Políticas

7/10/1987|201

Nuestra política frente a la catástrofe económica y a la crisis del régimen democratizante

Luego de la derrota electoral del oficialismo, el descalabro económico y las luchas del movimiento obrero han profundizado enormemente la crisis política del régimen. A todo esto, hay que agregarle la crisis militar, que ha merecido por parte de distintos órganos de prensa, calificativos tales como “alarmante descomposición de las FF.AA.”, “la actual situación militar no puede prolongarse demasiado tiempo más”, “la hora de las definiciones se acerca”, “alto grado de indisciplina”, etc. Algunos diarios han vuelto a hablar de la renuncia de Alfonsín y Víctor Martínez. No sería ajena a esto incluso la campaña de Italo Luder para obtener la presidencia de la Cámara de Diputados, lo cual lo dejaría en la línea de la sucesión presidencial, reviviendo las jornadas de 1975, cuando accedió a la Presidencia provisional de la República durante el período de licencia de Isabelita.

Es en estas condiciones que se habla de un “plan” del gobierno, absolutamente de emergencia. De un lado, buscar un acuerdo con el peronismo hasta las elecciones de 1989, en el cual ya se ha inscripto, dicho sea de paso, Alende con. su artículo en “Clarín”. Se dice que el gobierno lanzaría el “shock de confianza” que le exigen Alsogaray y los bancos acreedores.

Pero mientras se debaten estas alternativas, ya funciona a toda marcha un acuerdo sigiloso con el cafierismo, que está posibilitando la política de los tarifazos (tres en menos de 30 días) y el apuñalamiento a las huelgas ferroviarias y de los docentes universitarios, por parte de los burócratas cafieristas. Los hombres de primera línea del cafierismo que acompañaron a la delegación oficial a las reuniones con el FMI para nada entorpecieron las negociaciones de Sourrouille- Brodersohn con la banca imperialista. Sobre la base de este acuerdo de trastienda, el gobierno está estimulando una colosal hiperinflación. Ha liberado los precios de los productos básicos, aumentó las tarifas en un 50% en tres semanas y devaluó masivamente la moneda, para formar un “colchón” de beneficios contra los salarios para luego proceder a congelar todo con los precios por las nubes y los salarios por el suelo. El FMI le ha señalado este camino y el gobierno se ha comprometido a “arreglar todas las cuentas”: vendrán entonces nuevos impuestos y nuevos aumentos de tarifas con el objetivo de desvalorizar los salarios.

La victoria electoral de Cafiero no le ha abierto una alternativa al régimen político; más bien ha sido un factor de profundización de la crisis. El peronismo, a su vez, continúa dividido. Macaya le ha pedido al gobierno que espere a que el peronismo se haya unido, pero Nosiglia está jugando sus cartas dentro de distintas fracciones del peronismo. Tanto radicales como justicialistas tienen en la manga la alternativa de un gobierno de coalición, pero para esto tendrán que esperar a una profundización mucho mayor de la crisis.

Es indudable que en esta situación se acentuarán las luchas de los trabajadores. Lo de sanidad, ferroviarios, docentes universitarios, estatales, es apenas un anticipo.

Lo que está claro es que la burocracia sindical enfrentará abiertamente o con maniobras, como lo está haciendo, estas luchas obreras. Es precisamente la agudización de la crisis política, el debilitamiento del gobierno y la profundidad de las luchas lo que empujará completamente a los burócratas en brazos del Estado.

Teniendo en cuenta estas condiciones, el PARTIDO OBRERO llama a darle a la lucha, contra esta catástrofe económica en primer lugar un carácter reivindicativo definido y profundo, porque de lo contrario se produce su atomización y desgaste:

1) Salario y jubilación mínimos de 900 australes, ajustables por el costo de vida.

2) Ni un despido ni suspensión. Garantía horaria.

3) No pagar la deuda externa.

4) Apertura de los libros y control obrero.

5) Confiscación de la banca.

6) Contra la sublevación militar derechista, huelga general, ocupación de empresas, desarme de los golpistas y armamento de los trabajadores.

Ahora bien, sobre la base de esta lucha, el PARTIDO OBRERO llama a realizar asambleas, formar comités de huelga, construir las coordinadores sindicales, elegir cuerpos de delegados y comisiones internas combativas, formar agrupaciones revolucionarias en los sindicatos y formar una nueva dirección, expulsando a la burocracia de los sindicatos.

En una palabra, en el curso de la crisis mortal de este régimen, las luchas deben servir para poner en pie una organización política independiente de la masa trabajadora, con organizaciones y direcciones de la lucha misma. Es esta la condición para arrancar todo un conjunto de victorias políticas y reivindicativas parciales y progresar en la vía de la conquista del poder.