“Nuevas 62”: La unidad en la desgracia
Seguir
La alianza entre Barrionuevo, Miguel y Ubaldini es otra de las expresiones del desmoronamiento político del gobierno, y no como lo pretenden los nombrados, una “voluntad da defender todos los derechos de los trabajadores” (Solicitada, 17/6). La previsible derrota del menemismo y del PJ en las elecciones de este año minará la base parlamentaria del gobierno, agravará su debilidad y potenciará aún más las contradicciones de su base social, es decir la lucha entre los pulpos. La burocracia se hallaría así ante la “misión imposible” de defender a un gobierno en bancarrota y sin puestos en el aparato del Estado que les permitan defender sus propias prebendas. Los “dirigentes” sindicales no son enemigos de las privatizaciones, de cuyos beneficios pretender participar, pero este gobierno carece de la autoridad política y de la cohesión para llevarlas adelante. Al constatar que no puede esperar nada del gobierno que sostuvo a rajatablas, la burocracia se ha declarado virtualmente en “estado de asamblea”.
Nadie como Luis Barrionuevo puede definir mejor la naturaleza del nuevo re-agrupamiento burocrático: “hemos permitido todo tipo de privatizaciones, concesiones, reformulación del Estado… el movimiento obrero ha votado todo, ha dicho saludo uno, saludo dos… Diego Ibáñez ha permitido que le reformulen el estatuto y han impuesto los Interventores en ypf… a Miguel le están echando gente todos los días… ahora, estamos asociados en la desgracia” (Ámbito Financiero, 14/6). La inmensa colaboración de la burocracia sindical con la inmensa confiscación de los trabajadores y el pueblo no ha permitido salvar al gobierno de su desmoronamiento. Las nacientes “62” constituyen la “unidad en la desgracia” de un conjunto de burócratas que ven amenazadas sus posiciones en el Estado burgués por el descalabro del menemismo y en los sindicatos por la acción persistente de los trabajadores para recuperarlos (¡bancarios!).
La burocracia está obligada a mudar de barco y buscar su salvataje en función de las alternativas que se están procesando en la política burguesa. En esta búsqueda “se manifestaron prescindentes en la interna del justicialismo bonaerense” (Cronista, 13/ 6) y se plantea que “si el gobierno sigue marginando al sector, se lanzaría, además de una propia CGT para contener a sus fieles, una especie de partido laborista para pelear espacios entre las bases peronistas” (La Nación, 21/6). Ni la “prescindencia” en las internas, ni aún una candidatura de Ubaldini por fuera del PJ, tendrían un carácter político Independiente para los trabajadores. La naturaleza de un dirigente o de una dirección está determinada por el conjunto de su política y por la posición que ocupa en la lucha de clases. Ubaldini es una de las llaves maestras que ha llevado al movimiento obrero a su catástrofe actual, porque lo sometió al menemismo y lo forzó a aceptar el retroceso proveniente de las hiperinflaciones y de los planes fondomonetaristas.
Al día de hoy, junto al resto de la burocracia sindical es rehén de las combinaciones capitalistas frente a la crisis política y en particular de los sectores que reclaman una pronta devaluación y un conjunto de subsidios a la industria — Club de Exportadores, dirección de la UIA.
Pacto radical-sindical
Es altamente sugestivo que Lorenzo Miguel haya saludado la “oportuna” decisión de los legisladores radicales que no prestaron quórum para tratar el aguinaldo escalonado, lo que está en línea con los planteos del Departamento de Estado norteamericano sobre la necesidad de “buscar un consenso nacional después de las elecciones entre los partidos mayoritarios sobre la reforma del Estado y la apertura de la economía”. La burocracia prepara el terreno para convertirse en rueda auxiliar del cogobierno radical-justicialista, destinado a superar el “vacío de poder” del menemismo.
No hay en el operativo de relanzamiento de las “62” un solo gramo de compromiso con la defensa de las conquistas obreras. Un mes atrás los mismos promotores de esta iniciativa, con alguna que otra ausencia, dieron vida al “Consejo Gremial del Trabajo” y en su debut público coincidieron con el ministro Díaz “en la necesidad de firmar convenios por períodos de seis meses… y en el proyecto de ley para fijar el tope indemnizatorio, proponiendo que la modificación en el pago del aguinaldo se aplique después del 30 de junio” (Crónica, 24/5). Un mes atrás, Lorenzo Miguel no abría la boca sobre el laudo oficial para los metalúrgicos que, con su firma, establecía el “aumento por un año, hasta febrero de 1992” (Clarín, 14/6). Luego del colapso del gobierno en el tema aguinaldo, los diputados gremiales que responden a las “62” han planteado su plena “colaboración” para “consensuar” las leyes de empleo, la rebaja del tope indemnizatorio y de accidentes de trabajo.
La “unidad de acción” planteada por Barrionuevo-Miguel-Ubaldini está orientada a la defensa de las coimas y prebendas propias dentro de los límites fijados por la crisis del Estado y las patronales. La burocracia sindical está en la encrucijada de los grupos políticos terminados: pude adaptar lenta y dificultosamente su lenguaje al estado de ánimo que prende en las masas, pero si entra en la demagogia, los trabajadores le pasan por encima. Hoy está obligada a “tomar distancia” de un gobierno en descomposición y a buscar un nuevo ancla en la política burguesa, tratando de cubrirse del inmenso fracaso de la experiencia menemista. Por esta situación de debilidad, se trata de golpear más que nunca en la misma dirección: petitorios y asambleas en todos lados por el aumento salarial y el pago en fecha del aguinaldo, enfrentar los despidos y la desocupación, impulsar los comités de huelga y las coordinadoras de lucha.