Políticas

10/11/1993|406

Otra inscripción en el epitafio del Pts

Al Pts no le ha quedado más remedio, otra vez más, que tirar la toalla. A la acusación de que su consigna de Asamblea Constituyente responde como anillo al dedo al objetivo político de la reelección de Menem, el Pts responde que no va a responder, porque Trotsky ya había resuelto este problema en sus artículos sobre China de los años ’30. “No hemos considerado necesario enfrascarnos en una polémica, —dice el Pts con aires profesionales— porque basta una tarea de comparación para ver que Trotsky les contesta (al PO) con absoluta claridad y con más de 60 años de anticipación”. Dicho y hecho, se despachan con tres páginas y media de extractos de textos de León Trotsky de la década del 20 y 30 en relación a la consigna de Asamblea Constituyente en China. Con fe religiosa, el Pts asegura que correspondería plantear en Argentina, en 1993, la consigna de “una Asamblea Constituyente libre y soberana”, porque Trotsky la había planteado... en China... hace más de 60 años, aunque a Trotsky no se le había ocurrido lo de “libre y soberana”.


“Dentro del sistema”


Esta abstracción de tiempo y espacio revela que el Pts está en el limbo y, más importante aún, que no tiene condiciones de defender su planteo. Trotsky planteó la consigna de Asamblea Constituyente o Asamblea Nacional para China en las condiciones de un régimen militar, en un país sin historia, tradición o experiencia constitucionales, y con el carácter de una consigna de transición hacia la dictadura del proletariado.


El Pts propone, en cambio, una Asamblea Constituyente en las condiciones de un gobierno constitucional, en un país con largo desarrollo constitucional (y también largo agotamiento del desarrollo constitucional: dictaduras), no para oponerlo al régimen burgués imperante y como transición a la dictadura del proletariado, sino: “porque es la variante más democrática dentro de este sistema en que el proletariado y el pueblo confían, de discutir y decidir el destino del país y los verdaderos problemas que los afectan” (Rebelión,3-11-93).


Con perdón de la expresión: ¡qué carajo tiene que ver esta completa imbecilidad con los planteos, no ya de Trotsky, sino de cualquier marxista! El planteo del Pts no llega a ser una consigna, esto porque cualquier consigna, la más pobre o burda, tiene un propósito movilizador contra el orden existente. Lo del Pts pertenece a la categoría de las “opiniones” o “sugerencias”, porque propone “decidir el destino del país” (lenguaje típicamente encubridor) “dentro de este sistema”, dando como razón para ello que “el proletariado y el pueblo (sic) confían en él”. Los impostores del Pts ni se molestan en ocultar su propósito de desarrollar “la confianza en el sistema” (¡capaz de decidir los destinos del país!). Ni de casualidad se les ocurre valerse de la experiencia que las masas ya tienen en la democracia burguesa para desarrollar su desconfianza en ella y ayudar a su superación. Si las tres páginas de citas de Trotsky refutan al “altamirismo”, ¿esto significa que Trotsky planteaba la Asamblea Constituyente en China para “decidir el destino” de China “dentro de(l) sistema” que lideraba Chang Kai- Shek?


Citando a Trotsky, el Pts se ha limitado a escupir para arriba.


El Pts propone una Asamblea Constituyente para reformar “la actual Constitución, sancionada en el año 1853, (que) es antidemocrática y reaccionaria desde el principio hasta el fin”.


Por la reelección


¿Pero existe, acaso, alguna cita de Trotsky en la que señale que su propósito es redactar una Carta o Constitución, es decir, un papel, y no valerse de esa consigna para impulsar la realización práctica de las reivindicaciones democráticas, como las agrarias, por medio de la acción directa, es decir, las ocupaciones de tierra, las huelgas, la lucha armada— todas medidas que se salen del marco de cualquier “sistema” democrático, incluso de la “variante más democrática” que el Pts propugna expresamente?


La discusión del destino del país dentro de este sistema en que el proletariado y el pueblo confían, es decir: “el  modelo de país que necesitamos los argentinos” —¡éste es el verso de Menem hoy, cuando tiene una mayoría relativa, para imponer su reelección! Es la misma razón que esgrime Alfonsín para salir en auxilio de Menem y la que da Menem para salir en auxilio de Alfonsín. Oponerse al plebiscito en nombre de una Constituyente del tipo de la que plantea el Pts, es lo que están procurando armar Menem y Alfonsín,  y lo que los llevaría a la derogación del plebiscito.


En ningún lugar plantea el Pts la necesidad de agotar y superar las ilusiones democráticas (resultado históricamente objetivo de las experiencias constitucionales y finalidad político-subjetiva de la consigna de Asamblea Constituyente).¡Para el Pts se trata de darle a esas ilusiones la forma más acabada posible! Esto es democratismo vulgar; por eso el Pts no habla ni por descuido de la dictadura del proletariado, siguiendo en esto a una arraigada “escuela” morenista.


Sí, “el Pts lucha por una República Obrera. Sin embargo, (¡Sin embargo!) ... luchamos (por) la variante más democrática dentro de este sistema”. Es decir, es un partido (¿partido?) “del sistema”.


