Nuestro balance
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Si se exceptúa la muy buena elección realizada en el interior del país, y fundamentalmente el “obrerazo” de Santa Cruz, el Frente de Izquierda Socialista quedó al margen del movimiento popular que provocó la debacle electoral del menemismo y del Pacto, el domingo pasado. En Capital y el Gran Buenos Aires puede hablarse de un verdadero fracaso, en especial cuando en el caso del conurbano se produjo un retroceso del orden del 30 al 40 por ciento con relación al pasado 3 de octubre.
Frente a un proceso electoral que diversos analistas y “mercadólogos” coincidieron en estimarlo como “imprevisible”, no se puede decir lo mismo con las previsiones que hicimos desde estas páginas acerca de los resultados que obtendría el FIS. Al respecto dijimos que sus posiciones “no habían calado” ni aun en los más restringidos círculos de activistas, esto porque el FIS “no luchó por su programa”.
Una inclinación justificatoria y complaciente se conformaría con decir que el retroceso del FIS se debe a la preeminencia que tuvo el Frente Grande. En el pasado, se podía escuchar el mismo punto de vista cuando, al revés, triunfaba el PJ o avanzaba la derecha. En ambos casos se comete el error de olvidar que la lucha política de los revolucionarios puede, en un caso, circunscribir los efectos de un retroceso político, y en el otro caso recoger una parte de la tendencia de los trabajadores a votar indiscriminadamente y sin diferenciación contra el gobierno de turno y de sus alidados pro-imperialistas. El asunto es, precisamente, que esa lucha política exista.
En Neuquén, donde el “frentazo” de centroizquierda fue más significativo aun que el de Capital, el FIS incrementó un 40% la votación de octubre y registró uno de los índices más altos de la izquierda en la última década. En Catamarca o en San Luis, en especial en sus capitales, también hubo una votación históricamente alta para el FIS-PO.
Política
El fracaso en Capital y Gran Buenos Aires ha puesto al desnudo las monumentales debilidades políticas y metodológicas del FIS, acerca de las cuales fuimos perfectamente claros desde febrero pasado. El interior disimuló esas debilidades debido a que en distritos mucho más reducidos no fue tan evidente la falta de movilización y hasta de convicciones del Frente tomado como conjunto. En la provincia de Buenos Aires, en cambio, el descomunal bloqueo informativo que sufrió el FIS desde un principio, y la alevosa publicidad que recibía el Frente Grande, incluso desde los programas más conservadores y derechistas de la televisión, acentuó y hasta exageró las consecuencias de la débil movilización del FIS y la completa deserción del Mas. Es incluso probable que algunos círculos simpatizantes del Mas hayan trabajado a favor del voto en blanco.
El primer aspecto que, en principio, condenaba al FIS al fracaso tiene un carácter político. Frente a unas elecciones que, en su final, mostrarían la tendencia al derrumbe del menemismo y del Pacto, el FIS rechazó hasta la posibilidad de una perspectiva política semejante. En primer lugar, como lo informáramos en su momento, retiró la consigna Fuera Menem-Cavallo del programa, sobre la base de que no estaría en sintonía con las masas (era ultraizquierdista —se nos dijo), ni correspondía a la situación objetiva. Ya a partir de aquí, el FIS tomado en su conjunto encaró las elecciones sin ninguna previsión de ascenso de la izquierda o de la oposición popular al Pacto. El resultado electoral prueba irrefutablemente que este planteo fue falso y completamente desorientador. Los resultados de Santa Cruz, precisamente porque allí se trabajó con una perspectiva completamente opuesta y con una política “clasista y revolucionaria” (palabras del gobernador Kirchner en relación al FUT), demuestra en forma palpable por donde pasaba la perspectiva política del FIS.
En segundo lugar, el FIS no comprendió, tomado como conjunto, el significado de la consigna Abajo la Constituyente reaccionaria, ni mucho menos la campaña del PO “por hacer fracasar la Constituyente reaccionaria”. Se dio, en cambio, énfasis a la denuncia del Pacto, en coincidencia con el Frente Grande, y aun en este caso sin destacar el contenido político concreto del Pacto —dictar una Constitución reaccionaria para perpetuar a la camarilla menemista. El desprecio por la lucha constitucional impidió concentrar la atención de los trabajadores en la necesidad de reventar, no al Pacto solamente, sino a la reforma constitucional en su conjunto y a la propia Constituyente. La mera denuncia del Pacto no diferencia al FIS del Frente Grande.
Ahora que han concluido las elecciones, el FIS carece de un planteo frente a la nueva situación, cuando el resultado electoral está demostrando, precisamente, que la consigna más actual del momento es que se anule la convocatoria y se disuelva la Constituyente, y llamar al Frente Grande a que levante esta consigna y se retire de la Asamblea.
Estas limitaciones políticas fundamentales nos remiten al segundo aspecto que conspiró contra el FIS —el metodológico.
Oportunismo
Ya dijimos en febrero que el FIS se formó con un método oportunista —privilegiando las candidaturas sobre la discusión política y sobre el programa. Esta claro que esto redundó en una adaptación al derrotismo y a una débil diferenciación del Frente Grande, y de un modo general a una campaña política abstracta que prescindió de las posibilidades que se abrían de una derrota del gobierno y del Pacto. Pero la prioridad que se le dio a las candidaturas tuvo un carácter inusual, esto porque fue utilizado por el Mst para incorporar al Frente a un partido, el Mas, que había decidido votar en blanco. Creemos que los propios compañeros del Mas coincidirán con nosotros que su partido fue un peso muerto en toda la campaña del FIS, y que no hizo ni dejó hacer, porque se opuso a la inmensa mayoría de las actividades que podrían haberse encarado, y para ello contó, si no con el acuerdo, al menos con la adaptación y vacilación del Mst.
El FIS fracasó porque no luchó —repetimos lo que dijimos hace diez días. Y no luchó debido a una incomprensión de la situación política y de cómo están evolucionando las masas, y a una política oportunista con relación a cómo se construye un frente de izquierda.
Nueva etapa
Estamos ingresando en una nueva etapa política, en lo que hace a la evolución de las masas, no sólo en lo que tiene que ver con la situación objetiva. Es el comienzo, apenas. El fracaso del 10 de abril es una seria advertencia, extremadamente útil y oportuna por otra parte.
En términos de movilización política, el Fis fue un retroceso con relación al FIT de octubre de 1993. El acto de cierre del FIS hubiera sido muy bueno … pero como acto de lanzamiento de la campaña. Nosotros, el PO, tuvimos que aceptar las condiciones impuestas por el Mas y el Mst al frente, para evitar concurrir a las elecciones a discutir también con organizaciones que se reclaman trotskistas. Aun después de este balance, que ya habíamos anticipado hace diez días, creemos que fue acertado actuar así. Luego, no encontramos las vías para superar la inercia práctica y las limitaciones políticas del Frente.
Frente al fracaso del FIS el Partido Obrero enarbola como ejemplo de una pólitica y metodología consistentes, el éxito del FUT —no solamente electoral sino capaz de elevar el espíritu de lucha, la conciencia de los trabajadores y la capacidad de organización de un amplio sector de la población laboriosa de Santa Cruz (mineros, docentes, obreros de la construcción, empleados públicos, municipales).