Ojo, los progres vuelven a conspirar
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Los trabajadores han hecho una experiencia definitiva con la pequeña burguesía “progesista”, que por medio del Frepaso resucitó a la UCR para mejor rescatar al régimen del derrumbe menemista y llevarnos luego a la peor miseria social de la historia. Quebrados políticamente y desprestigiados ante el pueblo, pretenden armar ahora una nueva tentativa. Lo que les preocupa, esta vez más que antes, es el avance de los piqueteros y de la izquierda y las posibilidades de cambio socialista que ofrece el derrumbe del capitalismo.
A diferencia del pasado, ya no hablan de ética, pero no solamente porque todo el mundo sabe que es un embuste. Es que en las recientes elecciones los progres presentaron la fórmula Terragno-Vilma Ibarra y ahora nos enteramos de que Terragno va a integrar el bloque radical en el Senado y la Ibarra hará el suyo unipersonal, con lo que ambos dejarán en claro cuánto estafaron al electorado en octubre pasado al presentarse como una salida a la crisis.
Pero mientras, por un lado, deshacen alianzas comprometidas ante los electores, por el otro arman otras en el sigilo. Es así que el intendente Ibarra está “fragoteando” con el alfonsinista Storani, de una parte, y con la Carrió de otra. Es decir que han enterrado a la Alianza sólo para mejor resucitarla. El ex ministro del Interior que combatió a los piqueteros de Salta y encubrió los crímenes cometidos en el puente Corrientes-Resistencia y en General Mosconi, saldrá ahora del brazo de la que denuncia la “matriz mafiosa” del Estado argentino.
La cosa no concluye aquí, ni mucho menos, porque, dice Página/12 (18/11), “la idea es incorporar al armado a la Unión Industrial”, que como todo el mundo sabe está siempre acompañada por los buitres de la Cámara de la Construcción. Pero que Ibarra marche con los Macri no debe sorprender, porque, en la Ciudad, Macri controla la Dirección de Rentas y el sistema fotográfico de tránsito, además *por supuesto* del famoso Correo. La alianza con la patria contratista y la UIA tipifica un bloque por la devaluación de la moneda.
Al igual que ocurriera con la Alianza de desgraciada memoria, la que se hilvana ahora también busca el apoyo de la CTA, a la cual Ibarra le ha prometido apoyar la consulta popular, pero de ninguna manera hacer realidad en la ciudad el planteo de un salario de 380 pesos para jefe de familia y 60 pesos por hijo. Se trata de una demagogia inmoral que sin embargo la CTA no denuncia, mientras diputados pro-Ibarra entregan en la Legislatura proyectos a favor de un subsidio a los jefes de familia desocupados pero sólo de 220 pesos, pero que tampoco tienen el apoyo oficial del ibarrismo.
En resumen, el ibarrismo quiere sobrevivir políticamente al servicio de la Unión Industrial y, por supuesto, de la patria inmobiliaria y financiera de la ciudad de Buenos Aires. La función política que le ofrece ejercer a la gran patronal es, de un lado, volver a jugar un papel de recambio si fracasan otras tentativas, y del otro volver a intentar convertirse en un dique de contención de la izquierda. A este frente contrarrevolucionario la CTA le está dedicando en el momento sus mayores atenciones.