Valor universal


Insistimos en un punto desarrollado en un artículo anterior: para el Pts, y para el Mas, la consigna Asamblea Constituyente tiene un carácter universal, incondicional,  no tiene que ver con circunstancias históricas o políticas, lo que equivale a decir que son pura y completamente democratizantes. A los campeones de la variante “más democrática” no les ha entrado en la cabeza lo que Engels ya había explicado hace más de un siglo (carta a Bebel,11/12/1884): “en todo caso nuestro único adversario el día de la crisis y el día siguiente será ... la reacción agrupada en forma completa en torno a la DEMOCRACIA PURA”.


Trotsky opinaba, por supuesto, lo mismo, sólo que para este aspecto de las concepciones de Trotsky, el Pts no encuentra lugar en su colección de citas: “El slogan de la Asamblea Constituyente se transforma en una abstracción vacía, a menudo en simple charlatanería, si uno no agrega quién la convocará y con qué programa. Chang Kai-Shek puede levantar el slogan de la Asamblea Constituyente contra nosotros incluso mañana, así como ha levantado ahora su “programa obrero y campesino” contra nosotros. Nosotros queremos una Asamblea Constituyente convocada, no por Chang Kai-Shek, sino por el comité ejecutivo de los soviets obreros y campesinos. Este es el único camino serio y seguro” (La Revolución China y las tesis del camarada Stalin, 17/5/1927).


Trotsky no contrapone aqui, la Constituyente a los soviets, pero no se olvida decir cuál es “el único camino” para una auténtica Asamblea Constituyente. El “error” del Pts es que no contrapone esta consigna, no a los soviets, sino al régimen burgués imperante.


En 1918, la mayoría del proletariado alemán “confiaba” en la socialdemocracia y se aprestaba a participar en las elecciones para Asamblea Constituyente convocadas por el gobierno socialdemócrata. Contra la opinión del flamante partido comunista, que propugnaba el boicot, Rosa Luxemburgo era partidaria de participar. ¿Pero qué opinaba ella de la consigna “más democrática”? “El actual gobierno convoca a la Asamblea Constituyente, crea de este modo un contrapeso burgués a los consejos de operarios y soldados, empuja por lo tanto a la revolución por la via de la revolución burguesa, hace desaparecer el objetivo político de la revolución”. El biógrafo de Rosa que transcribe estas palabras (Paul Frohlidh), señala: “Todos los que estaban contra la realización del socialismo, contra el poder de la clase obrera, desde la extrema derecha hasta la misma dirección de la socialdemocracia independiente, estaban por la Asamblea Nacional. Los adversarios más encarnizados del sufragio universal ... estaban ahora invadidos del principio: igual derecho para todos”.


No. La consigna de la Constituyente no tiene un carácter “universal”, es decir ahistórico, y debe convertirse al final en un recurso extremo del imperialismo contra la revolución proletaria.


La oportunidad de la consigna de Asamblea Constituyente no está planteada por el movimiento de las masas, sino por una necesidad interior de la gran burguesía, por la crisis de la sucesión presidencial y del plan privatizador. La oportunidad del planteo del Pts corresponde a las necesidades de Menem, Macri y Fortabat; sirve al objetivo de la reelección y del reforzamiento del aparato del Estado. El Pts, a su vez, ni teóricamente la contrapone al régimen menemista ni al Estado burgués; dice, inequívocamente, que tiene una finalidad complementaria, para mejor facilitar la discusión sobre el “destino del país”. Es democratizante y patronal hasta los tuétanos.


En un copete de su último periódico, el Pts refuta la afirmación que hiciéramos acerca de que las consignas constitucionales no hubieran tenido una vigencia movilizadora en la historia del país y de las masas. Lo probarían en contrario las luchas contra las dictaduras militares.


Constitucionalista


Muy bien, pero en ninguna de estas luchas, empezando con la revolución de 1890, se planteó la consigna de Asamblea Constituyente, ni  elaborar una nueva Constitución. Bajo los regímenes militares, toda la oposición cuestionó los intentos de éstos de realizar Asambleas Constituyentes como maniobras dilatorias que servirían para prolongar su permanencia. Las tres Constituyentes posteriores a 1853 fueron objetiva y subjetivamente reaccionarias. La de 1860, convocada para aceptar las imposiciones del mitrismo; la de 1949, para establecer un régimen de persecución ideológica en la administración pública y la estatización de los sindicatos; la de 1957, para realizar los objetivos de la dictadura de Aramburu y Rojas.


Hasta N. Moreno fue partidario de la Constitución de 1853.


En 1982, escribió (“Empieza la Revolución”): “con el cambio de etapa, la anterior exigencia de voltear a la dictadura para reinstaurar la Constitución de 1853 se ha convertido de progresiva en reaccionaria...”(“Un siglo de luchas”, pag. 288, edit. Antídoto). Como se ve, hasta la “archirreaccionaria Constitución de 1853” era “progresiva”. Pero lo que tenemos esbozado aquí es la revolución constitucionalista por etapas, y no en dos etapas (democrática, socialista), sino muchas, muchas etapas, caracterizadas por sucesivas reformas constitucionales. Porque para el morenismo, la Constitución de 1853 es progresiva  bajo las dictaduras; luego, bajo los regímenes burgueses constitucionales, lo progresivo son las Asambleas Constituyentes. El punto de vista es siempre el del constitucionalismo: no el de acortar, abreviar y agotar la experiencia constitucionalista de las masas, sino abrir y reabrir una y otra vez las ilusiones constitucionales dentro del sistema.