Políticas

10/11/2022

Nueva convocatoria al Consejo del Salario Mínimo… que no alcanza para comer

En el año perdió más de 11 puntos respecto a la canasta alimentaria.

Los alimentos en comercios de cercanía aumentaron más del 100% interanual.

Se oficializó una nueva convocatoria para el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil que sesionará el 22 de noviembre. Si bien se desconoce qué tipo de aumento se establecerá en esa revisión, está claro que la dicha remuneración se hunde cada vez más en la indigencia.

Recién en noviembre, el salario mínimo llegó a los $57.900, por debajo de la canasta alimentaria (CBA) de octubre que mide Isepci, en base a los comercios de cercanía del conurbano bonaerense. Esta última se ubicó en los $59.443,67, cuyo aumento interanual alcanzó el 101,4%.

Lo cierto es que todo el año el salario mínimo corrió por detrás de lo que necesita una familia para cubrir una alimentación básica. Entre la canasta alimentaria de enero y la de octubre hay una diferencia de $27.593,68 (creció 86,64%); sin embargo, el salario mínimo aumentó $24.900 entre enero y noviembre (la variación fue del 75,45%).

En ese sentido, la canasta alimentaria sumó $4.271 entre septiembre y octubre (+7,74%), mientras que el salario mínimo apenas subió $3.350 ente septiembre y noviembre, es decir, un 6,5%. Dicho porcentaje quedó más por detrás todavía del aumento intermensual que tuvieron las frutas y verduras (+19,72%), rubro que en un año trepó un 158%, liderado por la cebolla (+400% interanual) y la batata (+275% interanual).

Entonces, mientras que en enero el salario mínimo cubría el 97,9% de la canasta alimentaria del Gran Buenos Aires, en octubre representaba el 91,7% de la misma. Por su parte, el monto percibido a través del programa Potenciar Trabajo (que equivale a la mitad del S,M,VyM), en enero servía para adquirir el 48,9% de los productos necesarios para una alimentación básica, en cambio, en octubre, solo alcanzó para comprar el 45,8% de los mismos. El oficialismo garantiza la pérdida del poder adquisitivo de los programas sociales en función de cumplir con el ajuste fiscal dictado por FMI; deteriorando así la asistencia que recibe una porción mínima de los trabajadores desocupados o con empleos informales, mientras se liquida la perspectiva de crear trabajo genuino mediante la aplicación de políticas fondomonetaristas que agravan la recesión.

De este modo, vemos cómo quienes participan del Consejo del Salario Mínimo -el gobierno, las cámaras empresarias y la burocracia sindical- condenan al hambre a sectores enteros de la población trabajadora, fijando aumentos irrisorios que son devorados por la inflación.

Así las cosas, es necesario ganar las calles en defensa del bolsillo popular exigiendo un salario mínimo de $130 mil con aumentos indexados a la inflación.

 

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