Según los datos oficiales, ocho de cada diez empresas prevén no contratar nuevos trabajadores en los próximos meses. El dato surge de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que elabora mensualmente la Secretaría de Trabajo. Como vemos, las patronales descargan sobre sus trabajadores el peso de la caída del consumo y del aumento de tarifas, a pesar de contar con la espalda suficiente para preservar los puestos de trabajo.

Pese a la caída de las ventas, el grueso de la clase capitalista sigue apoyando al gobierno, que prometió llevar a fondo sus aspiraciones aplicando una reforma laboral flexibilizadora, para poder explotar sin límites a los trabajadores, y levantando el cepo cambiario, en función de poder girar sus utilidades al exterior con mayor facilidad.

La reforma laboral, lejos de generar más empleo, no hará más que agravar la desocupación al abaratar el costo de las indemnizaciones. Por su parte,  levantar el cepo no traerá inversiones al país, sino que profundizará la entrega nacional en beneficio del capital extranjero. Milei confesó los objetivos de su política, al expresar en el Foro Llao Llao frente al círculo rojo que “el que fuga es un héroe, logró escaparse de las garras del Estado”.

Aún así, los capitalistas  mantienen reservas respecto a la viabilidad del rumbo del gobierno. Temen la posibilidad de un estallido social cuando se profundicen los despidos e impacten los tarifazos, y, a su vez, ven con desconfianza la precariedad de los acuerdos políticos entre el gobierno y la oposición.

Incluso, distintas fracciones de la burguesía presionan por recibir más beneficios que compensen los efectos de la recesión. Por ejemplo, el sector azucarero reclama que la nueva Ley Ómnibus incluya, al igual su primera versión, ventajas para la industria de biocombustibles. Asimismo, las automotrices exigen rebajas impositivas frente a la caída de las ventas.

Como vemos, los capitalistas buscan incrementar la tasa de beneficios, no desarrollando al país, sino a costa de agravar la explotación obrera y pagar desfinanciar al fisco, mostrando su carácter completamente parasitario. Los trabajadores nos tenemos que organizar en defensa de los convenios colectivos de trabajo y los puestos de trabajo. Construyamos desde las bases un plan de lucha hacia la huelga general para derrotar la ofensiva antiobrera del gobierno.

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