Obras Sociales: también en la salud la bolsa o la vida
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El decreto de reforma de las Obras Sociales es un primer paso hacia la privatización total del sistema de salud y por ende hacia la destrucción de las mínimas conquistas que tiene la clase trabajadora en este terreno Significativamente, el decreto ha recibido el respaldo unánime de los pulpos módicos y farmacéuticos y de uno de sus voceros, el diario “La Nación”. Para Amoldo Bauni, de la Asociación de Entidades de Medicina Prepaga “las medidas son positivas porque constituyen una primera etapa hacia una mayor competencia en el sistema” (Cronista, 12/1 /93), posición compartida por dirigentes de la Cámara de Instituciones Médico asistenciales. Ambas entidades —aclara El Cronista— “son las dos asociaciones que reúnen a la mayor cantidad de empresas de la medicina prepaga del país”.
El gobierno ha presentado el decreto como un aporte al mejoramiento de las prestaciones, al permitir la “libre elección” entre obras sociales por parte de los afiliados. ¿Cómo se explica, sin embargo, que un cambio en la legislación que aparentemente beneficiaría al trabajador, sea impulsado por el menemismo y tenga el beneplácito de los traficantes capitalistas de la salud?
Primero, la decisión del gobierno tiende a forzar la concentración del negocio de la salud, en “pocas, pero buenas “, al decir oficial, obras sociales. Estas han recorrido un largo camino en cuanto a “privatización, pues están asociadas a clínicas y servicios privados que se benefician con el grueso de la facturación. Naturalmente, los recursos y loe afiliados se concentrarán en las obras sociales más poderosas. De las 291 obras sociales existentes se calcula que podrían quedar en pie la mitad o la tercera parte, lo que el decreto alienta planteando “fusionarse, federarse o utilizar otros mecanismos da unificación”.
Segundo, el decreto avanza en la captación directa de las prestaciones de salud de las obras sociales por los pulpos privados por cuanto “deja sin afecto todas las restricciones que limiten la libertad de contratación entre prestadores y obras sociales” (Artículo 60) prohibiendo expresamente hacerlo con asociaciones o colegios profesionales (federaciones médicas). Esta medida tiene enorme incidencia en el interior del país donde la mayoría de las obras sociales sindicales contratan servicios a través de estas entidades. Esta es una de las razones que “explican el beneplácito con que especialistas empresarios leyeron el decreto” (Página 12, 8/1/93).
Tercero. El decreto plantea que las obras sociales estarán obligadas a “garantizar una prestación básica” que será determinada por el Ministerio de Salud y cuyo carácter “básico” ya advierte sobre lo que se pretende. Esta atención no contemplará un sinnúmero de prestaciones, excluyendo en primer lugar las de alta complejidad o terapia, y acceder a cualquiera de ellas será privilegio de los que puedan pagar aportes “adicionales” que no serán precisamente “voluntarios”.
Cuarto. Al impulsar que el trabajador de un gremio pueda afiliarse a la obra social de otro gremio, el decreto es un golpe a los sindicatos por industria, lo cual, para el diario La Nación “es una diferenciación saludable porque evita la confusión entre (la) condición de afiliado a una obra social y (la) pertenencia a un sindicato”.
Preparan el desfalco total del sistema de salud
El decreto establece que la “libre elección” sólo podrá darse entre obras sociales, pero sólo por ahora porque se proyecta luego incluir a las “propagas” y otras organizaciones médicas “con fines de lucro”. Por esto, los capitalistas involucrados en el negocio de la salud felicitan al gobierno por este “importante paso”. La estrategia del gobierno y los pulpos privados es avanzar en esta dirección, e incluso tratar de consumarlo en la propia reglamentación del decreto. Ya con el decreto, según Funes de Rioja, de la UIA “teóricamente nada impide crear una fundsción (que declara no tener fines de lucro), inscribir a través de ella una Obra Social… y que ésta contrata las prestaciones con la prepaga o al complejo sanitario qua la dio origen” (Página 12, 9/1/93). Para el gerente de Medicus, “prepaga” pulpo da la salud, “consideramos qua cuando se instrumente la resolución quedaremos dentro del sistema y los trabajadores podrán optar también por una privada” (La Nación, 9/1/93).
El objetivo estratégico de los grupos privados es capturar el aporte obligatorio de los trabajadores que hoy recaudan las obras sociales, e introducir planes de salud privados que deberán comprar obligatoriamente los trabajadores en función de los sueldos. Esto plantea la quiebra del principio (teórico) de “solidaridad” en el que reposa el funcionamiento de las obras sociales. Hoy un trabajador que gana 500 pesos, debe recibir de la obra social la misma atención que quien gana 1000 pesos. Los pulpos están en contra de este “sistema de reparto” y proponen la “libertad” para ofrecer “planes de salud” diferenciales según lo que cada uno pueda aportar. Para el que gana poco, una salud miserable, para quien gana más, una salud también miserable porque los sanatorios privados tendrán el monopolio de los planes de salud. El decreto menemista liquida la atención médica de los trabajadores, en beneficio de los traficantes de la salud.
La aspiración de conjunto de la burguesía no se limita a esto. Además propone disminuir o aún eliminar el aporte patronal, hoy del 6% y descargar sobre el trabajador el sostenimiento del sistema. Se plantea por esta vía una reducción del salario, por cuanto el trabajador terminaría pagando integralmente o en su mayor parte la atención médica, con la consiguiente reducción del “costo laboral” para la clase capitalista.
Es significativo que los empresarios de la salud y sus voceros, que proclaman cada día la “libertad de los individuos”, no critiquen el aporte compulsivo del trabajador Se entiende, porque la contribución forzosa del trabajador es la condición para la existencia del negocio capitalista. La “iniciativa privada” bajo este régimen no es otra cosa que el monopolio de la explotación.
Luchar contra el decretazo
El PO plantea frente al robo de las Obras Sociales y el decreto menemista el rechazo a toda intromisión del Estado o las patronales en la recaudación y destino de las Obras Sociales. La administración debe recaer en los trabajadores usuarios y los de la salud. A la “salida” capitalista opongamos el rechazo del decreto privatizador, la duplicación del presupuesto estatal para la salud pública, la expropiación de los pulpos sanatoriales y farmacéuticos y la puesta de todos los recursos al servicio de un plan de salud I único, gratuito y obligatorio, sostenido con el aporte patronal.
La burocracia es cómplice del desmantelamiento de las Obras Sociales y hoy quiere morder del bocado que supone la concentración del negocio de la salud. El decreto apunta a asociar a la burocracia en el copamiento final del sistema de salud pública para los capitalistas.