menem!) y del isabelismo acusaron al riojano de ser un agente radical. “Está más cerca del radicalismo que del peronismo”, declaró Lorenzo Miguel a Tiempo Argentino el 24/4/84. En mayo de 1984 Alfonsín fue a La Rioja y desde los balcones de la casa de gobierno se juntó a Menem para declarar juntos que “nos une la misma bandera y el mismo himno”. “Estoy absolutamente convencido —dijo Menem— de que el acercamiento entre radicales y justicialistas llegará a buen fin” (Clarín, 21 /5/84).

Menem fue el peronista que más firmemente apoyó la política alfonsinista. Apoyó el plan austral; apoyó la designación de los justicialistas Lavagna y Frenkel en el gabinete económico; llamó a votar por el sí en la consulta del Beagle; respaldó la declaración de Estado de Sitio en octubre de 1985; apoyó y aún apoya el proyecto radical de reforma de la Constitución y hasta apoya el traslado de la Capital.

Todavía en junio de 1986, el riojano sostenía: “Ya he dicho yo que el Plan Austral ha parado en parte la inflación, no del todo, pero yo entendía que era un plan global que iba a favorecer el crecimiento” (La Razón, 28/6/86). Menem apoyó también el pago puntual de la deuda externa y toda la política de compromisos con el imperialismo mundial. “El prestigio de la Argentina en el extranjero es excepcional”, repetía Menem (Clarín, 10/12/85).

Hasta 1986 el alfonsinismo de Menem era tal que los propios alfonsinistas especularon con que Menem podía ser el sucesor peronista más conveniente para Alfonsín. “La democratización argentina, pues —decía Pablo Giussani, un acérrimo alfonsinista—marchaba aparentemente sobre ruedas y reforzaba esta imposición el hecho de que fuera Menem —el ejemplar más genuino de la renovación peronista —la primera figura que se lanzara a disputar no sólo la popularidad sino también la sucesión de Alfonsín” (Tiempo Argentino, 12/6/86).

Cinco años de cogobierno

Menem fue el primero que planteó el cogobierno radícal-justicialista. La “gobernabilidad” que ahora plantea Cafiero, no es más que un plato recalentado. El riojano reclamó, cuando subió Alfonsín, la “unidad nacional”. Alfonsín y Armendáriz pagaron el colaboracionismo de Menem entregando al gobierno riojano un mayor porcentaje de la coparticipación de los impuestos nacionales. Los besos y abrazos de Menem y Armendáriz fueron moneda corriente durante 1984.

El otro premio de Alfonsín a Menem fue el manejo discrecional de la promoción industrial que se autorizó para las provincias peronistas. Esto le permitió a Menem “tejer” una sólida alianza de “comisiones” con los grupos capitalistas que aprovechaban los subsidios y prebendas de la “promoción industrial”. Entre los “comisionistas” figuran Acindar, Alpargatas y otros del mismo tipo.

Hundimiento del alfonsinismo: ¿Viraje de Menem?

¿Menem rompió con el alfonsinismo?

¿Los “maríscales de la derrota” y los que lo declararon “persona no grata" en 1985 y hasta pidieron su expulsión del movimiento nacional justicialista por votar por él, si en la consulta del Beagle, pasaron a ser los “compañeros peronistas” embarcados en un proyecto de “renovación”?

Lo dudamos. Ahí está para desmentirlo el peronio-alfonsinista Sapag. que luego de pronunciarse por Angeloz acaba de decir que apoyaría a Menem si es elegido candidato por el PJ. Una parte del alfonsinista “grupo de los 15” de la burocracia sindical, se ha declarado por Menem. El imperialismo, que apoya a Alfonsín. no vería mal una división peronista para imponer un acuerdo en el en el colegio electoral.

Pero en todo caso, la trayectoria de Menem ilustra a una corriente que carece de perspectivas propias y cuyo único objetivo es explotar en beneficio propio y de los intereses capitalistas que lo sostienen las aspiraciones de las grandes masas.

Menem sigue diciendo hoy “Que hay que pagar (la deuda externa) lo que se pueda” (La Prensa, 18/4/88). que es exactamente lo que ha venido haciendo el alfonsinismo. Menem propone “moralizar el gasto público”, esto cuando la gobernación de La Rioja está hundida por los fabulosos negociados y la exención y reembolso de impuestos a los capitalistas.

El oportunismo político de Menem. la heterogeneidad de las fuerzas que lo sostienen, la presencia en ellas de los viejos enemigos de los trabajadores y las propuestas inviables que postula, caracterizan al proyecto.

Los trabajadores deben dar la espalda al impostor, como lo están haciendo con Cafiero y Alfonsín.