Políticas
20/10/2020
Otras apostillas sobre el 17 de octubre…
La ausencia de Cristina y el rol de la CGT.
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Mucho se habló acerca de los actos realizados por el 75° aniversario del 17 de octubre. En una variopinta muestra de “lealtades” y “deslealtades”, la ausencia de Cristina Kirchner en el salón Felipe Vallese de la sede de la CGT objetivamente fue un cachetazo al ofrecimiento a Alberto Fernández para que presida del PJ nacional, hecho por Héctor Daer y la mayoría de la cúpula de la central obrera. A la luz de la deriva que transita el gobierno nacional y la profundización de la crisis económica y social, el faltazo de la vicepresidenta y las jugadas de la burocracia sindical significan mucho más que una simple disputa de sillones.
La ausencia de Cristina Kirchner no expresa, con todo, algún plan alternativo. El kirchnerismo apoyó el acuerdo con los bonistas y las tratativas con el FMI, cuya agenda es la de la burguesía contra la clase obrera en materia de reforma laboral, robo a las jubilaciones y rescate a las empresas. También operó de vocero del reforzamiento represivo y de los desalojos a las familias sin techo que protagonizan las recuperaciones de tierras, mientras que las direcciones burocráticas kirchneristas de las dos CTA se sumaron al pacto social que tiene como función hacer pasar el ajuste. El portazo de “la jefa” tiene a su vez un carácter preventivo, para preservar su liderazgo como eventual carta de recambio frente a un derrumbe del gobierno nacional.
En rigor, este 17 de octubre fue otro capítulo de la crisis política y de nuevos enfrentamientos dentro del Frente de Todos. En la previa, Sergio Berni actuó como vocero de Cristina al declarar que no se sentía convocado ni representado por la CGT, acusó al presidente de “no hacer peronismo”, y manifestó que los popes sindicales no tienen autoridad para ofrecer la conducción del PJ a nadie. Berni pidió internas para competir en el Partido Justicialista, y por oposición reivindicó a Kicillof como un “gran gobernador peronista”. Como concluimos en el XXVII Congreso del Partido Obrero, el gobierno de la provincia representa una alianza peculiar del kirchnerismo con la corrupta y podrida Bonaerense.
Como contrapeso, el acto oficial brindó un lugar propio a los intendentes del PJ del Conurbano, a través de Juan Zabaleta de Hurlingham. El mensaje no deja lugar a dudas acerca de la línea directa de los barones con el gobierno nacional, con Gabriel Katopodis como emisario dentro del gabinete. Como se manifestó en cierta forma con el amotinamiento policial y las reyertas que le siguieron, los chispazos también tienen su expresión en el armado político del gobernador bonaerense. Para agregar condimentos, a pesar de la presencia de Máximo Kirchner, Daer y los suyos acusaron a La Cámpora por el boicot de la transmisión del acto.
https://prensaobrera.com/politicas/todos-unidos-pactaremos-con-el-fondo/
La burocracia sindical, por su parte, pretende entronizar al presidente para curarse en salud. Cínicamente, la sede de la CGT fue escenario de esta conmemoración no para defender los derechos laborales, sino por el contrario para dotarse de la espalda política necesaria ante la ofensiva que pretende barrer todas las conquistas obreras: los convenios colectivos, la organización gremial en los lugares de trabajo, las jubilaciones como un salario diferido, la relación entre el salario y el costo de vida. El intento de institucionalizar el pacto social aspira también a operar como garantía para la propia burocracia cegetista, ante los choques que promete semejante embestida contra el movimiento obrero. Para lubricarlo, se tejen nuevos zarpazos sobre los fondos de las obras sociales: en estos momentos se encuentran gestionando con funcionarios del gobierno nacional un aumento del 160% en el monto que pagan 1,8 millones de trabajadores monotributistas a las obras sociales.
Detrás de los “gordos” se enrolaron las organizaciones del triunvirato vaticano, con la CTEP de Juan Grabois a la cabeza, que se sumaron al acto virtual de Daer y compañía con la mira puesta en el ingreso de los “movimientos sociales” (cooptados) a la CGT. Un antecedente fue el promocionado y no nato lanzamiento del programa de reconversión de los programas sociales a modalidades con contraprestación en el rubro de la construcción, en sociedad con Gerardo Martínez de la Uocra -lo que acarrea una mayor precarización laboral para los obreros del gremio. Agreguemos aquí a las alas que representan Hugo Yasky y Roberto Baradel, quienes se sentaron en el salón Felipe Vallese como cortesanos del sindicalismo oficial, en lo que es otro paso de la disolución- no correspondida- de la CTA “de los trabajadores” .
Así las cosas, se evidenciaron otras fricciones. Hugo Moyano armó con el aparato de Camioneros una caravana propia el 17, teóricamente para apoyar la “unidad” del gobierno, pero abrió fisuras puertas adentro del “Frente Sindical para el Modelo Nacional” especialmente con el bancario Sergio Palazzo. El tercer acto en discordia, organizado por Luis Barrionuevo y Eduardo Duhalde, tuvo como orador a Carlos Acuña, de manera se selló la ruptura del binomio que conduce la CGT. Allí se escucharon acusaciones al gobierno por “no ser peronista”, en términos similares a los proferidos por Berni. Frente al monumento a Perón, Acuña refractó el llamado a la “unidad nacional” al que sumó una parte del peronismo y la burocracia.
No hay que perder de vista que, amén de revistar una agenda compatible que puede resumirse en el pacto con el FMI, la crisis opera como un poderoso factor de disgregación. La clase capitalista argentina carga con el fracaso de la tentativa macrista en un pasado demasiado reciente. El programa de la burguesía, si bien consiste en una ofensiva bestial, no ofrece vía alguna para sacar al país del pantano.
Este cuadro enaltece la necesidad de la construcción de una oposición al gobierno desde la clase obrera y el movimiento popular, para luchar por las reivindicaciones de los trabajadores y por revertir esta catástrofe sanitaria, social y económica -que tiene en la provincia de Buenos Aires uno de sus eslabones más explosivos. Es hora de organizar la intervención de los trabajadores superando a la burocracia sindical, y de plantar con el Frente de Izquierda una alternativa política obrera y socialista al saqueo de los “nacionales y populares”.
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